quedando muertos en el campo de batalla ochenta y cuatro franceses. De cuyas resultas, los franceses que guarnecían a Motril se retiraron a Granada, y la partida de este pueblo, con las demás, se retiraron a sus casas.
Veamos lo que continúan diciendo desde Rágol:
... En los primeros días de abril de dicho año este nuestro lugar hizo salir otra partida armada con escopetas, armas blancas y suministros de boca, compuesta de 20 hombres, al sitio del río de Ocaña, partido de Guadix, y en unión de las partidas de los pueblos de este terreno, donde aguardaron al ejército francés que pasaba para la ciudad de Almería. Y encubiertos con un cerro tras las rocas riscas de piedras, hicieron un vivo fuego. Se les mató 31 hombres, sin los que fueron heridos. En los de acá no hubo desgracia alguna, pero a Miguel Soriano Soriano, vecino de este lugar, le quitaron el pico de la montera de un balazo. Y se trajeron ocho fusiles y diez bayonetas, y algunos equipos de los enemigos.
En realidad el ejército francés regresaba a Guadix procedente de Almería, ciudad que habían abandonado el 28 de marzo, y no al revés como suponen en este informe.
No obstante, según la mayoría de la documentación consultada, los momentos de mayor dureza del paso de los franceses por estas comarcas, se producen el día dos de mayo de 1810, casualmente segundo aniversario de los renombrados sucesos en Madrid de 1808. En una de sus idas y venidas, los franceses regresan a Almería el día 29 de abril, pero esta vez al mando del general de brigada Louis Liger-Belair. Era una de las columnas que volvían de Murcia, en donde habían participado -integrados en un ejército de más de 7.000 hombres al mando de Sébastiani- en el sistemático despojo de la capital murciana. Otra columna, al mando del general Godinot, regresa también de allí, pero por diferente camino, y se dirige a Ohanes. La sucesión ordenada de lo acontecido entonces aparece en la prensa afrancesada. Aunque la cita es larga, conviene transcribirla íntegra. Dice así:
Granada 7 de mayo
El día 29 del mes pasado entró en Almería el general Belair, cuya ciudad habían evacuado los bandidos que servían a las ordenes de Calbache, con la noticia de que se acercaban las tropas francesas.
El mismo general, después de haber restablecido en aquella ciudad el orden que tanto habían perturbado Calbache y sus compañeros, entregándose durante su mansión en ella a todo género de excesos, y dexando una fuerte guarnición de caballería, continuó su marcha a las Alpujarras, dividiendo sus tropas en dos columnas; de las que una marchó por la costa, pasando por las villas de Berja y Adra, y la otra por Lauxar y Alcolea, sobre Uxíjar, en la que entró el cuatro del corriente.
En esta marcha se encontró con una banda de insurgentes cerca de Alhavia, en el camino de Boloduy, la que dispersó, matándole y haciéndole prisionera alguna gente.
Entre tanto que el general Belair hacia esta expedición, el general de brigada Godinot, de vuelta de la expedición de Murcia, marchaba pasando por La Calahorra y Fiñana, sobre Ohanez. Los rebeldes se habían apostado en los desfiladeros de Fiñana, cuya defensa se proponían hacer con dos piezas de artillería, pero aterrados ante la vista de las tropas francesas, las abandonaron sin haber disparado un solo tiro; y en su precipitada fuga perdieron una veintena de hombres.