hasta el nivel del mar, hace que aparezcan condiciones de temperatura muy diferentes, encontrándonos tanto especies térmicas en la zona basal como especies orófilas (de alta montaña) en la zona cacuminal, esta última con abundantes elementos endémicos.
Por su alineación este-oeste, tiene dos vertientes bien diferenciadas: la cara sur es una solana con duras condiciones de aridez y la cara norte, más umbrosa, en donde las condiciones de humedad son más amables. Con una abrupta topografía, aparecen tanto profundos barrancos como paredones calizos ricos en edemoflora, refugios de una flora con especiales necesidades ecológicas. Por otro lado, el predominio de las rocas calizas y dolomíticas hace que abunden vegetales adaptados a esta litología.
Las balsas de la Sierra de Gádor son ambientes ecológicamente muy originales.
Por último, cabe destacar la presencia de lagunas de montaña que constituyen ambientes ecológicamente muy originales (GIMéNEZ, E. & al. 2006). Se trata de dolinas de fondo plano, amplias y poco profundas, rellenas de terra rossa que la impermeabiliza y permite que se encharquen. En la zona las conocemos como balsas (Balsas del Sabinar, de Barjalí, de Caparidán, de la Chanata, del Calabrial, de Barroso y Balsón de las Hoyuelas), están situadas entre los 1.300 y los 1.900 metros de altitud y la mayoría de ellas se seca en verano. Se han venido utilizando como abrevadero para el ganado, por lo que sus orillas se encuentran pisoteadas y sus aguas nitrificadas.