El Eco de Alhama número 28                                                                                                                                                                     Literatura

8 de octubre de 1542

Ya tienes la edad suficiente para seguir mis pasos:

Pasé momentos muy felices como mercader y capitán de una gloriosa nave viajando por todo el mundo, viendo lugares, seres y costumbres que ningún otro hombre alcanzara a imaginar, antes de establecerme en Ferrol para cumplir con mis deberes políticos y casarme con tu madre.

Disfrutaba sintiendo cómo la brisa marina me rozaba el rostro y cómo el olor a mar llenaba el ambiente, aunque lo mejor para mí era contemplar el sol al ponerse en el horizonte, y permanecer ahí, hasta que anochecía y las estrellas aparecían sobre mi cabeza.

Me gustaría que siguieras mis pasos y que llegaras a ser un gran mercader por méritos propios. Como capital inicial recibirás una carabela y algo de dinero. Estoy seguro de que con esta pequeña ayuda alcanzarás un estatus elevado en poco tiempo.

Tu padre que te quiere,

Benito Recio

Cuando terminó de leer, Pedro no pudo esconder su alegría, dejó la carta en la mesa y se acercó a la ventana de la habitación. Al abrirla un aire fresco acompañado del ruido de los astilleros y el ir y venir de las gentes inundó la sala. Sacó la cabeza y contempló la imponente ciudad a orillas del mar.

En ese instante un pensamiento le vino a la cabeza: recordó que aún faltaba un sobre, todavía tenía uno que no había leído. Se acercó a la mesa y cogiéndolo lo abrió leyéndolo con atención.

Estimado Sr. Pedro Recio:

Mi nombre es Eduardo Suárez, soy un comerciante que al igual que todos soporta una serie de problemillas a las espaldas, por eso le pido encarecidamente que tenga el gusto de acercarse dentro de siete días a la posada "El dragón Verde" para hablar sobre algo que sin duda alguna le interesará.

Eduardo Suárez

Al terminar de leer, Pedro pensó que sólo sería un pobre desgraciado acosado por las deudas, que lo único que querría sería intentar obtener algún tipo de préstamo, pero aun así decidió acudir.

Los días que transcurrieron antes de la cita pasaron sin suceso digno de mención; fueron los típicos días para un comerciante, saldar cuentas, pagar facturas, preparar expediciones comerciales... Pero un día antes del encuentro en la posada...

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