En Barcelona, en los años cuarenta, era frecuente en los días festivos la celebración de espectáculos cómico-taurinos acompañados por bandas taurinas como El Embrujo musical, a los que acudían los aficionados con la intención de dar algún capotazo.
Rodríguez "Manolete" a torear en la Monumental de Barcelona, se fue al matadero con la idea de comprar los pitones de algunos de los toros que había matado este torero. La cosa no resultó fácil porque los pitones se mandaban a una fábrica para hacer botones, pero lo consiguió. Tres duros tuvo que pagar por ellos; pero merecían la pena.
Amante del riesgo, recuerda aún con una sonrisa la idea que tuvo de atar una faca de hoja fina y afilada a cada uno de los pitones del carrillo. Un tremendo corte en la camisa a la altura del pecho, además del susto, fue el resultado de tan peligroso invento.
Por estas mismas fechas el diario Mundo Deportivo anunciaba la realización de un concurso taurino, de toreo de salón, que contaba con la colaboración del torero Paquito Muñoz, e invitaba a todos los aficionados a inscribirse y participar en el concurso que ...
...se celebraría en el teatro Talía, donde se dieron cita 115 concursantes. Se trataba de dar unos pases con el capote y después con la muleta. Al segundo y tercer clasificado le ofrecían la posibilidad de torear una corrida con novillos, y al primero, además, le regalarían un capote y un traje de luces.
El único que toreó de rodillas fui yo -afirma José Martínez "Pollito"- y recuerdo que fui muy aplaudido. En este caso, era el público, que había pagado su entrada, el que juzgaba las intervenciones de los participantes con sus votos. El fallo del jurado dio como ganador a un sobrino del señor Villapecellín, gerente del Mundo Deportivo.
En el año 1949 un telegrama procedente Alhama, anunciando que su padre estaba gravemente enfermo, origina su retorno al pueblo. Hacía apenas unos meses que había cumplido los veinte años y lejos quedaron, de momento, sus aspiraciones en el mundo del toreo. Ya de nuevo en Alhama, el bar de "Tomasico" pasaría a ser el ruedo taurino de sus ilusiones. Sin embargo, su interés por la fiesta se mantiene intacto y lo comparte con algunos de sus amigos como Luis Rozas, Pepe Marín, o Manuel Martínez el Ramblero.
Esta afición a los toros, que se mantiene viva, alcanzaría su momento de mayor auge en el año 1950 cuando su apoderado, Avelino Castilla, le gestiona la posibilidad de torear en diferentes novilladas en los pueblos cercanos. Toreó en las Fiestas de San Blas en el vecino pueblo de Huécija como sobresaliente, junto a Joaquín López Pinto y otro novillero. Toreé por "chicuelinas" y recibí grandes aplausos del público hasta que me cogió el toro -rememora este gran aficionado. También lo haría en las ...
José Martínez Pollito en el Bar de Tomasico con Antonio Artés, Paco Rodríguez "el de Natividad" y Paco Amat "el de la Barraquilla". Col. particular José Martínez Rodríguez.