El siguiente gran hito en el desarrollo de las metodologías de diseño de presas tiene lugar tras las roturas de las presa de El Habra (1881) y de Bouzey (1895), cuando Maurice Levy presenta en los años 1895, 1896 y 1899 su explicación y solución a las catástrofes mencionadas, planteando en su teoría la necesidad de que en todos los puntos del paramente de aguas arriba, la presión o esfuerzo de compresión que produce el muro a embalse lleno, sea mayor que la presión del agua. Levy introduce por primera vez el concepto de subpresión, al ser consciente del efecto pernicioso que para estabilidad de las presas puede suponer la presión del agua en las eventuales grietas que pudieran producirse en el paramento de aguas arriba de la presa. Las realizaciones prácticas que tienen en cuenta la subpresión no se van a desarrollar de modo generalizado hasta principios del siglo XX, siendo el proyecto del pantano del Pasillo de los primeros en considerar el citado fenómeno y adaptar su perfil a la nueva condición resistente.
El dique del Pasillo tenía una morfología en planta de arco, con un radio de 100 m. en el paramento de aguas arriba, empotrándose sus estribos perpendicularmente a las paredes calizas del barranco.
Su perfil era triangular, modificado en su coronación para hacerla transitable. El paramento de aguas arriba fue proyectado vertical y el de aguas abajo con una inclinación de aproximada de 42º, siendo el ancho de su base de 21 m. y el de su coronación 2,30 m.
La roca caliza presente en el entorno del barranco sería utilizada en la construcción del cuerpo de la presa, disponiéndose mampostería ordinaria hidráulica en su núcleo, mampostería careada en la superficie del paramento de agua abajo y sillares de gran regularidad y reducidas juntas de unión
en el paramento aguas arriba, que garantizaran la impermeabilidad de la superficie en contacto con el agua.
Para evitar que las aguas pudieran circular por la coronación del cuerpo de la presa, ante una eventual avenida que no pudiera ser almacenada en el vaso del pantano, se proyectó la ejecución de un aliviadero de superficie, que se situaba al norte y fuera del cuerpo de la presa. La embocadura del aliviadero estaba constituida por una obra de fábrica de sillería con una sección de 10 m. de ancho por 2 m. de alto, para posteriormente discurrir las aguas por dos tramos de canal al descubierto y un tramo en túnel de 66,5 m. de longitud, antes de ser reintegradas al barranco del Pasillo, en el lugar denominado La Baranda. El aliviadero dimensionado podría haber evacuado un caudal de 17 m3/s en la situación de embalse lleno hasta la coronación de la presa. El paso de un lado a otro del aliviadero se realizaría mediante una pasarela metálica en celosía roblonada de 10 m. de luz.
Las necesarias laborales de limpia a realizar en la explotación de todo embalse, y más aun en aquellos situados en el arco mediterráneo, en los que la naturaleza torrencial de los chubascos, unida a la escasa vegetación de los montes, motiva el aporte de gran cantidad de sólidos a los vasos, requieren de la presencia de los denominados desagües de fondo. En el proyecto que nos ocupan se dispusieron dos desagües de fondo en paralelo, ya que así lo justificaba la experiencia del redactor y que se contemplaba, además, la utilización de los mismos como sistema de vaciado del pantano en episodios extraordinarios de lluvia y poder permitir la circulación las aguas por la angustura del Pasillo para ser captadas e integradas en la acequia del Olivillo.
Alzado desde aguas arriba de la presa del Pasillo.
Sección transversal de la embocadura del aliviadero de superficie y de los tramos en canal y túnel.