Nicolás Salmerón en su despacho. Publicada en Alma Española de 24 de enero de 1904.
Estos neologismos (maderapiedra), pocos, y bien distribuidos, también ejercen un papel organizador y secuenciador del retrato, atraen la atención pode-rosamente sobre los párrafos donde se insertan. En este caso se trata de una descripción propia de una mesa de un cofrade de la masonería, si no fuera por ese neologismo aplicado a los libros que alude indirectamente al final de un periodo y de un pensamiento petrificado, por ello los ojos brillantes del filósofo vuelven a recordarle la valentía del hombre que les dio sentido con su vida y con su esfuerzo, «ojos de otro espacio», pero que ahora en 1932 le inspiran la siguiente apreciación:
Luego, la desaparición y el tiempo lo hacen todo sencillo, vulgar casi todo. En este caso queda, sobre la ola fría del naufragio, una cabeza bella, heroica, granada, sin duda, de ideas nobles ... para los sellos de correo.
Aquella atracción del niño, entre curiosa y entusiasta, ante lo que pudiera suscitarle la combinación de aquellas mágicas palabras: Pre-sidente, Filósofo, Orador, se avivó a principios de siglo y, en la mente de JRJ, sonaban ahora a Filósofo, Orador, Presidente. Para terminar sarcásticamente, a la vuelta de veinte años, en la cruel ironía y el sentido del humor que nos inspira comprobar su estampa «para los sellos de correo». Y si esto es así, la reacción de JRJ es de indigna-ción:
Escultor de la palabra, silencio-sos ya sus metales entre piedras del cuerpo y el alma. ¡Filosofía, España, metafísica! ¿Quién acopla estos bloques, estos tacos? ¿Quién combina hasta el orden el laberinto abierto del prodigioso mosaico? ¿Dónde encontrar hoy los trozos esparcidos de aquel monismo ra-cional positivista que estudiábamos con tal ahínco en la universidad sevillana?...