Para celebrar la matanza, trajeron de Terque a los beneficiados Almazán y Cazorla, junto con otros cristianos viejos entre espantosos tormentos. Tomando aparte a los beneficiados, les reprocharon groseramente sus crímenes: enseñar la doctrina católica y decir misa. Golpeándolos brutalmente, ellos clamaron a Dios y a la Virgen hasta ser degollados. No cesó con la muerte el ensañamiento con sus cuerpos. Al cura de í1Iar, Sancho Martínez, no pudiendo aguardar los moriscos la hora de su ejecución, lo acuchillaron en su misma prisión. La clamorosa confesión de fe de Pedro de Astorga solo pudieron silenciarla las lanzas, padeciendo igual suerte su hijo, un clérigo de menores. El alguacil N. Torres parece ser que murió asaetado cuando jugaban con él a la ballesta, igual que N. Salmerón.
Conmovedor resulta el relato de los criados del gobernados, Pedro y N. de la Natividad. Desnudos para placer de los moriscos, se les prometió la libertad a cambio de renegar de su fe, a lo que se negaron con gran energía mientras adoraban la señal de la Santa Cruz que los dedos de sus manos atadas les permitían trazar. Los rebeldes elaboraron dos cruces de madera, las untaron con inmundicias y se las dieron para burlarse de ellos. Sin embargo, los valientes criados las tomaron con mayor unción y las veneraron con una piedad que enardeció las iras musulmanas que, brutalmente, los despeñaron como fin de sus tormentos.
Con menor claridad se puede afirmar que el beneficiado de Alhama pereciera también en Huécija durante esta jornada de sangre. Si Mármol y Carvajal lo considera abrasado en el torreón conventual, el resto de las fuentes guarda un inquietante silencio. Un manuscrito anónimo parece referirse a él cuando habla del beneficiado don Francisco de Luque, si bien el canónigo López Martín lo llama directamente don Juan Luque en su listado de mártires huecijeros. Aunque sabemos de la seria crisis demográfica de Alhama durante aquellos años, no parece tan raro que continuara existiendo un clérigo encargado de la parroquia, pues Mármol y Carvajal asegura indirectamente que continuaba realizándose algún tipo de culto al referir que fue enviado a Almería un misal roto de Alhama como prueba de la Rebelión.
Si el beneficiado alhameño murió en Huécija, sus restos mortales acabaron junto a los de sus numerosos compañeros, arrojados en la almazara conventual donde hoy se levantan las conocidas como Casas Nuevas. Tiempo después buena parte de los restos los trasladó don Lope de Figueroa a la Capilla de don Fernando Barradas en el Convento de San Francisco de Guadix, sin que hayan sido hallados hasta el momento a pesar de distintas búsquedas.
Unánimemente las fuentes cifran en doscientos el número de refugiados en el Convento, junto con los religiosos.
La imagen de Ntra. Sra. del Martirio Coronada, profanada por los moriscos y aparecida milagrosamente, es la reliquia más preciada de los Mártires de la Alpujarra. Fotografía: Francisco Abel Saldaña Martínez.
Si el beneficiado alhameño murió en Huécija, sus restos mortales acabaron junto a los de sus numerosos compañeros, arrojados en la almazara conventual donde hoy se levantan las conocidas como Casas Nuevas.