No puede abordarse de otro modo cuando se habla del centro espiritual y cultural de la Taha de Marchena durante más de tres siglos. Este fue el objetivo de doña Teresa, su inolvidable y santa fundadora, que pretendió erigir en su señorío un centro sagrado que irradiase la fe cristiana a musulmanes y cristianos en un tiempo de crisis y profundos cambios que afectaban a unos y otros. A este lugar miraban en busca de esperanza y guía nuestros ancestros, venidos de otras zonas de la geografía patria en busca de un futuro mejor. El Convento agustino era foco de las vocaciones y las capellanías, mandas y memoriales de toda la comarca. Tampoco debe olvidarse que la Capilla era el centro físico y afectivo de una comunidad de frailes que, en el carisma agustino, entregaron su vida entera a la vivencia de los consejos evangélicos.
Hoy gracias al convenio del Obispado, su legítimo y único propietario tras la desamortización, con las administraciones públicas puede recuperarse una Capilla cuya historia quedó suspensa y que aguarda volver a incorporarse a la vida de esta comarca. Además, ha coincidido su restauración con el regreso de los hijos de San Agustín a estas tierras, tras ciento setenta y cuatro años de involuntaria ausencia.
Hoy gracias al convenio del Obispado con las administraciones públicas puede recuperarse una Capilla cuya historia quedó suspensa y que aguarda volver a incorporarse a la vida de esta comarca, ha coincidido su restauración con el regreso de los hijos de San Agustín a estas tierras, tras ciento setenta y cuatro años de involuntaria ausencia.
«Sacude con presteza del leve corazón el grave sueño y la tibia pereza, que con razón desdeño, y al ejercicio aspira que te enseño.»
(Fray Luis de León)
Al hablar con cualquier huecijero es inevitable no abordar el tema del Convento, presente, al igual que el blasón de los Cárdenas, en su propio escudo. Orgullo de sus habitantes, su imponente efigie nos recibe al adentramos en el pueblo y sus campanas los llaman a la Santa Misa y les comunican los fallecimientos, ya que la Iglesia parroquial carece de campanario. Si bien es fácil que ponderen la grandeza de su Convento de los Agustinos, es difícil buscar en su memoria colectiva alguna concreción del pasado.
Rastreando, podemos encontrar algunos recuerdos. Del paso de los agustinos da testimonio una imagencita reciente de San Agustín venerada en el templo parroquial. El corazón que porta, signo de la Orden, es el mismo que puede contemplarse en los clavos de las puer-
De las antiguas devociones conventuales, la unica recuperada ha sido a Santa Mónica en Alhama. Fotografía: Francisco Abel Saldaña Martínez.