A finales del siglo XIX la zona agrícola de Alhama se encontraba mayoritariamente ocupada por parrales destinados a la producción de la uva de embarque, habiéndose relegado a anecdóticos los tradicionales cultivos de olivos y cereales. Esta situación de monocultivo de la uva comenzó a mostrar claros síntomas de crisis durante la primera década del siglo XX, a causa, fundamentalmente, del exceso de la zona productora a escala provincial y de la escasez de agua para riego que padecía la vega de Alhama.
El pueblo sólo disponía como fuente continua de abastecimiento el manantial termal del Balneario, que dotaba a la zona regable con un caudal en continuo de 40 l/s. Estas agua constituían una auténtica riqueza para sus propietarios, ya que el m3 en propiedad estaba valorado en 1,10 pts/m3 y en la venta parcial de horas durante los meses más secos se cotizaba a 0,70 ptas/ m3. En la parte meridional del pueblo también se utilizaban manantiales de pequeña importancia, como los del Moralillo y el de Gatuna. Además, las avenidas asociadas a las lluvias torrenciales del Barranco del Pasillo eran recogidas en la Balsa del Olivillo y distribuidas por la acequia del mismo nombre. Estas aguas de escorrentía del Pasillo también eran utilizadas aguas abajo de la angostura mediante la disposición de boqueras en el cauce.
A esta carencia de recursos hídricos había que sumar los resultados económicos sorprendentemente catastróficos del año 1904, en el que la gran oferta de producto devaluó considerablemente la cotización de la uva.
Ante esta coyuntura adversa, tuvo lugar el 14 de octubre de 1905 una reunión ciudadana en la sala capitular del Ayuntamiento de Alhama en la que Nicolás Salmerón expuso la necesidad de dotar a la zona con nuevos recursos hídricos, al objeto de garantizar el sostenimiento y la extensión de las explotaciones agrícolas y permitir el abandono gradual del monocultivo de la uva, cuya rentabilidad había sido cuestionada tras los resultados de la campaña agrícola del año anterior.
"La crisis uvera hace pensar en cambiar el sistema agrario de producción, y la escasez de aguas de riego, amenaza con una ruina a la región, que no ve posible cultivar sus tierras con sistemas que puedan adaptarse a la aridez de su sequía africana.
Urge, pues, buscar agua: el agua es la salvación de la vega, y a buscarla, a captarla, y a distribuirla como savia regeneradora, dirigen todas sus energías los alhameños...
...El aumento de la cantidad de agua hará como consecuencia extender la zona regable, o asegurar la superficie de la actual, hoy de peligrosa estabilidad. Resolverá en parte la crisis actual de la comarca, puesto que permitirá cambiar los cultivos, destinando grandes extensiones a explotaciones intensivas... "
Considerando los asistentes que las únicas aguas corrientes que eran utilizadas con cierta regularidad eran las del barranco del Pasillo y la existencia de una cerrada de condiciones topográficas adecuadas, fue concebida la idea de construir un pantano en el mismo, que pudiera almacenar las aguas de parte de las vertientes de la Sierra de Gádor.
"Por iniciativa del ilustre hijo de Alhama, D. Nicolás Samerón, y alentados por su concurso, las personalidades de este pueblo fijaron su atención en las aguas de este barranco (El Pasillo) y en la posibilidad de poder captarlas para el riego de su vega."
Este día 14 de octubre de 1905, no solo será recordado por ser cuando la población de Alhama se unió para poner fin a su secular falta de agua, además, lo será siempre porque Nicolás Salmerón partió de su Alhama natal hacia Madrid para no regresar nunca más.