El Eco de Alhama número 28                                                                                                                                                                         Historia

La provincia de Almería, y en particular la cuenca del río Andarax, es un claro exponente de esta situación, pues a pesar de tener unas condiciones climatológicas óptimas para el cultivo de distintas especies vegetales de utilidad para el hombre, como ya recogían en sus escritos los viajeros que visitaron la comarca siglos atrás, ha visto limitado el desarrollo de sus explotaciones agrícolas a causa de las particularidades de su ciclo hidrológico, caracterizado por las escasas precipitaciones propias de una zona árida y por su marcada variabilidad temporal y espacial. Esta variabilidad motiva la inexistencia de cauces permanentes y el carácter torrencial del régimen hidrológico, estando ligados los únicos cauces permanentes al afloramiento puntual y en muchos casos estacional de aguas subterráneas.

La fundación de la villa de Alhama en la antigüedad es un claro ejemplo de acercamiento del hombre al recurso, materializado en el desarrollo de la vida al amparo de las aguas termales existentes. El análisis de la toponimia de la población denota la importancia de la presencia de recursos hídricos aprovechables en la zona, la voz al-Hamma (la fuente termal) designaba un lugar de baños o bien rico en agua calientes.

Tras el gran terremoto de 1522, este desarrollo social y económico se vería gravemente afectado, ya que el movimiento sísmico ocasionó que las distintas surgencias de aguas subterráneas dejaran de manar. La pérdida de las aguas supuso la despoblación, el abandono y el inicio de una profunda crisis que abarcaría algo más de cien años de su historia. No sería hasta finales del siglo XVI, en que las aguas volvieron a brotar del subsuelo, cuando la zona comenzara una lenta pero efectiva recuperación socioeconómica, que se convertiría en bonanza en el siglo XIX con la minería y la uva de embarque.

Es a comienzos del siglo XX, en los que la rentabilidad de la actividad agrícola y sus labores asociadas, principales fuentes de riqueza de la comarca, comenzaron a ser puestas en entredicho, en parte por la carencia de recursos hídricos, cuando surge la técnica como solución para el empleo de aguas no utilizadas hasta la fecha y propiciar el acercamiento del recurso al hombre.

Aunque no ejecutado finalmente, y envuelto a través de los tiempos en un halo de frustración política y social, la primera ocasión en la que el aprovechamiento de los recursos hídricos en Alhama de Almería pretendió superar el estadío de enclave, para convertirse en un fenómeno de mayor escala, tuvo lugar hace ahora un siglo, en la que sus habitantes promovieron la construcción del Pantano del Pasillo.

Un ejemplo de acercamiento del recurso al hombre lo constituye la noria de canjilones, introducida en la península por los árabes, cuya utilización se prolongó hasta el siglo XX. A la izquierda, esquema de funcionamiento de la noria según Llauradó (1878). A la derecha, noria del Campo de Níjar en la actualidad. Foto del autor.

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