Estos fotógrafos transeúntes serán los profesionales responsables de la aparición de los fotógrafos locales debido a que se dedicaron a enseñar este arte al tiempo que vendían el material necesario: cámaras, trípodes, placas, y productos de fijado y revelado.
Pero la fijación de la imagen perdurable y resistente, se logró en 1869 con la invención del celuloide. Hacia fines del siglo XIX fueron fabricadas en escala comercial.
El invento de la película en rollo marcó el final de la era fotográfica primitiva y el comienzo de una etapa durante la cual aparecieron miles de fotógrafos aficionados que se interesaron en el nuevo invento.
En la primera década del siglo XX la fotografía comercial en blanco y negro fue creciendo rápidamente, y en 1907 se comenzaron a utilizar unas placas de cristal llamadas Autochromes Lumiére en homenaje a sus creadores, los franceses Auguste y Louis Lumiére.
La fotografía se constituyó así en un arte y una novedad para la burguesía de la época, proliferó como un oficio, pues era requerido por personajes de la política, la cultura y la vida mundana, que valoraban en la fotografía la posibilidad de permanecer para la posteridad, reflejada su imagen lo más cercana a la realidad; y así perpetuarse en el recuerdo de sus descendientes.
La fotografía se comienza a convertir además de en un arte, en un excelente instrumento de documentación social, su poder de reproducir exactamente la realidad externa le presta un carácter documental, es memoria y es visualización; es crónica, es reflejo de situaciones humanas y en ocasiones es mensaje expresivo e interpretativo. Debido a estos atributos de la fotografía, podemos clasificar las producciones fotográficas en: comerciales, publicitarias, artísticas, de documentación social, manipuladas o retocadas, retratos, naturaleza, etc.
Alhama, durante muchos años, quedó al margen ante este avance tecnológico y fueron los fotógrafos ambulantes los que acudían al pueblo coincidiendo, fundamentalmente, con las fiestas de San Nicolás para dejarnos constancia de aquellos momentos festivos. A ellos debemos las primeras fotografías, hasta que Fermín Fernández de la Casa hace su aparición en el municipio a principios de la década de los años sesenta, justo cuando en Alhama comienza a darse un despliegue económico y social importante. En esta época hacen su aparición las fábricas de materiales prefabricados para la construcción de Juan Cirera y de Miguel Carretero, que dan puestos de trabajo a numerosas familias alhameñas. El resurgir de la uva del barco o uva de "Ohanes" comienza, pues Alhama ya tiene agua, Don Salvador Hernández Mellado se constituyó en un motor de desarrollo económico agrícola al ofrecer un importante número de puestos de trabajo a los hombres y mujeres de Alhama, casi todas las casas del pueblo tenían a uno de sus miembros trabajando en la faena uvera tanto en el almacén de Alhama como en el de Huéchar. Condiciones todas estas que influyen en la economía de las familias alhameñas y que permiten que un fotógrafo pueda asentarse en el pueblo y convertirse en fotógrafo fijo.
Fermín había nacido en Alhabia, pero vivía en Canjáyar. Hijo y hermano de fotógrafos, aprendió de ellos la técnica y el oficio de la fotografía. Se abrió campo por los pueblos de los alrededores a su lugar de residencia. Y así llegó al Alhama en el año 1962, primero lo hacía de forma transeúnte y años después cuando contrajo matrimonio, en 1966, fijó su residencia aquí.
Las cámaras que utilizaba, eran de rollo de película. Nunca tuvo un estudio fotográfico propiamente dicho, sí una pequeña estancia donde poder hacer fotos de carné, o retratos de medio cuerpo y un cuarto oscuro donde poder revelar.
Lo suyo era el exterior. Las bodas, los bautizos, las comuniones, una procesión, un baile, un cumpleaños, cualquier evento o efeméride se convertían en "su estudio de exterior", así es muy rara la casa que no tiene en su colección particular una fotografía delante de San Nicolás o de la Virgen, o aquella otra en la que el agua llegaba a Alhama la Seca y aparecemos muy contentos delante del chorro.
Recuerda, aún con cierta emoción, cómo se requirió su presencia la madrugada del día 3 de noviembre de 1968 cuando la estatua de Don Nicolás Salmerón volvió a ser colocada en su pedestal del Paseo que hoy lleva su nombre. Sus fotografías constituyen un documento gráfico de primer orden a la hora de estudiar este periodo de la historia de Alhama de Almería.
Recuerda Fermín cómo en los primeros años, las fotografías eran en blanco y negro y cómo en ocasiones pasaba toda la noche revelando las fotos para poder tenerlas a tiempo. Más tarde, con la aparición del color, el revelado ya se lo hacían en un estudio de Almería, pues el color requería de unos procedimientos que en su modesto cuarto oscuro él no tenía.
En la actualidad, Fermín Fernández de la Casa disfruta de una merecida jubilación, atesorando entre sus recuerdos los principales acontecimientos políticos y sociales que tuvieron como escenario las calles de este pueblo, su pueblo.