EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 25 | Nicolás Salmerón y Alonso, 1908-2008 |
Sobre un inédito
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Antonio Heredia Soriano |
Profesor de la Universidad de Salamanca. Autor de "El pensamiento filosófico de Nicolás Salmerón" (1972) primera tesis doctora! escrita sobre Salmerón, impulsor en 1978 de los "Seminarios de Historia de la Filosofía Española" y autor de numerosos artículos y otros estudios sobre el pensamiento español contemporáneo. |
Amigos, adversarios y enemigos, nunca nadie ha puesto en duda la importancia de Nicolás Salmerón y Alonso en la historia política española. Todos aceptan de buen grado que la segunda parte del siglo XIX y primeros años del XX no se entienden sin su presencia activa en la vida pública del país, clamando en múltiples y diversos foros, generalmente de signo republicano, obrero y de cultura popular, ocupado y preocupado por hacer una España mejor. Esto es rigurosamente cierto. Pero también lo es que muy pocos, casi nadie, por razones fácilmente comprensibles, han podido o han querido valorarlo como filósofo genuino.
Es verdad que muchos lo han estimado como orador singular, que ha sembrado sus discursos de profundos y brillantes pensamientos, hijos de una mente reflexiva y privilegiada. Y eso hasta el punto de haber sido calificado en su tiempo por persona bien entendida, como el filósofo por antonomasia del Parlamento. También eso ha sido reconocido después por la generalidad de los historiadores y críticos, afines o no a su ideología. Pero no se trata aquí de este aspecto en cierto modo popular de su leyenda como orador parlamentario. Se trata de algo diferente, y es que Salmerón ha cumplido también en la historia de la filosofía española un papel relevante como riguroso cultivador de la filosofía en el sentido más académico y estricto de la palabra.
Esta obra inédita que muy pronto verá la luz en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, contiene las explicaciones de clase que como profesor de Antropología impartió en el Colegio Internacional entre 1868 y 1874. |
El problema que ha tenido don Nicolás para su reconocimiento como tal filósofo en el sentido fuerte de que hablamos, ha sido la escasez de trabajos rigurosamente filosóficos que dio a la imprenta. Y cuando lo hizo fue principalmente en aportaciones consideradas de género menor, como son los prólogos y artículos de revista, aunque no por ello menos importantes desde el punto de vista del contenido. En todo caso en un género literario secundario, no autónomo (sobre todo los prólogos), destinado a quedar semioculto en los catálogos bibliográficos de las casas editoriales.
Nicolás Salmerón ha dejado inédita una obra densa de estricto significado filosófico, cuyo conocimiento es obligado para comprender un capítulo imprescindible de nuestra historia. |
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Pero Nicolás Salmerón ha dejado inédita una obra densa de estricto significado filosófico, cuyo conocimiento es obligado para comprender un capítulo imprescindible de nuestra historia contemporánea en este orden. A través de Salmerón podemos llegar no sólo a una de las formas más singulares de la recepción efectiva que se hizo en España de la filosofía europea (no sólo de la krausista) en los años 60 y 70 del siglo XIX, sino a una de las propuestas más brillantes y con visión de futuro realizadas en nuestro medio.
Podemos observar además su gran capacidad analítica para captar el núcleo de cada problema y doctrina, y sobre todo el equilibrio que supo guardar siempre entre las diversas corrientes entonces en boga, como eran, entre otras, el criticismo, el positivismo, el idealismo, el eclecticismo y la escolástica. De cada una supo extraer lo que creyó más positivo en orden a la construcción de un sistema de pensamiento, que toca ahora al historiador desentrañar.
Por lo tanto, para llegar al Salmerón filósofo, digamos académico y profesional, no podemos quedarnos en los trabajos que dio a la imprenta. Hemos de ir a los inéditos de su etapa juvenil madura, entre otras razones porque en ellos se encuentran sus reflexiones más orgánicas y completas sobre diversos aspectos de la filosofía. Y entre todos los inéditos, el más importante por la integridad de sus planteamientos y composición, y por la influencia que de hecho ejerció en la dirección filosófica de una parte de sus contemporáneos, está el titulado por él mismo Doctrinal de Antropología.
Esta obra inédita de don Nicolás, que muy pronto verá la luz en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, contiene las explicaciones de clase que como profesor de Antropología impartió en el Colegio Internacional (Madrid) entre 1868 y 1874; esto es, entre los 31 y 37 años de su edad, justo por los años en que se iniciaba como orador parlamentario. La obra ha llegado a nosotros en tres copias recogidas en cuatro cuadernos, conservados como oro en paño en el archivo familiar de Salmerón en Alhama de Almería.
Por ella vemos cómo este ilustre hijo de Alhama, uno de los jóvenes krausistas más brillantes de su generación, es el primero que organiza en España las bases de una disciplina que con el tiempo se llamaría Antropología filosófica, una de las materias estrella de las actuales Facultades de Filosofía. Constituye además este inédito la primera muestra española hasta hoy conocida de libro de texto de una tal disciplina, que no sólo arrimó a las Ciencias Naturales sino que incluyó en ella como apéndice el estudio positivo de la sociedad. De esta manera se anticipó Salmerón a las corrientes hoy más en boga en el ámbito de esta especialidad filosófica, donde se procura la colaboración de varios y plurales métodos, unidos pero no confundidos, para ofrecer una imagen lo más completa posible del hombre.
Constituye, pues, el descubrimiento y publicación del Doctrinal de Antropología, todo un acontecimiento cultural destinado a renovar, en el centenario de la muerte de Salmerón, su imagen como filósofo estricto. A partir de este documento no será conocido sólo como político y orador parlamentario; o como fundador del periódico La Justicia, que tuvo la virtualidad de reunir en sus páginas a una parte de la flor y nata del periodismo español de finales del XIX; o como abogado eficaz en múltiples causas y sonoros procesos; o como redactor de cartas familiares dignas de figurar al lado de las que escribió otro "bético" universal, nuestro Séneca...
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