EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 25 Nicolás Salmerón y Alonso, 1908-2008
 

Don Nicolás Salmerón y Alonso

Francisco Abel Saldaña Martínez
de Bachiller de Humanidades

En un lugar de Almería de cuyo nombre si quiero acordarme, Alhama la Seca, nació un 10 de abril de 1837 un niño bautizado como Nicolás María del Carmen que apenas llegaría a conocer a su madre, ya que ésta moriría meses después de alumbrar a su retoño. Inició sus estudios de Derecho y Filosofía y Letras, que terminó con sobresaliente. Casó con Catalina García Pérez, que durante toda su vida profesaría gran amor por su esposo. Fue encarcelado por su ideal democrático bajo el reinado de Isabel II, pero tras la revolución de 1868, que supuso el destronamiento de la reina, ocupó durante la I República española cargos como el de Ministro de Gracia y Justicia, llegando a ser nombrado Presidente del Gobierno el 18 de Julio de 1873, cargo que dejó por negarse a firmar una pena de muerte el 7 de septiembre de ese mismo año. En el verano de 1908, cuando disponía el regreso a su pueblo natal para tomar las aguas termales que tanto bien le hacían en su maltrecha salud, le comunicaron que quien le cuidaba la finca había contraído una fuerte tuberculosis, y a causa de esto su familia decidió que para no agravar aún más su enfermedad cambiarían el destino, marchándose así a Pau, donde murió el 20 de septiembre de 1908.

Esto es a minuciosa escala lo que los alhameños conocemos de nuestro más ilustre vecino, y tal vez seamos los que más conozcamos de él en todo el país. Podríamos decir que Salmerón es uno de los grandes olvidados de la historia de España, uno de esos personajes que a pesar de su labor es un desconocido para el ciudadano, pues cuántos no dijeron que "la estatua de la Puerta Purchena es un monumento al caminante", pero en cierta parte no se equivocan, pues caminaba por unos caminos de sabiduría e intelectualismo muy avanzados para su época. Su pensamiento puede aplicarse perfectamente a la actualidad como manifestamos los alumnos del I.E.S Cerro Milano el pasado 8 de Mayo con lemas como: la igualdad entre hombres y mujeres, no a la corrupción, no a la guerra, en defensa del arte, de la ciencia, de la vida, de la dignidad... Estos lemas siguen siendo las reivindicaciones del S. XXI, siguen siendo el clamor de la justicia, pues la sociedad sigue cometiendo los, mismos errores, y es por la falta de personas hone.stas y fieles a sus principios, por culpa de personas insolidarias que se dejan llevar por su egoísmo y no se paran a pensar en las necesidades ajenas.

Salmerón, como todo ser humano tendría cualidades y defectos, pero entendía la política no como un medio para ensalzar su figura y su bolsillo, sino como un medio de servir al pueblo mejorando sus condiciones. Es en sus discursos políticos donde se aprecia su gran talante intelectual y humano, pero esto se puede confirmar más profundamente en su ámbito privado, muestra de ello es una carta que le escribe a su sobrino Pepito diciéndole que agradezca y aproveche la oportunidad que tiene de estudiar, pues si él esta disfrutando de una beca es gracias al sacrificio de otras personas, por esto ha de devolver a la sociedad el bien que ahora recibe. Este consejo que le dio su tío no lo olvidaría Pepito, que fue uno de los médicos fallecidos en la epidemia de gripe del S.XX en cumplimento de su deber atendiendo a otros Alhameños. Salmerón destacó por su claridad mental y la fidelidad a sus ideas.

Como buen niño curioso, de pequeño siempre preguntaba quien era el cabezudo del parque, y siempre me confundía diciendo "San Nicolás Salmerón". Mi madre me contaba las historias, gustos, y forma de ser de Salmerón, así conocí su parte más humana, el trato que tenía con la gente del pueblo, y nunca oí que tuviera un enfrentamiento con nadie, pues una de las facetas que más admiro de nuestro vecino es su tolerancia y gran respeto, defendiendo que todas las personas tenemos derecho a expresarnos tal y como pensamos. Algunas veces jugaba a ser él y me iba a la Silla de Salmerón en Las Piedras del Conjuro, me sentaba y contemplaba el paisaje, era bello y hermoso, mientras tanto pensaba que algún día sería presidente de España y así tendría un parque donde estaría mi busto, pues a pesar de que sólo conocía la parte más sencilla y humana de Salmerón ya sentía una gran admiración por quien como yo estaba deseando de ver al Niño Dios correr por las calles de Alhama un año más.