EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 24 | HISTORIA |
LA LUCHA POR EL AGUA (II)Emilio García Campra
Nada más lejos de nuestro ánimo que remover, con precipitadas valoraciones, el pasado reciente de Alhama relacionado con sus aguas. Cuanto manifestamos más adelante, en modo alguno pretende contribuir a herir sensibilidades o, por el contrario, alimentar demagogias. Es verdad que parte de los sucesos a que nos referimos están aún calientes, por lo tanto, de delicado o difícil enfoque. No obstante, sin entrar en rotundas calificaciones, los hechos están ahí; son como son, y no parece imprudente dejar constancia de ellos. Otra cosa es que el relator, en esta temprana aproximación, acierte o no a reflejarlos con la necesaria objetividad, tal como sucedieron. Es el riesgo que asumimos, naturalmente abiertos a la rectificación del mejor informado. Desde luego, tratamos sólo de aportar nuestro granito de arena para que tales hechos no se diluyan en la oscuridad del silencio y, en definitiva, de ellos perdamos su memoria; o lo que es peor, caigan en un interesado olvido. Para tejer con acierto el futuro de cualquier pueblo –que es lo que realmente importa- es obvio que precisamos conocer de manera sosegada, pero también cabal, todo su pasado. El derrumbe de las antiguas estructuras. Hacia 1915 los responsables de la fuente “Olivillos” ordenaron la construcción de una galería de saneamiento. Pasadas las launas, se encontraron con un caudaloso manantial – 12 litros segundo- pero poco tiempo después quedó en seco la fuente principal. Nuevas reuniones, pleitos y actuaciones de emergencia para repartir el agua. La situación se agudizó en 1918, año de sequía extrema, llegándose a regar grandes extensiones de parras con cántaros y variopintos recipientes. Para colmo de las desgracias, en los últimos meses de este último año, la epidemia de gripe causó estragos en la población ( Amate Martínez, 273:2007) El grave pleito amenazaba la paz ciudadana y elevó las pasiones en alto grado, tal como recoge la prensa de la época ( 1) En junta de 30 de julio de este año, el presidente del balneario fue autorizado para demandar a la Sociedad Los Olivillos por la pérdida del agua, obligándola a indemnizar y reponer las cosas a su ser anterior (2) El orden cronológico de lo sucedido entonces lo seguimos a través de una notificación de la Jefatura de Minas de Almería, que por su interés transmitimos íntegra en anexo documental. Vemos así que, ante la situación creada, el entonces alcalde del pueblo Antonio Delgado Rodríguez, acuerda suspender las obras de la indicada galería. Varios vecinos, integrantes de Los Olivillos, interpusieron en 1º de agosto recurso de alzada contra los acuerdos del alcalde. Así las cosas, se llegó a una transacción temporal entre las partes, gracias a la intervención del gobernador civil de Almería, materializada en el documento que también transcribimos en anexo. Pero llegado el primero de octubre de aquel año, plazo límite señalado en dicha transacción, resulta que estaban en seco las dos fuentes. En esta situación, se recibió una Real Orden del Ministerio de Fomento, fechada el 16 de octubre, procediéndose a su cumplimiento mediante la construcción de un cierre hidráulico en la galería de Los Olivillos, proyectado y dirigido por el ingeniero Antonio Melián. El taponamiento de la galería de Los Olivillos se concluyó en junio de 1919. Esta sociedad tuvo que pagar indemnizaciones por su actuación. Entre otras, que sepamos, al balneario, en varios plazos de 1250 pesetas (3) A mediados de 1919, la fuente principal realizaba también trabajos para nueva conducción de aguas a niveles inferiores a los actuales, quedando por consiguiente indotado el establecimiento, con las consiguientes reclamaciones (4)
Las desavenencias llegaron al Tribunal Supremo, que en sentencia de fecha diez de enero de 1922, mandada cumplir por decreto del Ministerio de Fomento de 4 de octubre de 1923, y cuyo contenido exacto desconocemos por el momento, intentó zanjar las cuestiones. Sabemos que, en uno de sus fallos, ordenaba se remitiese el expediente a la resolución del gobernador civil de Almería, quien años después – 27 de diciembre de 1824 - ratifica la citada resolución de la alcaldía de Alhama de 23 de julio 1918. Las cosas iban despacio.
Toda una serie de actuaciones unilaterales, que hacen caso omiso a lo pactado, se repiten a lo largo de los años siguientes. En general, acuciados por la extrema necesidad de unos y la cerrazón de otros, se impone la insolidaridad. En el año 1925, ante la sequía general en la provincia, se hacen rogativas para que llueva, pero es tal la fatalidad que, por la prensa local nos enteramos de que: En una aldea serrana organizaron una procesión y sacaron a San Blas, patrón de la parroquia para impetrar del cielo impasible la lluvia salvadora y en la misma tarde una nube de pedriscos descargó sus iras sobre el poblado, destrozando los sembrados y los frutos en flor de los arbustos... Se diría que estamos condenados a la sequía por nuestro alto grado de imprevisión y abandono (5) La Unión Local se ocupó de la organización y reparto de las aguas de Alhama, desde 1931 a 1939, con un aceptable resultado. No obstante lo cual, una mañana del mes de febrero de 1934, aparecieron en la Plaza de Abajo, a modo de trofeo de guerra, las válvulas y tubos de latón con que el ingeniero Melian mandó taponar en 1919 la galería nueva de Los Olivillos. Unas letrillas del Carnaval se hacían eco de lo sucedido: Vaya jaleo que se ha formao Hacia principios de 1950 se formó una nueva Junta Pro-Defensa Fuente y Balsa Principal, bajo la presidencia de Nicolás López Marín y en la que se integraban también Juan Artés Salmerón, Tomás Ordoño López y Nicolás Rodríguez Boti. Esta nueva Junta, en unión de la representación del Progreso Social – Los Olivillos- y el Ayuntamiento, acordaron unas Bases de Transacción, dadas a conocer a los vecinos en una hoja impresa con el título de Estipulaciones. Tres días más tarde, se otorgó por las citadas tres partes interesadas, escritura de convenio. El objetivo prioritario consistía en asegurar el abasto de agua al vecindario. Los del Olivillo tendrían derecho al 21 % de particiones en la nueva sociedad. Con este convenio se dan por zanjadas y transigidas cuantas cuestiones eran motivo de disensión entre sus respectivas representadas. Con el alumbramiento de aguas en el río Andarax por parte del Grupo Sindical de Colonización nº 7, fundado en 1951, se aseguró durante algunos años los cultivos en la vega baja. Pero la aparición de los Decididos, les obligó a fijar los precios del agua por debajo de los costes, lo que precipitó su extinción. En definitiva, la confirmación más adelante del éxito alcanzado por Los Decididos –que en trabajo aparte realiza Maria Carmen Amate- provocó el derrumbe de parte de las antiguas estructuras de riego en el pueblo. Sin embargo, es de justicia resaltar que el arranque de un nuevo futuro para este pueblo, sumido por entonces en la incertidumbre más absoluta, vino de la mano de otro ilustre alhameño, al que dedicamos ahora unas breves líneas.
Época José Artés de Arcos Sin embargo, si examinamos reposadamente el paso por el pueblo de Artés de Arcos y hacemos balance de su actuación, es justo proclamar que las luces superan holgadamente a las sombras. El hecho de hacer renacer el Balneario, signo emblemático del pueblo, rescatándolo del poder político que lo atenazaba, fue todo un difícil reto. Como indicamos, no es mi propósito biografiar aquí a Artés de Arcos, pero sí el de contribuir a reavivar su recuerdo, pues es verdad cuanto al respecto se dice en un trabajo reciente: Muchas veces ocurre que la frase “nadie es profeta en su tierra” se convierte en realidad... Don José Artes de Arcos, alhameño, persona emprendedora donde las haya, empresario que llegó a lograr unas metas envidiables, ha pasado a estar casi olvidado por su pueblo... (6) En nuestra opinión, Artés de Arcos aportó, más que dinero, que también, un caudal de buena voluntad y larga experiencia – son sus propias palabras – lo que sin duda permitió dinamizar e ilusionar de nuevo a un pueblo sumido en esos momentos en la desmoralización total, tras los últimos fracasos en la captación de aguas. Seguramente el procedimiento seguido en algún momento de esta recuperación fue autoritario y no del agrado de todos, enconando los ánimos, pero es innegable que, ante una situación en la que estaba todo perdido, quien arriesga su dinero para superarla sea también el encargado de marcar el camino. Por eso creemos injustos algunos calificativos despectivos con que en ocasiones se le ha etiquetado, nacidos unas veces del rencor y otras de la fácil demagogia (7)
(x) En Octubre de 1969 las subastas de agua fueron prohibidas por las autoridades.
(1) Entandar: de en y tanda. Distribuir las horas de riego en una comunidad de regantes. Palabra de origen murciano o levantino. Buena parte de los apeadores de las tierras almerienses procedían de aquellos lugares.
Las ventas de agua en subasta pública. Las ventas de agua para riego, como sabemos, no son un asunto nuevo. Se realizaron transacciones desde siempre en nuestras tierras atormentadas por la sequía. En Alhama también. Sin remontarnos a distantes épocas, nos vamos a referir ahora, por ejemplo, a la situación en el 1925, uno de los años relevantes en la larga lista de la cruel sequía. El precio al que corría por aquellas fechas la hora de agua de la fuente era de 75 pesetas, para un caudal aproximado de 28 litros segundo. No sabemos lo que habrán de producir las parras agonizantes para sufragar este derroche, decía por entonces la prensa almeriense (8) Desconocemos cómo fijaban el precio, pero sí sabemos que tales ventas se justificaban en la necesidad de disponer de más fondos con que atender los trabajos de captación, con el objeto de ampliar los cultivos. Tenemos antecedentes de que hay señores que se oponen a que Alhama trabaje sus fuentes y que subasten aguas para atender a los gastos que ocasionen dichos trabajos ¿Es posible que en Alhama haya señores que se pongan a recabar firmas para oponerse a las necesidades y engrandecimiento de su pueblo? Pues sí las hay. No citamos nombres ... (9) En la década de los sesenta, tras la recuperación de los precios de la uva en los mercados y el consiguiente incremento de los cultivos, el consumo de agua se dispara y las fuentes, ayudadas por la sequía, entran en un proceso de agotamiento. Otra vez la desolación y la emigración. En el verano de 1963, bajo un sol de justicia, las gentes de Alhama hacen cola en la fuente para llenar un cántaro de agua con el que apagar su sed y atender los servicios domésticos imprescindibles. Los motores instalados en el pozo de la fuente principal, que trabajan sin descanso, llegan a bombear lodos más que agua. Fue entonces cuando ante la necesidad de emprender nuevos trabajos de captación a niveles freáticos más profundos, que suponían importantes desembolsos, se opta por el parcheo. Por estas fechas la estructura del accionariado había cambiado sustancialmente y de manera casi imperceptible. Un importante número de horas de agua habían pasado a manos de unos pocos. Entre estos últimos destacan los llamados inversionistas; aquellos que en los años de ruina habían optado sagazmente por comprar agua en vez de tierras. Su fin no era cultivar. Al menos abandonan pronto esa idea, ante el beneficio más rentable y seguro que les supone la venta de agua. Así es que se rehuyen los repartos que puedan cambiar esta situación. Entre tanto, la acumulación de pequeñas deudas arroja un monto importante, imposible de cubrir con el canon normal. El modesto partícipe, por motivos distintos, también está harto de tantos repartos que exprimen su economía. En esta situación, acuerdan hacer caja mediante las ventas de agua en subastas públicas. Los beneficios de estas ventas se destinarían, según se dice, a enjugar los gastos de extracción y mantenimiento. Se acuerda subastar días de agua para las obras de ampliación y colmar el déficit ...En consecuencia, se acuerda subastar seis días de agua al mes, siendo estos días los 5, 10, 15, 20, 25 y 30, hasta que no se haga la liquidación del déficit en dicha Fuente y Balsa Principal (10)
Pero el desarrollo y cumplimiento efectivo de estos acuerdos trajo, como siempre, enconadas disputas, abusos, suspicacias y duros enfrentamientos. En palabras de José Artés de Arcos: El egoísmo de unos pocos dificulta el justo reparto del agua... y ha ido a parar entre las manos de unos pocos la mayor cantidad de horas de riego y que después se venden a precios exorbitantes, como 1650 pesetas la hora (11)
Estamos hablando de subastas y el propio término, en su viejo significado latino, - sub hasta, bajo la lanza – nos trae el recuerdo de cruentas batallas, donde el botín recogido se anunciaba blandiendo una lanza. Salvando las múltiples distancias, veamos con detalle el desarrollo de una de estas postreras subastas públicas de agua en Alhama. Los datos esenciales de lo ocurrido son rigurosamente ciertos. He preferido silenciar el nombre de algunos protagonistas; otros aparecen con nombres supuestos. La historia completa me la contó un amigo de infancia, no ha muchos años. Por lo demás, al transcribirla me acompaño del sentimiento y de insignificantes recreaciones con pretensiones literarias, de cuya torpeza espero ser perdonado por el benevolente lector.
Al declinar de una larga y sofocante tarde de verano, Nicolás, Antonio y Joaquín, agricultores alhameños, regresaban a sus casas. Caminaban pausadamente por los empinados caminos del pueblo. Un silencio angustioso, a penas roto por el sonido que producían los cascos de las caballerías que les acompañaban, dominaba el ambiente. Venían de realizar algunas labores a sus parras retorcidas por la sed. Sabían que aquella noche se subastaban 24 horas de agua de la fuente, pues habían oído el pregón. Estaban decididos a adquirir algunas horas. Era cuestión de vida o muerte. Tras el paso por sus hogares, se dirigen a participar en la subasta provistos de algunos billetes verdes, reunidos a golpe de sacrificios. La noche se había adueñado completamente de aquel 30 de agosto de 1966. Llegan a La Tertulia, el elegante café del pueblo. Como en tantas otras ocasiones, allí se celebraba la subasta. Al fondo de la sala, el presidente y el secretario sentados junto a una mesa, aguardaban el momento de dar comienzo al acto. Sobre la mesa, frente al presidente, la larga aguja de un robusto reloj de cuerda marcaba con sonido monocorde los segundos. El secretario, con su libro de actas en las manos, estaba presto para dejar constancia escrita de la sesión. Alrededor de ellos, decenas de agricultores, ávidos de comprar agua para el riego. Las voces alteradas por los nervios, entremezcladas con el súbito y penetrante silbido de la cafetera de vapor en pleno rendimiento, producían un fragor casi ininteligible que alcanzaba la plaza inmediata. Múltiples espirales de humo, procedentes del recio tabaco negro que allí se fumaba, ayudaban a perfumar el cada vez más espeso y narcotizante ambiente de la sala. Todos conocen las reglas. El presidente anuncia el comienzo de la subasta, poniendo precio de salida a de dos horas de agua, por una sola vez. Hay un minuto para pujar. Silencio: Falta un minuto y valen doscientas pesetas, dice el presidente. Nadie se arranca. De nuevo la voz del presidente: Falta medio minuto y siguen valiendo doscientas pesetas. Los agricultores hacen ahora sus pujas: trescientas, cuatrocientas, seiscientas ... En este punto, otra vez el presidente: Falta un cuarto de minuto y está en seiscientas pesetas. Arrecian las ofertas. El pensamiento es ahora más rápido que las palabras de los postores, que atropelladamente gritan sus pujas : setecien... ochoci...mil, dos mil..., y en el último segundo, tres mil setecientas. La aguja larga del reloj de cuerda ha recorrido la vuelta completa a su esfera y el presidente dice tajante: QUEDÓ, adjudicadas las dos horas de agua a Nicolás... en tres mil setecientas pesetas. Y vuelta a empezar con otra subasta de otras dos horas de agua, en los mismos términos, repitiendo la operación hasta doce veces. En ocasiones, especialmente en la salida de ligas, cuando los riegos se hacían imprescindibles, los minutos tenían 70 segundos. Entonces, la presión de los agricultores ampliaba el tiempo y, para su desgracia, el precio. Había, pues, una tolerancia interesada. Terminada la subasta, los agricultores que se habían adjudicado el derecho a riego, siempre por una vez, y previo pago del correspondiente importe, recibían a modo de justificante un papel que escuetamente decía: Nicolás ( el resignado alhameño de turno) regará desde las 4 a las seis de la tarde. Este papel carecía de firma o cualquier otra validación, pero servía perfectamente para conseguir el agua. Hasta aquí el desarrollo oficial o externo de este asunto. Pero, además, privadamente se realizaban un número considerable de otras transacciones. El precio se fijaba con referencia al máximo alcanzado en la última subasta pública. Para estos fines existía la figura del corredor o mediador. Se trataba de persona hábil y discreta, conocedora de ese mundillo sediento. Con la menor publicidad posible – más aparente que real – corría con las horas de agua de otros partícipes, incluidas las de los grandes acaparadores a que hemos aludido. El respetable derecho de propiedad se hallaba desbordado de sus justos términos, sin barreras que evitaran su abusivo su disfrute. Al decir popular, siempre tan gráfico y sabio, se bebían la sangre del agricultor. Las subastas públicas de agua, por la fuerte tensión social que provocaron, fueron prohibidas en octubre de 1969.
Conclusiones. (1) Diario de Almería, jueves 8 de agosto de 1918. Bibliografía. ================================================================ APÉNDICE DOCUMENTAL DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DE ALHAMA. AGUAS. 1.- DIARIO DE ALMERIA, nº. 871, jueves 8 de agosto del año 1918. En la ciudad de Almería a 6 agosto de mil novecientos diez y ocho reunidos bajo la presidencia del señor Gobernador civil de la provincia don Ramón de Viala y de Aguavives, los señores don Manuel Rodríguez López, médico; don Francisco Salmerón y García, médico; don José Ibáñez Salmerón, médico; don Francisco López López, abogado; don Sebastián Cantón López, presbítero; don Nicolás Rodríguez Boti y don Manuel Cantón Rodríguez, propietarios en su condición de accionista o propietarios de la fuente principal de este pueblo ; don Francisco López Ruano, Presidente de la Sociedad “El Balneario”, don Juan Company Jiménez, médico director del mismo, y como accionista los señores don Roque Rodríguez Boti, don Nicolás López Cantón y don José Rodríguez Martínez; y los señores don Manuel Pérez Rodríguez, Presidente de la sociedad de los “ Olivillos” y don Melchor Rodríguez García, don Tomás Ordoño Rodríguez y don José Antonio Burgos Arcos, como vocales de la Junta Directiva de mencionada sociedad; asistiendo también el señor alcalde don Antonio Delgado Rodríguez, y el señor inspector provincial de Sanidad don Gabriel Ferret Obrador, actuando como secretario el infrascripto que lo es del Ayuntamiento don Francisco López Gómez. ================================== 2. DIARIO DE ALMERIA. Nº 3955, domingo 17 de mayo de 1925, p.2 3.- BOLETÍN OFICIAL DE LA PROVINCIA DE ALMERIA. 27 de diciembre de 1924.- JEFATURA DE MINAS. Número 3649. Notificación. Para informar sobre este recurso de alzada me personé en el pueblo Alhama de Almería, y conforme se hace constar en el acta que se acompaña, visité las obras de la Sociedad “Fuente de los Olivillos” y la fuente del abasto público. Almería, 27 de diciembre de 1924. El Ingeniero Jefe, Antonio Melián.
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