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Domingo
Ortiz Soler: Historiador
Etno-arqueólogo
Estudio inventario de la arquitectura agrícola
en la provincia de Almería. Alhama de Almería
y el Andarax
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Recientemente la Dirección General de Arquitectura
y Vivienda de la Consejería de Obras Públicas de la
JJAA ha editado una serie de libros monográficos de
cada una de las provincias estudiadas. Este exhaustivo
estudio-catalogación ha supuesto la oportunidad única
de realizar un "corpus" de la arquitectura vernácula
de la provincia de Almería y, por tanto, también el
objetivo de acercarnos a un patrimonio arquitectónico
rural no suficientemente reconocido y valorado, que
es parte integrante y fundamental de las señas de identidad
almeriense y de su cultura popular, economía rural e
históricamente ejemplos de patrón de asentamiento en
el medio ecológico desde la antigüedad más ancestral
y cercana a la vez. Aprovechamos para reivindicar el
interés y el contenido cultural de esta parte integrante
del Patrimonio Cultural y Arquitectónico de interés
etnográfico que definen a su vez un espacio de ocupación
humana en el medio ecológico, y que a lo largo del espacio
y del tiempo histórico ha creado en el mundo mediterráneo
una arquitectura específicamente similar y con tradición
mediterránea. |
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En esta modalidad de arquitectura lo mismo encontramos ejemplos
constructivos de unas construcciones eminentemente populares
-arquitecturas sin arquitecto- que las ligadas a diseños de
época de la burguesía rural, que pobló el agro para su explotación
sistemática, enriquecida por estas producciones agrarias,
sobre todo de la uva, que crea una específica construcción
que denominamos como "cortijos uveros", específicamente diseñados
para estas funciones de producción y transformación, que funcionaban
a su vez como áreas residenciales estivales o de temporada
de recogida de cosecha de los grandes terratenientes, con
su hábitat de aparcería, zona de recreo como ampliación de
la vivienda, conjuntada a su vez con los espacios dedicados
a las tareas agrícolas -áreas de trabajo-. La arquitectura
popular en el medio rural es la que nace del pueblo, de la
tradición constructiva en contraposición a la arquitectura
de diseño que es producto de una determinada ideología. Con
ello tratamos de mentalizar a los ciudadanos y a los propietarios
de estas arquitecturas de la necesidad de difundir y valorar
estos inmuebles como parte integrante del conjunto de elementos
culturales en los que un determinado grupo de personas ha
plasmado sus modos de vida, sus señas de identidad, y como
consecuencia de esta mentalización, tratar de revalorizar
estas construcciones destinándolas a actividades distintas
a las que constituyeron origen, tal puede ser la conversión
en alojamientos rurales que respondan a la creciente demanda
de esta modalidad de turismo: el turismo rural.
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Con este trabajo de campo se han seleccionado una muestra
de 423 edificios de interés general, 105 seleccionados específicamente
por su relevancia arquitectónica entre las miles de construcciones
de este tipo que pueblan la provincia repartidos entre 75
municipios almerienses. Desgraciadamentee observamos que,
desde 1997, fecha en la que iniciamos este trabajo de campo,
han desaparecido un 30% de ellos y el resto muestra un progresivo
deterioro por falta de atención para su rehabilitación y puesta
en valor como alojamiento público, o segunda residencia de
los propietarios.
Para lograr la rehabilitación de este tipo de construcciones
se hace necesaria la participación de los particulares y de
las administraciones competentes. Pues desdichadamente, de
continuar en esta línea, cuando desaparezcan estos edificios
sólo nos quedará como recuerdo de consulta este u otro libro
dedicados a aportar una muestra de esta tipología de construcciones.
Es el caso de "Cortijos, Haciendas y Lagares. Arquitectura
de las grandes explotaciones agrícolas de Andalucía. Provincia
de Almería", al tiempo que su destrucción impedirá a las futuras
generaciones disfrutar con el uso de estos inmuebles, que
tuvieron vida propia en un pasado no tan lejano.
Sirva esta argumentación para unirnos a la reflexión generalizada
en defensa de este patrimonio arquitectónico en pro de su
conservación y desarrollo. Y valga este artículo como apunte
y aportación para la potenciación de los valores culturales
y turísticos de las manifestaciones arquitectónicas del medio
rural y urbano de la geografía almeriense. Y es precisamente
en la Comarca del Andaráx donde también nos encontramos con
una arquitectura vernácula digna de ser conservada y constituida
por una serie de construcciones rurales, destinadas para vivienda
que se han ido transmitiendo a través de generaciones junto
a los modo de vida rural constituyéndose en alternativa al
turismo convencional.
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EL INVENTARIO ARQUITECTÓNICO RURAL DE
ALHAMA DE ALMERÍA
En el territorio de Alhama ha convivido la arquitectura "monumental"
y la popular desde siempre, de la que hay ya escasos y mal
conservadas muestras, unas correspondientes a cortijos burgueses,
otras al estamento de pequeños propietarios y al obrero, pero
todas con la característica fachada simple o compuesta y distribución
interior e interiorismo mueble y unas variantes autóctonas
de viviendas cueva también dedicadas a la producción agrícola,
pastoril y uvera. Nos encontramos ante una armoniosa síntesis
de naturaleza, arte e historia en el corazón geográfico del
valle del Andaráx. Además de su adscripción a determinadas
tradiciones constructivas, el aspecto funcional de las edificaciones
de esta Comarca constituye otra de las claves esenciales de
su fisonomía, al determinar las exigencias a las que se han
de subordinar las construcciones. A grandes rasgos la viña
y la huerta han sentado las bases de la producción zonal.
La dedicación específica, la escala y el grado de especialización
o de otras combinaciones de aprovechamiento en cada unidad
arquitectónica ha tenido una repercusión directa en su configuración,
junto con los condicionantes físicos y socioeconómicos de
su entorno. Desde la óptica funcional se constata un uso relevante
de la producción uvera como enclave de producción comercial.
Puede hacerse referencia a las edificaciones ligadas de modo
predominante, o en origen, a la explotación de la uva, que
forma un grupo muy numeroso, junto con un notable contraste
en el tamaño de las propiedades y explotaciones, caracterizadas
por la dicotomía latifundismo-minifundismo. Esta es pues la
distinción funcional de los edificios agrícolas de esta comarca.
EL PAISAJE AGRARIO HABITADO
En el origen de la organización territorial musulmana medieval
se encuentra la actual pervivencia de articulación del espacio
agrario, que constituiría el punto de partida de la posterior
evolución del territorio para persistir durante estos siglos
en mucho de sus aspectos. Con la época islámica se acometieron
una profunda transformación del paisaje actual, creando uno
nuevo y característico con respecto a la época anterior romana.
Se asiste, pues a la construcción del terreno agrícola en
aterrazamientos en ladera en valles y vegas. Precisamente
para soslayar las duras condiciones impuestas por el relieve
y la faltar secular de agua, se emprendió el aterrazamiento
de vertientes en pequeñas parcelas -bancales- con muros de
contención -caballones de tierra, balates de piedra que ha
caracterizado el paisaje de este territorio y la pervivencia
de un oficio de "pedreros" "balateros", muy tradicional en
esta zona de Alhama. El cultivo en parrales de la uva de mesa
ocuparía estos espacios del agro que se convirtió en el ramo
más dinámico de la agricultura del Andarax, y uno de los pilares
de la economía provincial, desde mediados del siglo XIX hasta
la década de 1930, llegándose a implantarse casi como un monocultivo
de especulación comercial en el valle del Andarax y las cuencas
vecinas, de donde desplazó al tradicional poli cultivo alimentario,
exportándose a mercados internacionales como Inglaterra, Alemania,
Europa del Norte y Estados Unidos. Todo este complejo dinámico
articulado dio lugar a la implantación de cortijos de tipología
uvera, permitiendo que estas edificaciones rurales sirviesen
de centro productor al tiempo que transformador de estos cultivos.
Así pues, en el XIX, el aumento de la riqueza y los intercambios
propiciados por el auge y ascenso de los cultivos especulativos
comerciales como la uva de embarque principalmente, que dio
lugar a la formación de algunas grandes explotaciones, abrieron
ya una nueva etapa con palpable repercusión en el horizonte
constructivo de las unidades agrícolas, plasmándose ya las
nuevas corrientes arquitectónicas. Desde mediados de dicha
centuria, y de manera acelerada a partir del último tercio,
se consta la multiplicación de nuevas construcciones y la
exhaustiva reforma de muchas otras, en un proceso de colonización
intensiva del medio agrario y de modernización de sus edificaciones
que se prolongaría hasta mediados del siglo XX.
En este momento las manifestaciones de la arquitectura burguesa,
desde perspectivas de corte academicista, modernista, regionalista
dejaron su impronta en multitud de edificaciones agrícolas,
hasta el punto de marcar un sello característico al conjunto
de la arquitectura rural. La influencia de los lenguajes cultos
del cambio de siglo se produjo, en primer lugar en la racionalización
de las edificaciones, concebida ahora con intervenciones planificadas
con mayor sentido unitario y no como resultado de la paulatina
adición de piezas según las necesidades, dando lugar a plantas
de un desarrollo más regular y ordenado y a piezas más especializadas
y diferenciadas según su jerarquía y función, incorporándose
elementos propios del diseño de las tendencias de procedencia
urbana, frente a la parquedad de la construcción vernácula
que se remodela para su readaptación a las nuevas necesidades
de producción, sin apenas variaciones tipológicas tradicionales.
El grado de penetración de estas tendencias en la arquitectura
agrícola fue a su vez muy diverso en cuanto a su distribución
e intensidad. En este trabajo centrado fundamentalmente en
las arquitecturas de las explotaciones agrícolas, se ha recogido
un nutrido repertorio de edificios en los que prima ambas
intenciones: las estilísticas y las populares. En su mayoría
se concentran en las vegas de cultivos especulativos cerca
de los principales núcleos urbanos, o en caso más dispersos
Y he aquí, pues un ejemplo de pervivencia de la arquitectura
vernácula y las de difusión de determinados lenguajes cultos,
materiales tradicionales e innovaciones tecnológicas, conjunción
de soluciones y estilos, que en un dilatado proceso que el
curso de varios siglos consolidó el panorama de la arquitectura
de las grandes explotaciones agrarias de Almería hasta mediados
del siglo XX, para caer en el últimos tercio de este siglo
en un rápido e irreversible declive al trastocarse por completo
las bases de la economía agraria que lo sustentaba.
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LA REPRESENTATIVIDAD DE LOS CORTIJOS DEL ANDARAX
Dentro del paisaje agrario conformado y sus características
genéricas como uno de los ejes agrícolas más productivos de
regadío y uva y alguna alternancia de secano en agricultura
de montaña, en la comarca del Medio Andaráx, han sido registrados
una serie de cortijos de obra de fábrica con otra variante
que es el hábitat troglodita del cortijo-cueva, con sus característicos
respiraderos y chimeneas que sobresalen de las estancias subterráneas.
De esta tipología son varios las edificaciones agrarias en
esta zona con dependencias excavadas en el terreno, un peculiar
sistema constructivo difundido tanto en el medio urbano como
rural, que ha sido interpretado como una respuesta de particular
adaptación al medio geográfico. Generalmente -de tradición
medieval- existen en zonas de barrancos o terreras compuestas
de depósitos geológicos fácilmente excavables. En el siglo
XVIII el Catastro de Ensenada constata su existencia en el
Andarax y valle del Nacimiento. Su número se multiplicó durante
el XIX y el XX, concentrándose su mayoría en este valle del
Andarax. Dentro de su tipología y uso uvero se distinguen
diversas configuraciones estructurales de cierto desarrollo
únicamente excavadas, aisladas, de reducidas dimensiones y
carácter complementario de cultivos y cortijos y combinaciones
de sectores excavados con edificaciones de obra de fábrica.
En esta zona se ha comprobado que la incidencia de las cuevas
en relación con las unidades agrícolas aisladas es muy significativa,
con respecto a las concentraciones del resto de la provincia.
En el caso de pertenecer a conjuntos agrarios dispersos e
el medio rural, en su mayoría, se asocian más a unidades de
pequeña entidad que a núcleos de medianas y grandes explotaciones,
sirviendo casi siempre como dependencias auxiliares de limitado
desarrollo, a veces a distancia de las construcciones destinadas
a cortijos, también a almacén uvero, pajares, alojamiento
de aparceros, cuadra, etc. Pero, igualmente se localizan obras
de cierto porte por completo excavadas precedidas de porches
como áreas de trabajo de limpieza de la uva, junto a otros
ejemplos con una equilibrada conjunción de cuevas y edificios,
con un cuerpo de obra en fachada, con porche, que aloja las
principales estancias de habitación, tras la cual se distribuyen
los almacenes, corrales y otras piezas de labor excavadas.
Esta arquitectura de los ponches se da también en los cortijos
de obra de fábrica actuándose espacios intermedios entre el
exterior y las viviendas. Porches que conforma terrazas y
que puede ser adintelados con techo plano de launa o bien
conformado con emparrados y otros elementos. También asociándose
los de mejor factura constructiva sobre todo a los frentes
de las viviendas de carácter burgués. Estos porches son una
formula que alcanza a todo tipo de unidades, constituyendo
un rasgo característico de la arquitectura agrícola de esta
zona de Andaráx y Nacimiento. Espacios abiertos o cubiertos,
al abrigo del sol y las inclemencias del tiempo, habilitados
como vívideros -de descanso, comida...- y de trabajo -para
labores relacionadas con aperos y la cosecha, la preparación
de la uva de embarque y del esparto... Así, la extensión del
cultivo de la uva impulsaría su difusión, incremento de dimensiones
y variaciones desde mediados del siglo XIX. En Alhama de Almería
encontramos el cortijo de la Almazara, situado en una ladera,
cerca del casco urbano. Es un cortijo para la uva de mesa
con cubierta plana y porche dintelado rodeado de parrales.
El cortijo de Careaga está situado sobre un cerro relacionado
directamente con la explotación de la uva de mesa. Es de carácter
burgués, de dos plantas, con cubiertas planas y dos porches
adintelados, rodeado por un jardín con arboleda y plantaciones
de parrales en producción actual. Y el cortijo Galachar, enclavado
sobre una terraza en un farallón rocoso del río. Es un edificio
de carácter popular que se atiene a las características de
la arquitectura tradicional de la zona. Dispone de un porche
con arcadas, como es usual en los cortijos uveros de los valles
bajos de los ríos Andaráx y Nacimiento.
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A MODO DE REFLEXIÓN SOBRE LA ARQUITECTURA TRADICIONAL,
MEDIO NATURAL Y TURISMO RURAL
Uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es la
falta de conocimiento del Patrimonio etnohistórico de
carácter arquitectónico que nos rodea y de la normativa
que lo rige y las obligaciones que conlleva su conocimiento,
respeto, conservación y uso.
Objeto de estudio y reflexión inamovible, el Patrimonio
etnohistórico y ecológico -medio este en que se desenvuelve
a aquél-, no es una invención cultural, es algo que
ha ido con el hombre desde siempre. Este es un discurso
propio de nuestra época que nos ha tocado vivir: realidades
sociales, culturales y ecológicas. No hace falta insistir,
pues, en la necesaria protección del Patrimonio arquitectónico
en el medio rural -tan problemático o más que el urbano,
que al menos se rige por una normativa también interpretada
por los intereses de turno- por su desconocimiento y
abandono secular en estos tiempos que corren.
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A este respecto necesitamos un proceso de reestructuración
de la situación de este Patrimonio rural, en base a su revitalización,
reciclando, revalidando el mismo para un uso práctico y rentable,
es decir, ofertable.
La arquitectura popular tradicional en su diversidad, y en
cualquier tiempo y cultura siempre es una respuesta a las
necesidades humanas y el entorno donde se ubica, pues la Naturaleza
prepara el lugar y el hombre lo modifica, lo transforma o
se adapta a él. Específicamente la arquitectura almeriense
supone un gran esfuerzo de adaptación a las condiciones del
medio natural y climático. La construcción tradicional es,
pues, un auténtico museo impregnado de un profundo sentimiento
de nuestro pasado. Y para ser más preciso, la construcción
popular autóctona en el medio rural es la más original de
las formas que asume la Naturaleza de esencia antrópica .
Una arquitectura merecedora de ser respetada y conservada
con su entorno natural. Estas construcciones y su espacio
de explotación son como un libro abierto que ofrece múltiples
lecturas, a pesar de las inexactitudes de interpretaciones
no antropológicas.
Esta arquitectura tradicional también está incluida en la
Legislación de Patrimonio y la Ley del Suelo, como componentes
de lugares de interés etnológicos y no como una visión aislada
de tales bienes inmuebles, sino como categoría patrimonial.
Los lugares de interés etnológico son la figura legal de más
reciente creación ya que aparece con la Ley de Patrimonio
Histórico de Andalucía en 1991.
Aunque no todo el Patrimonio se encuentra recogido bajo figuras
legales de protección su presencia debe tenerse en cuenta
a la hora de planificar la política de estudios de impacto
ambiental, y es importante a su vez en la caracterización
territorial. Resulta obvio que este tipo de Patrimonio sin
figura de protección es el peor documentado y conocido, lo
que no obsta para que no sea percibido como un elemento de
interés en la creación de señas de identidad en la escala
local.
Aparte de otro tipo de Patrimonio, deben tomarse estos elementos
patrimoniales sin figura de protección expresa, integrando
buena parte de la arquitectura popular del territorio, elementos
de producción y transformación, elementos de ingeniería dispersos,
etc., pues es este Patrimonio una especie de reserva de elementos
aún no conocidos o sin el grado de valoración necesario, pero
que, sin duda, debe también ser tenido en cuenta, tanto respecto
a la citada caracterización como a su posible consideración
y potencialidades futuras.
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