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Rodolfo Caparrós Lorenzo:
Geógrafo y urbanista. Consultor de planificación
territorial, paisajística y estratégica. Miembro del
Instituto de Estudios Almerienses y vocal de Paisaje
y Territorio del Ateneo de Almería.
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Balates y terrazas
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en Alhama de Almería (1)
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En este artículo se proponen distintas reflexiones sobre
el paisaje de ladera mediterránea, presidido por el aterrazamiento,
y se plantean diferentes cuestiones acerca del abandono y
la vigencia de esta práctica agraria, y de las múltiples implicaciones
presentes en su gestión. Se inserta en una línea de trabajo
sobre paisaje rural almeriense, que vengo impulsando desde
hace años, y en torno a la cual pretendo consolidar grupos
de trabajo y de proyecto. Esta línea de trabajo tiene diferentes
puestas en escena (investigación pura, investigación aplicada,
técnicas de proyecto, divulgación, promoción, ayuda a la legibilidad).
Dentro de la de divulgación cabe interpretar este artículo,
que a petición de la redacción de "El Eco de Alhama",
tengo el gusto de someter a consideración de los lectores.
En su elaboración, he tenido oportunidad de profundizar en
el conocimiento de las tierras alhameñas hasta el punto de
plantearme una investigación de mayor calado, que a día de
hoy viene desarrollándose en colaboración con Conchi Ruiz
Alonso, que a su condición de alhameña, une su interés por
el paisaje rural y su práctica profesional en el Grupo de
Desarrollo Rural de la Alpujarra, lo que la sitúa en una perspectiva
de conocimiento-acción que me resulta especialmente grata.
La extensión del artículo ha aconsejado dividirlo en dos
entregas. En esta primera, se plantean los términos de referencia
del tema y del enfoque, y se contextualizan geográficamente
las características de la zona de Alhama en el ámbito de la
mampostería provincial. En la segunda, cuya publicación está
prevista para el próximo número de "El Eco", se profundiza
en los distintos ciclos productivos que han estimulado la
colonización agraria de las laderas alhameñas, y se plantean
cuestiones de índole práctica sobre la gestión de las invariantes
paisajísticas del medio rural en Alhama. Con los trabajos
que desarrollo sobre esta cuestión pretendo despertar la curiosidad
y estimular el conocimiento de datos esenciales de nuestra
identidad, en un intento de recuperación de una memoria cuyo
deterioro corre en paralelo al de los elementos materiales
que le sirven de fundamento.
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La Panorámica muestra
el protagonismo de las soluciones de terraza en el entorno
de Alhama y el abandono del cultivo de uva
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1. - La
cuenca mediterránea tiene unas características ambientales
comunes en todos sus cuadrantes (régimen pluviométrico estacional,
con largos periodos de sequía, importantes pendientes medias
en las laderas litorales, escaso desarrollo de los suelos, alta
exposición a la erosión). El aterrazamiento de las laderas mediterráneas
es la respuesta humana a esta serie de factores físico-ambientales,
y constituye el dato geométrico de los desequilibrios entre
el tamaño del grupo humano residente y la capacidad del medio
de proporcionar nutrientes para su sustento. De esta manera,
una respuesta humana adaptativa interfiere en los flujos ecológicos,
denotándolos, haciéndolos explícitos. En las zonas del Mediterráneo
donde estos factores se dan de una forma más radical -y Almería
es una de ellas-, esta respuesta humana se generaliza y alcanza
una extensión y sofisticación que la convierte en un dato cultural
de gran interés. |
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La suma de una serie de necesidades imperiosas
produce una solución de enorme eficacia, que se constituye
en el fundamento de la ocupación humana del espacio. En
un contexto de escasos espacios de topografía favorable,
con unos aportes de lluvia irregulares y violentos, con
laderas de pendientes pronunciadas, con unos suelos pedregosos
y de escaso desarrollo, y con unos procesos erosivos que
producen una pérdida sistemática de agua y suelo, la solución
se hace evidente: con las abundantes piedras presentes
en los pagos se levantan muros de mampostería de piedra
seca, que permiten la nivelación de terrazas, el escalonamiento
de las laderas. Este escalonamiento fija el suelo, permite
el aprovechamiento del agua, e |
Este balate en dos
escalones soporta una gran masa de tierra para parral,
como ponen de manifiesto los restos del emparrado.
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incrementa la superficie de suelo productivo.
Se trata de aportar energía de fuerza de trabajo para alterar
la lógica de la ladera, presidida por la ley de la gravedad.
En ocasiones, esta aportación de energía es mayor que los relativos
y aleatorios rendimientos de esta forma de regadío eventual
pasivo que constituyen los aterrazamientos de |
secano. El heroísmo de esta forma de
adaptación es consecuencia de la desesperación ante
la falta de respuesta del medio frente a una demanda
creciente por parte del grupo humano. Estos balates
de la desesperación, del hambre, reflejan momentos críticos
de nuestra historia territorial. Pero hay otros balates,
menos extremos, menos desesperados, que forman parte
del conjunto de dispositivos de aprovechamiento hídrico
en ladera, cuya finalidad no es meramente pasiva, sino
que se sincronizan con las acequias, azudes, zimbras,
y permiten otro tipo de alianza con la fuerza de la
gravedad para conseguir conjuntos irrigados en ladera.
Nos encontramos, en consecuencia, con que la
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Sobre un basamento
rocoso, balate de caliza y dolomía. Al fondo,
Sierra Alhamilla.
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estrategia de laminación de la escorrentía superficial, se
integra con la de organización por gravedad de riegos a partir
de sistemas de acequias: los balates son un elemento transversal
en la clásica distinción secano/regadío, de tan marcado contraste
en un entorno árido como el almeriense.
2. - Reconocidos
los factores estructurales y específicos de la proliferación
de la mampostería de piedra seca en el espacio rural almeriense,
nos resta enfrentarnos a su contundente presencia, para acercarnos
con una mirada paisajística. ¿Qué nos dicen los balates, pedrizas,
ribazos, terrazas, paratas -que con todos estos nombres son
conocidos en nuestra tierra-? ¿Qué información pueden transmitirnos?
¿Cómo acercarnos a su "lectura"? Proponemos aquí el siguiente
esquema de interpretación de los balates.
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Interpretación litológica.
Los balates se erigen a partir de piedra presente en
el predio o pago en que se levantan. En consecuencia,
entresacan de los paquetes de tierra piedra que es expuesta
en un plano sensiblemente vertical: constituyen una
exposición litología local. Una lectura de los balates
nos permite extraer información de la facies litológica
local. Excepciones: los balates junto a las ramblas
se benefician del factor transporte que facilitan los
cauces, de manera que podemos encontrarnos piedra procedente
de diferentes unidades litológicas, aguas arriba, que
han sido transportadas por la rambla. Por extensión,
la comparación entre piedras de balates de zonas distintas
nos permite detectar las discontinuidades entre las
grandes unidades litológicas. Tenemos un ecomuseo de
la litología de nuestra tierra, heredado, no gestionado
y amenazando ruina.
Interpretación sistémica.
Los balates y paratas pueden leerse individualmente
o por su inserción en un sistema de mayor ámbito. La
interrelación entre balates, la sincronización entre
los que laminan las laderas vertientes y los que
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Esta balsa ocupa
el lugar de una parata en la disposición de cañada
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laminan el fondo de valle permite vislumbrar su aportación
a una solución conjunta. Los balates solitarios nos
hablan de su desvinculación. En el primer caso, más
frecuente, un balate puede interpretarse según su
posición en el funcionamiento sistémico, lo que permite
una clasificación sistémica funcional. En los sistemas
lineales, hay algunos muros maestros que soportan
mayor carga, y cuya construcción pone de manifiesto
la especial importancia de su concurso.
Interpretación constructiva.
Las técnicas constructivas de los balates son variadas,
dependiendo de tres factores: la arquitectura necesaria
(relación de pendiente entre parata y balate), las piezas
disponibles y la pericia de los constructores. Para
balates de
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Textura, coloración
y tamaño característico de un balate de
piedras calizas. El orden constitutivo evidencia un
recrecimiento del muro. Predominios de oxidaciones oscuras
de las dolomías de Sierra de Gádor.
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porte medio o pequeño, y, especialmente, para los aislados,
la construcción se impulsa mediante un conocimiento difuso
y ampliamente instalado en los habitantes del medio rural.Los
balates de gran porte, y la planificación de los sistemas
de balates (cañadas, cuencas) requieren una depurada técnica
constructiva, requieren oficio. Tanto el conocimiento difuso
como el especializado han proporcionado un acerbo de conocimientos,
de léxico, de técnicas, que constituyen el entramado inmaterial
de lo que comparece ante nosotros: la obra. La técnica balatera
constituye un conocimiento en sí, digno de ser documentado
y preservado, tanto como la materialidad de las obras erigidas
en su virtud. Pero el análisis de la técnica constructiva
nos permite también una interpretación que conecta con la
información socioeconómica: especialización del trabajo, remuneración
en metálico, conductas solidarias, distribución del conocimiento.
Interpretación territorial.
La lectura de los sistemas de balates nos permite una intepretación
territorial, en tanto que exponente de un momento histórico
especial de la relación entre los factores del medio y la
capacidad humana de interactuar con él. Una buena disección
de las diferentes interpretaciones que aquí se plantean desemboca
siempre en una reflexión territorial: es posible interpretar
estrategias adaptativas ante un marco de condiciones y restricciones
impuestas por la dinámica física de un territorio. Cuando
estas estrategias son generalizadas, no nos encontramos ante
un proyecto de explotación, sino ante un sistema territorial,
entendido como un conjunto de elementos sincronizados e interrelacionados
para soportar una apuesta colectiva por la subsistencia. Las
crisis, los cambios de estrategia territorial, como los que
se vienen produciendo en las últimas décadas, nos informan
sobre la presencia de nuevos factores estructurales y nos
emplazan a una reflexión de fondo sobre lo que es permanente
y lo que es volátil en el entramado de relaciones que constituyen
y fundan en cada momento histórico el territorio.
Interpretación evolutiva.
Es posible una arqueología de la mampostería de piedra seca.
Desde el neolítico, la mampostería de piedra seca ha estado
en la base de la organización humana del espacio. La relativa
fragilidad de esas construcciones obliga a una gestión del
mantenimiento a lo largo del tiempo, lo que dificulta su datación,
que es posible por asociación con momentos históricos documentados.
En todo caso, la evolución de estas construcciones nos permite
un acercamiento a la secuencia histórica de ocupación del
espacio y a las correspondientes estrategias territoriales.
Interpretación socioeconómica.
Como quedaba apuntado en el texto de la interpretación constructiva,
del análisis de los balates se pueden deducir interesantes
consideraciones acerca de la organización social del grupo
humano, de su estratificación, especialización, y de la presencia
o ausencia de un régimen de intercambios evolucionado. Entre
estos intercambios se incluye el de técnica y mano de obra
por salario u otro tipo de precio. La vocación comercial o
de subsistencia de la producción primaria está en la base
de esta diversificación en las funciones productivas.
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<
Piezas de toba aportan una particular textura a este balate
|
> Con un
notable cambio de escala, los invernaderos siguen
reconociendo la lógica de la ladera. Antiguas
paratas de parra dedicadas al cultivo del olivo.
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Interpretación hidrológica.
La función esencial de laminación de la escorrentía del dispositivo
de terrazas tiene una evidente repercusión hidrológica. El
efecto de estas construcciones en el funcionamiento hidrológico
de las cuencas es un dato que se percibe en la gran escala,
y que requiere técnicas de análisis específicas, no aportadas
por la observación local. El deterioro de los sistemas de
terraza tiene una evidente repercusión en la dinámica erosiva
y en el funcionamiento de las cuencas.El capital social acumulado
históricamente por los dispositivos de laminación de ladera,
desvinculado de la intención económica original, ha sufrido
una gran devaluación. La observación del comportamiento hidrológico
que es consecuencia del deterioro de estas construcciones
nos permite reivindicar el valor ecológico de ese capital,
lo que aconseja un reflexión profunda sobre la gestión necesaria
para el mantenimiento de ese tramo de valor.
Interpretación institucional.
El esfuerzo colectivo necesario para el mantenimiento de
los sistemas de terrazas nos enfrenta a un dato básico del
funcionamiento del grupo humano en un entorno árido: la solidaridad.
La necesidad de cooperación para el funcionamiento del sistema,
muy evidente en los espacios irrigados, adquiere una dimensión
adicional si consideramos el interés colectivo del mantenimiento
de cada uno de los muros de soporte, lo que nos emplaza al
conocimiento de las formas de organización de ese mantenimiento,
y a la dimensión institucional de su gestión.
Interpretación simbólica.
El conjunto de capacidades explicativas de la mampostería,
aquí someramente enunciadas, nos permite plantear la hipótesis
básica del conjunto de trabajos que se llevan a cabo en torno
a estas cuestiones: los balates constituyen un símbolo de
máxima capacidad significante acerca de la historia territorial
almeriense, como una expresión depurada y sumamente contrastada
de una constante en el entorno mediterráneo. Los balates son
un iconema -símbolo portador de significado- de la identidad
almeriense y permiten postular el espacio almeriense como
idóneo para realizar una experiencia de Ecomuseo de la ladera
mediterránea.
3. - El
espacio El espacio geográfico donde se sitúa Alhama de Almería
constituye un arquetipo de máximo interés entre las escenas
almerienses presididas por la mampostería. Su situación en
el piedemonte de Sierra de Gádor, en la ladera vertiente a
la cuenca del Andarax, su estructura topográfica y su tradición
productiva constituyen los datos de partida del análisis de
la mampostería.
Desde el punto de vista litológico, en la mampostería alhameña
destacan los dos componentes básicos de la Sierra de Gádor:
las calizas y las dolomías. Las primeras aportan coloraciones
doradas y rojizas. Las segundas, oxidaciones oscuras. El predominio
de unas u otras, o su mezcla, determinan el carácter textural
y cromático que identifica a los balates alhameños. Puntualmente,
donde las calizas conviven con cursos de agua, se presentan
tobas, que aportan una particular personalidad a la textura
de los balates.
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La conexión de
la mampostería con los sistemas de riego queda patente
en esta panorámica, donde los balates se extienden
por debajo de la línea de gravedad
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Las fuertes pendientes existentes en el entorno del núcleo
de población obligan a una arquitectura de las terrazas dominada
por un fuerte componente vertical, lo que se traduce en unos
muros de gran desarrollo, que hablan de una depurada técnica
constructiva. El fuerte desarrollo vertical impone una inclinación
de los planos de muro, o el reparto de las cargas en muros
de varios escalones. La regularidad de estas fuertes pendientes
produce un escalonado muy homogéneo, donde el tamaño de las
paratas y los balates se mantiene a lo largo de la ladera,
lo que se traduce en texturas de conjunto muy llamativas e
interesantes.
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La principal particularidad
del sistema de terrazas en Alhama lo constituye su implicación
con los dispositivos de riego
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El nivel de jerarquización
de la red hidrográfica en Alhama de Almería no permite
la laminación de la línea de escorrentía, por lo que la
práctica totalidad de los balates alhameños son de ladera.
Tan solo en cursos de agua muy locales se produce el clásico
tratamiento de cañada, en algunos casos con resultados
primorosos y generando conjuntos donde la capacidad explicativa
de estos artefactos se acentúa. |
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La principal particularidad del sistema de terrazas en Alhama
lo constituye su implicación con los dispositivos de riego.
El dato del desarrollo del sistema balatero en relación con
la cota de agua y con las instalaciones de distribución es
esencial en el análisis de su lógica interna y permite una
exploración de gran interés. La extensión y expansión de la
colonización de ladera es consecuencia de la maduración de
los dispositivos de riego, con lo que las distintas fases
de ocupación corren en paralelo a la distribución en el espacio
de las acequias.
La gran expansión del espacio roturado y aterrazado se produce
en Alhama como consecuencia del ciclo de la uva, por lo que
la mayoría de las terrazas mantienen restos del emparrado
característico de este tipo de cultivo. El cambio de ciclo
productivo ha producido un considerable abandono del cultivo
de uva de parra, que se mantiene a un nivel casi testimonial,
la sustitución de cultivo sin cambiar la estructura de terrazas,
y, el dato más innovador y con mas capacidad de alteración
de las invariantes paisajísticas del entorno de Alhama: la
orientación hacia cultivos intensivos en invernadero.
Este panorama, que señala un cambio estructural en la ocupación
de la ladera es el marco en que debe producirse hoy la reflexión
sobre como preservar la información cultural de la ocupación
tradicional, o, lo que constituye un reto más estimulante:
cómo organizar la transformación hacia formas de manejo de
mayor rendimiento que no supongan una ruptura radical respecto
a los dispositivos y sistemas de organización de las laderas
alhameñas.
Las claves para una propuesta de integración y el esclarecimiento
de los criterios que permitan gestionar esta transición buscando
un equilibrio con el mantenimiento del capital social instalado
son el objeto de la segunda parte de este artículo, que llevará
por título "Crisis y vigencia de los balates
alhameños. Una propuesta de integración paisajística".
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La presencia de invernaderos
pone en cuestión el mantenimiento de las invariantes
paisajísticas. El trabajo de proyecto es necesario
para procurar la integración paisajísitca de
estos nuevos artefactos.
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