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                   En los últimos años hemos adquirido mayor conciencia de la 
                    necesidad de incrementar, en las escuelas, la educación para 
                    la comprensión internacional como consecuencia de la convivencia 
                    diaria con personas inmigrantes de otras culturas y países, 
                    tomando conciencia de que el mundo en el que vivimos se caracteriza 
                    por una interdependencia cada vez mayor.  
                  Según el Instituto de Estadística de Andalucía la inmigración 
                    extranjera en esta Comunidad procede del África Subsahariana 
                    y del Magreb (Marruecos, Argelia, Senegal, Guinea Bissau…); 
                    de Europa (Reino Unido, Alemania, Francia, Finlandia, 
                    Italia, Holanda, Suecia, Rumanía, Lituania, Rusia…); de América 
                    (a colombianos y argentinos le siguen un grupo de países como 
                    Cuba, Ecuador, Estados Unidos, Brasil, República Dominicana, 
                    Perú y Venezuela); Asia (China, Corea, Filipinas, Pakistán…) 
                    y, de Oceanía, australianos.  
                  Esta realidad conlleva, en sus protagonistas, adquirir "conciencia 
                    migratoria" que constituye un traumatismo e implica rupturas 
                    familiares, socio afectivo, con el entorno, las fiestas, las 
                    tradiciones, los sabores. Los ruidos y silencios, los ritmos 
                    cotidianos y, en muchos casos, evidentemente con la lengua 
                    o la religión.  
                  La conciencia de la humanidad, es históricamente migrante, 
                    aunque tengámoslos europeos la sensación de que la emigración 
                    masiva es un fenómeno nuevo e incierto. Con el colonialismo 
                    nacen las migraciones en el sentido moderno. Primero con el 
                    tráfico de esclavos -entre diez y quince millones- del África 
                    Subsahariana a América en los siglos XVII al XIX. Desde la 
                    prohibición de la esclavitud (1850) hasta 1932 unos 50 millones 
                    de europeos, en su mayoría campesinos sin recursos abandonaron 
                    el viejo continente para dirigirse sobre todo a América, en 
                    menor medida a las colonias africanas y del sudeste asiático. 
                   
                  Más tarde, tras la Segunda Guerra Mundial hasta la crisis 
                    económica de 1973, el Centro de Europa (Francia, Alemania 
                    y Suiza), EEUU, Australia y el Cono Sur americano se convirtieron 
                    en receptores de inmigrantes procedentes de Italia, España, 
                    Grecia. Yugoslavia, Turquía, Irlanda, Finlandia… Juntos a 
                    estos trabajadores europeos se sumaron, en los años sesenta, 
                    tres millones de personas procedentes de las antiguas colonias 
                    británicas, francesas y holandesas, especialmente de la India, 
                    Pakistán y el Caribe hacia Inglaterra, del Magreb hacia Francia 
                    y de Indonesia a Holanda. En esas fechas en América del Norte, 
                    Canadá y EEUU se modifica la tendencia a recibir sólo inmigrantes 
                    europeos para recibir también asiáticos y latinoamericanos. 
                   
                  En la actualidad, España, Grecia, Portugal e Italia reciben 
                    más inmigrantes que los países de Centro Europa y proceden 
                    mayoritariamente de la otra orilla del Mediterráneo, América 
                    Latina, China, las ex colonias portuguesas, Turquía, Albania 
                    y países del Este europeo como Rusia, Polonia, Lituania, Eslovenia, 
                    Rumanía…  
                  La globalización económica está modificando el mapa mundial 
                    de migraciones siendo muy pocas las zonas que no sean ni receptoras 
                    ni emisoras de emigrantes incluyendo la zona del Golfo Pérsico, 
                    Sudeste Asiático o la India. Según la Organización Internacional 
                    del Trabajo (OIT) se supera la cifra de 120 millones de personas 
                    que viven fuera del país en que nacieron.  
                    
                  Las causas de las migraciones pueden ser motivadas por la 
                    injusticia contra el hombre o contra la naturaleza, es decir, 
                    por razones "humanitarias" o "medioambientales". Las razones 
                    humanitarias emanan de una misma raíz: la pobreza, la violencia, 
                    la opresión política o la escasez de recursos… 
                   Según el Banco Mundial, desde 1998, el número de personas 
                    desplazadas y/o refugiadas por cuestiones medioambientales 
                    es superior al de aquellas que lo hacen como refugiados políticos 
                    o por cuestiones bélicas. Junto a la injusticia humana para 
                    satisfacer las necesidades básicas se suman algunos delitos 
                    ecológicos que dan lugar a la deforestación, desertización, 
                    la sequía, pérdida de suelos fértiles y desaparición de especies 
                    animales y vegetales provocando la huida hacia una tierra 
                    deseada o prometida.  
                  La falta de agua, es otro de los factores importantes que 
                    obligan al éxodo. Mientras en los países ricos el consumo 
                    de agua se multiplica por 500 a lo largo de este siglo, el 
                    40% de la población mundial afronta el futuro con la incertidumbre 
                    de los conflictos territoriales por este bien de la humanidad. 
                    Mil cien millones de personas viven sabiendo que no pueden 
                    tener agua; más de la mitad de la población mundial para el 
                    año 10025. Esto supone que más de 2.400 millones de personas 
                    carecerán de infraestructuras sanitarias y agua potable para 
                    antes de 2015.  
                  Ante un mundo globalizado por los ritmos que imponen los 
                    intereses económicos del libre mercado y, la sociedad de consumo 
                    que nos vende los medios de comunicación vamos teniendo conciencia 
                    de la necesidad de no sólo satisfacer las necesidades básicas 
                    (salud, vivienda, educación, oportunidades laborales, democracia…) 
                    como aquellas que garantizan la "seguridad humana" mediante 
                    la protección frente a la pobreza, la crisis ambiental y el 
                    conflicto mediante la Educación, una Cultura de Paz y un Desarrollo 
                    mundial y local sostenible: pero, como afirma Luis Abad (1993) 
                    el logro de una convivencia armónica entre culturas distintas 
                    bajo la premisa de que "una auténtica comunicación intercultural 
                    sólo es posible construirla sobre las bases de la igualdad, 
                    la no-discriminación y el respeto a la diversidad" (Abad, 
                    1993). 
                   La función de los maestros, los padres y los medios de comunicación 
                    es muy importante, ya que puede contribuir a la orientación 
                    de la juventud en la comprensión internacional, la competencia 
                    multicultural, la resolución de los conflictos y el respeto 
                    por los derechos humanos y la paz. Su influencia se ejercería 
                    también sobre su receptividad cultural y sobre su sentido 
                    de la corresponsabilidad cívica y humanitaria.  
                  La cooperación internacional, la paz y los derechos humanos 
                    deben iniciarse desde un enfoque socio-afectivo y cognitivo 
                    mediante la utilización de conceptos, actividades y experiencias 
                    que al ser universales son fácilmente compartidas en el aula 
                    o difundidas por los medios de comunicación como, por ejemplo, 
                    el patrimonio tangible o intangible de la Humanidad que sirve 
                    para mostrar las semejanzas y las diferencias entre culturas. 
                   
                  Sentimientos, como la empatía, la generosidad o el respeto, 
                    son cosas que se enseñan y que, sin embargo, deben aprenderse 
                    en el nuevo marco de convivencia escolar caracterizado por 
                    el cotidiano compartir experiencias multiculturales mediante 
                    el aprendizaje cooperativo. 
                   La comprensión de las necesidades personales y universales 
                    -por ser compartidas social y afectivamente con niños inmigrantes 
                    de otros pueblos y culturas- permiten despertar un sentimiento 
                    crítico sobre las injusticias sociales y sobre los cambios 
                    que deben producirse en el mundo para que sea "un lugar mejor 
                    en base a una cultura de paz" tanto desde el punto de vista 
                    ético como ecológico.  
                   
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