hacer el pan. Nosotros los vecinos de la C/ Canalejas he de reconocer
que no pasamos falta pues tenía el horno Tobalico Burgos, y este
hombre hacía de madrugada una masa de pan sólo para los vecinos.
Nos llamaba de puerta en puerta y nunca pasamos falta gracias a
él. Cuando la República hicieron muchos mítines en la casa de Salmerón.
íbamos todos los que queríamos saber algo más de cómo estaba la
vida. Había una ilusión en conseguir algo bonito, pero como al momento
entró la guerra, no hubo oportunidad.
>¿Cómo lo pasasteis durante la guerra?
Mal. Nosotros no sabíamos lo que era una guerra. Empezó a escasear
la comida, la ropa, el trabajo, etc. Los hombres tuvieron que irse
a la guerra y las mujeres nos pegamos a la tierra, a criar lo que
podíamos para comer. A mi Gabriel se lo llevaron a la "Columna el
Saco" a Granada, y yo me encargaba de la vega. Tenía una burra,
y junto a mis dos hijos que eran pequeños, sembraba acelgas, garbanzos,
etc., todos los días.
Afortunadamente no vimos nada de guerra en el pueblo, solo cuando
bombardearon en Almería. Llamaban desde el Ayuntamiento y se llevaban
a los hombres mas jóvenes, hasta que por último fueron los mayores
en la "Columna El Saco" donde fue mi marido. Escribió una carta
en ocho meses. Nosotras mirábamos frecuentemente el periódico para
ver las bajas que había. ¡Siempre intranquilas!.
Nosotras teníamos que sacar la familia hacia adelante. Muchas
veces íbamos a "Pedro Martínez", en Granada, donde llevábamos trigo
y nos lo cambiaban por harina ya molida. Otras veces con tres gallinas
hasta Benalúa de Guadix para cambiarlas por azúcar. Todo funcionaba
con intercambio para poder comer.
Cuando se liberó la guerra, nos pilló en Jódar (Jaén), pues íbamos
a por aceite a Torredonjimeno. Cuando llegamos a la fabrica del
aceite no nos cambiaron nada pues ya estaba todo requisado.
Nos volvimos andando hasta el pueblo pues ningún tren venía para
Almería. Mi marido volvió de la guerra un día antes que yo, también
andando.
>¿Cómo fue vuestra etapa en el Servalillo?
Cuando acabó la guerra y viendo que la cosa estaba tan mal, seguíamos
en la Fuente el Moral, pero no podíamos vivir. Fue por lo que decidimos
cambiarnos al Cortijo del Servalillo. El día de Año Nuevo de 1944
amanecimos en el Servalillo. Debido a unas fuertes lluvias que hubo
en esos días todo quedó bastante mal. Nos veíamos en un sitio nuevo,
casi sin medios, y dispuestos a afrontar una nueva vida.
Tuvimos la suerte de tener como vecino a José "El Guse" y su familia
en Gatuna. El primer día, que apenas teníamos para comer, apareció
con un cesto en el que traía patatas, manteca, y otros alimentos,
algo que agradeceríamos toda la vida. Con el tiempo mis hijos cuidaron
las cabras junto a los suyos.
>¿Aquello era un cortijo de mucho paso?
Este era el paso de la mayoría de la gente. Era época de estraperlo
y la gente que venía del Marchal y Enix, pasaban todos por allí.
Allí hemos ayudado a todo aquel que se acercó a nuestra puerta.
Mientras en mi casa hubiera algo que comer, las puertas estaban
abiertas. ¡Cuantos vasos de leche hemos bajado a la fuente para
personas que llegaban exhaustos de hambre!
Trabajamos los cuatro muy duro durante catorce años en el Servalillo.
>¿Y después?
Ya en el año 1958 cuando tuvimos la tierra en Alhama nos vinimos
para el pueblo, a vivir a la misma casa de la calle San Nicolás,
donde vivimos desde entonces.
La vida continuó con sus alegrías y penas, mis hijos se casaron,
mi marido murió y aquí seguimos viviendo al igual que cualquier
familia normal del pueblo.
De esta forma resumo lo que fue una estupenda tarde escuchando
a una persona, repleta de experiencias, contar su vida marcada por
la dureza de las primeras décadas de nuestro pasado siglo XX. Hoy
cuando publicamos esta entrevista nueve años después, Josefa continúa
entre nosotros a sus noventa y siete años. Esperamos verla muchos
más.
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