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Historia de un olvido:
la pionera electrificación ferroviaria de Santa Fe-Alhama a Gérgal
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Domingo Cuellar Villar
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Fundación de los Ferrocarriles
Españoles y Universidad Autónoma de Madrid
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En el mes de febrero de
1912 se puso en servicio el primer tramo ferroviario electrificado
de la red nacional de vía ancha en España, entre las estaciones
almerienses de Santa Fe-Alhama y Gérgal, con un recorrido
de 20,8 kilómetros. La Compañía de los Caminos de Hierro del
Sur de España, que explotaba las líneas de Linares a Almería,
de Moreda a Granada y los ramales de Alquife a La Calahorra
y de Gérgal a Estación de Gérgal, con un total de 312,5 kilómetros,
fue la impulsora del proyecto. |
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Vista general de la Estación
de Santa Fe - Alhama. Fotografía: Archivo Histórico
Ferroviario. Fundación de los Ferrocarriles Españoles
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Introducción
La historia del ferrocarril desde su estreno mundial en las
primeras décadas del siglo XIX ha estado siempre asociada
al progreso tecnológico. Desde la aparición de las primeras
locomotoras de vapor, capaces de desplazar personas y mercancías
con indudables mejoras de capacidad, tiempo y coste, el ferrocarril
se convirtió en el paradigma de la modernización de los transportes
durante la época contemporánea. A las primeras locomotoras
que prestaron servicio, sencillas en su concepción y todavía
muy limitadas, siguieron importantes mejoras que permitieron
aumentar su potencia y fiabilidad. Sin embargo, nuevas aplicaciones
tecnológicas a este medio de transporte abrirían, ya en los
momentos finales del siglo XIX, el perfeccionamiento en los
sistemas de tracción de los trenes. En este marco, los avances
propiciados por el desarrollo de los motores de combustión
interna y el uso de la energía eléctrica iban a permitir cambiar
en pocos años la imagen del ferrocarril. Progresivamente,
potentes motores diesel de transmisión mecánica, hidráulica
o eléctrica y, sobre todo, la aparición de la aplicación de
la energía eléctrica a la tracción de los trenes serian los
protagonistas derivados de las nuevas formas de energías aparecidas
tras la Segunda Revolución Industrial.
En este contexto de modernización y progreso, la pionera
utilización de la energía eléctrica para desplazar trenes
en España tuvo su primer estadio relevante en la provincia
de Almería. Recientemente, la aparición de una monografía
sobre la historia de la tracción eléctrica en el País Vasco
ha resaltado el uso de esta energía en ferrocarriles de vía
estrecha y tranvías en este territorio en los primeros años
del siglo XX (1). Sin embargo, hasta que la Compañía
de los Caminos de Hierro del Sur de España (en adelante, Sur
de España) no la aplicó a la parte más complicada de SUS
líneas, el ferrocarril de vía ancha en España no había hecho
aún uso de las ventajas que este sistema de tracción iba a
proporcionar en el futuro. Al iniciarse la segunda década
del siglo XX, el ferrocarril español seguía teniendo a la
tracción vapor como único sistema para el arrastre de los
trenes. A partir de 1912. con la inauguración del tramo electrificado
entre Santa Fe-Alhama y Gérgal, la historia del sistema de
tracción en los ferrocarriles españoles tendría un nuevo hito
tecnológico de primer orden.
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El ferrocarril en Almería y la minería del hierro
La historia de la llegada a Almería de este pionero intento tiene
su origen en la construcción de la línea ferroviaria entre Linares
y Almería en 1895. Su trazado atravesaba un espacio geográfico con
grandes dificultades orográficas a lo largo de los cerca de 250
kilómetros de recorrido. Su perfil transversal presentaba, desde
su arranque en la ciudad minera de Linares, un continuo sube y baja
por sierras y valles hasta desembocar en el puerto de Almería, tras
un vertiginoso descenso de unos 80 kilómetros desde el
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altiplano de Alquife que salvaba
un desnivel de 1.127 metros. Esto arrojaba una pendiente media
de 14 milésimas. Esta circunstancia adquiría gran importancia,
ya que la explotación ferroviaria tendría su mayor actividad
en el transporte de mineral de hierro que se extraía de los
yacimientos ubicados al pie de Sierra Nevada y de la Sierra
de los Filabres, generándose un intenso tráfico entre esos puntos
y el puerto de Almería. El resto del transporte generado en
la línea, viajeros y mercancías en general, nunca tendría una
importancia relevante y Sur de España orientaría claramente
su interés en atender las demandas de las compañías |
A partir de 1912, con
la inauguración del tramo electrificado entre Santa
Fe - Alhama y Gérgal, la historia del sistema
de tracción en los ferrocarriles españoles tendría un
nuevo hito tecnológico de primer orden. |
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mineras que explotaban yacimientos a lo largo de los 80 kilómetros
del tramo comprendido entre Huéneja-Dólar y Almería. Desde la apertura
de la línea en 1895 se construyeron instalaciones mineras con puntos
de embarque en prácticamente todas las estaciones de la línea, como
se encargó de poner de manifiesto Miguel Ángel Pérez de Perceval
(2).
El consiguiente incremento del tráfico ferroviario generado tendría
unas consecuencias negativas para el desarrollo normal de la explotación
del ferrocarril. Apenas diez años después de iniciar su explotación
ferroviaria, Sur de España se encontraba con un serio problema
de fluidez en el tráfico de trenes de mineral de hierro. Como ya
se ha apuntado, las dificultades orográficas se iban a erigir en
un serio condicionante para el devenir de la explotación. En concreto,
las fuertes rampas existentes entre las estaciones de Santa Fe-Alhama
(Punto Kilométrico 229,985) y Gérgal (P.K. 208,790) provocaban una
lenta marcha en el recorrido de los trenes ascendentes, incapaces,
a pesar de circular sin carga, de desarrollar velocidades superiores
a los 10 kilómetros por hora. La rampa característica de este trayecto
era de 25 milésimas, alcanzándose en algunos puntos hasta las 29
milésimas de rampa máxima, un auténtico récord en el transporte
ferroviario convencional en España. En el sentido inverso, con los
trenes a plena carga y la existencia de fuertes pendientes, hacía
que, por precaución para garantizar el frenado de los trenes, la
velocidad de descenso fuera también muy reducida. Al estar diseñada
la línea, entre las ya citadas estaciones de Santa Fe-Alhama y Gérgal,
con sólo un punto de paso intermedio, Fuentesanta (P.K. 219,622),
provocaba que los trenes ascendentes emplearan al menos dos horas
en recorrer los 21 kilómetros que separaban Santa Fe-Alhama de Gérgal,
empleándose en el trayecto descendente un tiempo similar. Estos
condicionantes hacían que en veinticuatro horas sólo pudieran circular
12 trenes en cada sentido, siempre y cuando pudieran coordinar el
cruce en el punto intermedio de Fuentesanta, si no era así, ni siquiera
se llegaba a la decena de trenes diarios.
Esta escasa cadencia en la circulación de los trenes hacía imposible
que las expectativas generadas en el sector minero de transporte
de mineral de hierro fueran atendidas debidamente, además de condicionar
negativamente la explotación del servicio ferroviario de viajeros
y los demás trenes de mercancías. Así, en el mejor de los casos,
si sólo 12 trenes con carga llegaban diariamente hasta el puerto
alménense y cada tren remolcaba el máximo de 14 tolvas con una carga
unitaria de 12 toneladas, suponía que la compañía ferroviaria podía
arrastrar al año un tope de 735.000 toneladas. Sin embargo, ni siquiera
a esta cifra llegó a acercarse el total transportado cada año. Las
frecuentes averías, la escasez de material remolcado y la precariedad
de las instalaciones reducían la capacidad de transporte de la empresa
a mínimos (3).
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Plano de la estación de
Santa Fe-Alhama en 1893. Fuente: Archivo Histórico Ferroviario,
A-0027-009.
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La pionera electrificación de Santa-Fe Alhama a
Gérgal
A partir de este momento, y una vez constatadas las deficiencias
en el transporte y cuales eran los intereses prioritarios de la
compañía ferroviaria, ésta inicio una intensa actividad en pos de
una solución que permitiera atender a la fuerte demanda que se generaba
por parte de las empresas mineras y se incrementaran los ingresos
para una mejor marcha del negocio ferroviario. Los gestores de Sur
de España consideraron tres alternativas posibles para mejorar
la cadencia y volumen de la carga transportada (4). La primera
de ellas era el uso de unas máquinas más potentes que permitieran
arrastrar trenes más largos y, por tanto, mayor volumen de carga
final. Esta opción fue rápidamente desechada, ya que las notables
deficiencias de la infraestructura ferroviaria, básicamente puentes
y carriles de poca resistencia, y las características del trazado,
con radios de curva muy pequeños, impedían el uso de locomotoras
de gran potencia que tenían un gran tonelaje y grandes dimensiones.
La segunda alternativa sería la de duplicar la vía en los tramos
más empinados para así superar las limitaciones impuestas por el
tráfico en vía única. Esta opción, en una empresa con grandes dificultades
económicas, resultaba quimérica dado los enormes costes de construcción
precisamente en los puntos en los que la orografía era más adversa
y el gasto mayor.
La tercera iniciativa era la de aplicar un sistema de tracción
eléctrica a los trenes de mineral por las rampas más duras del trazado.
Este sistema, inédito hasta ese momento en la red ferroviaria convencional
española, proporcionaría una mejora en la velocidad que debían desarrollar
los trenes en esa parte del trazado a cambio de una inversión menos
gravosa que en el caso de duplicación de la vía. Una vez elegida
esta opción, los propietarios de la compañía ferroviaria debían
estudiar los diferentes sistemas que existían en ese momento.
Constanza Navarro de Oña puso de manifiesto en su trabajo sobre
los inicios de la línea de Linares a Almería el interés que tuvieron
desde ese momento los gestores de Sur de España por conocer
otras experiencias internacionales sobre la aplicación de la energía
eléctrica a la tracción de los trenes (5).Ya se tenían noticias
en nuestro país de las pruebas de este innovador sistema de tracción.
En los Estados Unidos en la línea Baltimore-Ohio desde 1895 las
pruebas de un sistema de tracción eléctrica con corriente trifásica
se habían desarrollado con éxito. En Europa también, ya desde 1896
se experimentaba en Lugano (Suiza), para instalar en 1901 el tendido
eléctrico entre Berlín y Zossen. Toda esta experiencia sirvió a
la compañía alménense para abrir un concurso de soluciones para
su proyecto. Una vez analizadas las aportaciones extranjeras, se
elige la presentada por la empresa suiza Brown-Boveri que propone
la corriente alterna trifásica con dos hilos conductores. Se desecharon
las opciones de sistemas
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con corriente continua o sistema de tres carriles y de corriente
monofásica de alta tensión y un solo conductor de trabajo.
Los dos tipos de locomotoras trifásicas que circularon por
la línea estacionadas en los talleres de Santa Fe-Alhama.
Arriba, los tractores de Brow Boveri, de caja de madera, que
circularon durante más de 60 años. Fotografía de J. Aranguren.
Abajo, las más modernas de la casa Secheron que, adquiridas
a finales de la década de 1950, circularon sólo unos años
hasta el cierre de las instalaciones electrificadas en 1966.
Fotografía de J. Arenillas. Para entender las diferencias
de prestaciones entre los distintos sistemas hay que analizar
el rendimiento y consumo de energía de los motores. Así, si
en una máquina de vapor la caldera y los órganos motores (cilindro
y pistón) limitan la potencia a ejercer, en los motores eléctricos
el suministro externo y la capacidad de los motores son los
únicos que ponen límite a la potencia a desarrollar. La diferencia
entre un motor de corriente continua y otro de corriente alterna
se centra en que aquél varía su velocidad automáticamente
con la carga y la rampa, a mayor peso y pendiente menor velocidad,
y viceversa. Sin embargo, los motores trifásicos son de velocidad
constante, independientemente de la carga y de la rampa, sólo
que el incremento de éstas provoca un mayor consumo de energía.
En el caso de la corriente monofásica, presenta muchas similitudes
con el primer ejemplo, pero la velocidad puede variar en consonancia
con las conexiones existentes entre el transformador y los
motores eléctricos.
La opción elegida en Almería fue la de línea trifásica con
dos hilos de trabajo y una tercera conexión que eran los raíles
sobre la que se deslizaban los trenes.Con la corriente trifásica
se eligió la frecuencia de 25 periodos y la tensión de 5.000
voltios en la línea de trabajo. Esta elección permitía circular
a una velocidad constante, independientemente de la carga
y de la rampa, que se pretendía llegara a los 25 kilómetros
por hora.
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Los dos tipos de locomotoras trifásicas
que circularon por la línea estacionadas en los
talleres de Santa Fe - Alhama. Arriba, los tractores de
Brow Boveri, de caja de madera, que circularon durante
más de 60 años. Fotografía de J.
Aranguren. Abajo, las más modernas de la casa Secheron
que, adquiridas a finales de la década de 1950,
circularon sólo unos años hasta el cierre
de las instalaciones electrificadas en 1966. Fotografía
de J. Arenillas. |
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Con estas premisas, la compañía comenzó rápidamente a redactar el
proyecto, que fue presentado al Gobierno para su aprobación el 7 de
noviembre de 1907.A partir de este momento se iniciaría un largo camino
para vencer las reticencias de la Administración, con grandes dudas
a la aplicación de la energía eléctrica al servicio ferroviario. Finamente,
y tras largas sesiones de debate en el seno de la Cuarta División
de Ferrocarriles, se aprobaría el 15 de marzo de 1909 con la condición
de que la tracción eléctrica sólo se aplicara a los trenes de mercancías,
y no a los de viajeros. El Ingeniero Jefe responsable de su aprobación
justificaba los recelos mostrados hasta el momento del siguiente modo:
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"...Teniendo en cuenta la importancia
y novedad que representa en nuestro país el empleo de
tracción eléctrica en los ferrocarriles ordinarios,
las condiciones de la vía en el trozo que se trata de
ensayar y, sobre todo, la irregular explotación y conservación
que la compañía concesionaria observa, estima el ingeniero
que suscribe que toda precaución que se tome para conceder
la explotación por medio eléctrico no ha de estimarse
exagerada..." (6) |
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Dos cuestiones deberían ser resueltas
para la puesta en marcha de la electrificación en Almería: la
fuente de energía y el material motor a utilizar. Efectivamente,
uno de los problemas más serios que se planteaban para este
sistema de tracción era el suministro de energía eléctrica.
La distribución de la energía eléctrica en el ámbito nacional
era aún muy precaria y quedaba restringida a zonas industriales
y al entorno de las grandes ciudades. En la Almería de principios
del siglo XIX no se daban estas premisas y los gestores de Sur
de España tendrían que construir una central térmica propia
para producir la energía |
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necesaria para la explotación ferroviaria. Para ello se construyó
un edificio, junto a la margen izquierda del río Andarax, en las
proximidades de la estación de Santa Fe-Alhama. El carbón que alimentaría
las calderas de la central térmica llegaría por ferrocarril y el
agua sería obtenida de pozos realizados en el lecho del río. La
máquina de vapor fija que se instaló movía a un alternador trifásico
para distribuir la corriente a las líneas aéreas, a través de un
cuadro de mando. Fue fabricada por la casa francesa Garnier et
Faure, era de tipo Cross Compound horizontal con válvulas
Lenz, pudiendo trabajar a escape libre o condensando el vapor expandido
para economizar agua. La potencia de la máquina alcanzaba los 700
CV, que podían ser superados en momentos puntuales. En el edificio
levantado se alojaron dos calderas, los depósitos de agua y vapor,
la máquina de vapor y el alternador con su excitatriz y su cuadro
de control y distribución. Una gran chimenea completaba la instalación.
Para la tracción de los trenes se adquirieron unos motores tractores,
de caja de madera, preparados para circular acoplados en doble tracción
y así poder remolcar mayores cargas. Su potencia era de 320 CV.
Una peculiaridad muy destacable era que, en los trayectos ascendentes,
eran consumidores de energía, que les llegaba a través de los hilos
de contacto de la energía producida en la central térmica; pero
en los trayectos descendentes, se convertían en generadores de energía
que venía a completar la producida en la citada central térmica.
Este sistema, permitía ahorrar recursos energéticos y programar
circulaciones para que cuando un tren ascendente saliera de Santa
Fe-Alhama, otro descendente lo hiciera desde Gérgal, para cruzarse
en la estación intermedia de Fuentesanta (7).
Como ya hemos apuntado, en el mes de febrero de 1912 se inició
la explotación de tracción eléctrica entre las estaciones de Santa
Fe-Alhama y Gérgal. El aumento de la velocidad proyectadas, hasta
25 kilómetros por hora, y el consiguiente incremento del número
de circulaciones, hacía prever una mejora en los rendimientos de
la compañía. Sin embargo, la coyuntura, para desgracia de los gestores
de Sur de España, no fue propicia y en ese año 1912 se iniciaría
una gran conflictividad social en el ferrocarril español que tendría
gran repercusión en Sur de España. Además, el mercado internacional
del hierro iniciaría un periodo de crisis que provocaría una reducción
notable de la demanda de materia prima por parte de los altos hornos
ingleses (8).
A pesar de los problemas, y a la espera de tiempos mejores, la
explotación ferroviaria seguiría su curso y poco a poco las instalaciones
relacionadas con la tracción eléctrica irían creciendo. La estación
de Santa Fe-Alhama se constituiría en el centro de operaciones de
todo el servicio, así se construiría un taller y un cocherón para
las locomotoras eléctricas. En este cocherón se realizaría el montaje,
desmontaje y limpieza de los motores de los tractores eléctricos,
que incluía un foso, un puente giratorio y unas vías de acceso desde
las agujas de entrada de lado de Almería. Estas vías no se electrificaron
en un primer momento y la entrada y salida del material se harían
a mano (9).
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Plano de las instalaciones existentes
en la estación de Santa Fe - Alhama en 1930. Archivo Histórico
Ferroviario. A-0076-001.
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La aprobación del Estatuto Ferroviario de 1924 y la posterior integración
definitiva de Sur de España en la Compañía de los Ferrocarriles
Andaluces en 1929, supondrá una inyección económica para las deterioradas
instalaciones ferroviarias que prestaban servicio en la zona. Así,
se procede a sustituir la ya obsoleta central de vapor que proporcionaba
energía a la línea eléctrica por un nuevo alternador diesel. Este
garantizaba un mejor suministro de energía. Las obras de instalación
de un grupo Diesel-Alternador de 750 CV y sus accesorios en la Central
Eléctrica de Santa Fe dieron comienzo en el segundo semestre de 1930.
La nueva inversión se justificaba por el duro y dilatado servicio
que había prestado la antigua central eléctrica de vapor, |
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Proyecto de 1930 de instalación de un
grupo Diesel-Alternador en la estación de Santa Fe-Alhama
para la alimentación del tendido eléctrico de la línea
entre Santa Fe y Nacimiento. Archivo Histórico Ferroviario,
A-0076-001. |
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insuficiente en ese momento para atender la creciente demanda
de tráfico que se registraba. El coste total rondaba el medio
millón de pesetas de la época. Las obras se concluyeron en
1931 (10). Es en este periodo claramente inversor cuando
se produce la ampliación de la electrificación desde Gérgal
hasta Nacimiento y desde Santa Fe-Alhama hasta Gádor. También
se procede a la sustitución de los vetustos postes de madera
que soportaban la catenaria por unos nuevos de cemento.
Ya en el periodo RENFE. se afronta la ampliación de la línea
electrificada desde Gádor hasta Almería, que se inaugura en
enero de 1963. Además, para reforzar el servicio se adquieren
cuatro nuevas locomotoras trifásicas de la casa Secheron de
caja metálica, que prestarán servicio apenas tres años, pues
el cierre definitivo de la tracción eléctrica se produce en
1966, adoptándose a partir de ese momento la tracción diesel
para todos los trenes de la línea (11).
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Las instalaciones ferroviarias de Santa Fe-Alhama:
Álbum de un núcleo ferroviario
La intensa actividad ferroviaria descrita en este estudio, relacionada
con la electrificación de Santa Fe-Alhama a Gérgal, tuvo importantes
efectos sobre el desarrollo de un singular núcleo ferroviario consolidado
durante varios decenios junto al pueblo de Santa Fe de Mondújar.
Con la aparición de la estación de Santa Fe-Alhama en 1895, surgen
las primeras instalaciones para la explotación ferroviaria y comienzan
a fijar su residencia en la misma algunos ferroviarios y sus familias.
La llegada de la electrificación en 1912 y el establecimiento de
un depósito de tracción eléctrica provoca un importante crecimiento
de la población de la estación ferroviaria y un incremento de los
servicios ferroviarios que se instalan allí: talleres de reparación
de locomotoras, depósito de carbones, oficinas de administración
del servicio eléctrico, etc.
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El aumento de la velocidad proyectadas,
hasta 25 kilómetros por hora, y el consiguiente incremento
del número de circulaciones, hacía preveer una mejora
en los rendimientos de la compañía.
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Como reflejo de ese crecimiento, ya en 1930 se
registran 99 personas censadas en el barrio ferroviario de Santa
Fe-Alhama, creciendo diez años después hasta los 187. Ese año
1940 marcará el cénit de poblamiento en la estación, que ya
antes del cierre de las instalaciones de electrificación contabilizaba
en 1960 sólo 70 habitantes, para en 1980 censar a 8 pobladores.
La presencia de todos estos ferroviarios y de sus familias estuvo
indudablemente motivada por la instalación de los servicios
de electrificación en esta modesta estación que, de no mediar
este hecho, hubiera sido un simple apeadero sin apenas actividad. |
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Hoy en día Santa Fe-Alhama ha sido incluida
en un reciente estudio que pretende hacer un recorrido por
la historia y el legado patrimonial de todos aquellos núcleos
ferroviarios que surgieron por toda la geografía española
al calor de esta actividad económica, con gran demanda de
mano de obra y necesidades estratégicas de extensión por zonas
del territorio escasamente pobladas. Estos núcleos ferroviarios
han sido clasificados en poblados, barrios y aldeas, perteneciendo
Santa Fe-Alhama a esta última categoría, definida como núcleo
de población de nueva creación al amparo de la llegada del
ferrocarril pero que no tuvo servicios propios de la compañía
ferroviaria para las familias que allí habitaban, como escuelas,
, capilla, servicio médico, etc. El legado patrimonial del
ferrocarril en Santa Fe-Alhama es muy relevante, aunque desconocido
para muchas personas. Por un lado estaría el imponente puente
metálico que salva el cauce del río Andarax, construido en
1895. Igualmente. se conservan hoy en día numerosas
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Imagen de vida cotidiana
en la estación de Santa Fe-Alhama en la década de 1950.
Archivo ASAFAL. |
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Hoy en día Santa Fe-Alhama
ha sido incluida en un reciente estudio que pretende
hacer un recorrido por la historia y el legado patrimonial
de todos aquellos núcleos ferroviarios que surgieron
por toda la geografía española al calor de esta actividad
económica |
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instalaciones del ferrocarril ya fuera de
servicio, como algunas viviendas, el cocherón de los tractores
trifásicos y algunas de las instalaciones más singulares de
la explotación ferroviaria en España, como son las oficinas-cuevas
que utilizó la compañía ferroviaria en los cerros que rodean
a la estación. Es, sin duda, un particular endemismo arquitectónico
adaptado de las costumbres de la zona (12).
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Diferentes vistas de las
instalaciones ferroviarias de Santa Fe-Alhama en la década
de 1950. Archivo ASAFAL.
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Diversas imágenes de las
instalaciones ferroviarias de Santa Fe-Alhama en la actualidad.
Fotografías Archivo Histórico Ferroviario, Fundación de
los Ferrocarriles Españoles.
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Epílogo
Se terminaron así más de cincuenta
años de historia de una electrificación ferroviaria
que pasaría de ser un hito en la innovación tecnológica
ferroviaria en España a quedar relegada a una singularidad
con escaso futuro. Las causas de este 'fracaso'
se centrarían en dos aspectos. En primer lugar,
la red electrificada alménense no se conectaría
en ningún momento con el resto de la red ferroviaria
electrificada española, constituyéndose en un enclave
aislado del resto de la red. Esto provocaba que
las ventajas derivadas de las mayores prestaciones
del servicio electrificado quedaban mitigadas por
la necesidad de establecer cambios del sistema de
tracción y transbordos antieconómicos. En segundo
lugar, el carácter innovador de la electrificación
alménense quedaría totalmente superado por la instalación
de un sistema totalmente distinto, e incompatible,
en las nuevas electrificaciones que se afrontaron
en la red ferroviaria española de vía ancha, como
la rampa de Pajares, en la década de 1920, o de
la sierra de Madrid, ya en 1940.
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Inventario
de instalaciones ferroviarias de Santa Fe-Alhama
en 1941
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Edificios
de Explotación
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I
Edificio de Viajeros
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2
Edificios del Taller de Servicio Eléctrico
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I
Edificio-cueva para el taller eléctrico |
I Edificio de Vía y Obras |
2
Muelles cubiertos |
I Muelle descubierto |
I Cocherón para tractores eléctricos |
I local anexo al cocherón |
I Oficina-cueva |
2
Garitas para guarda agujas |
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Edificios
auxiliares
|
I
Cantina |
I Carbonera |
I Depurador de aguas |
I
Retrete |
I
Cueva para almacén |
|
Edificios
de viviendas de empleados
|
7
viviendas |
I
vivienda-cueva |
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Fuente: Inventario
de la Compañía Nacional de los Ferrocarriles del Oeste
de España y Red de Andaluces, 1941. |
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1 |
Olaizola Elordi, Juan
José (2003): 100 años de tracción eléctrica en los
ferrocarriles de Euskadi. Euskotren, Bilbao. |
2 |
Pérez de Perceval Verde,
Miguel Ángel (1989): La minería almeriense contemporánea
(1800-1930). Zéjel Editores, Almería. |
3 |
Cuéllar Villar,
Domingo (2003): Los transportes en el Sureste Andaluz
(1850- 1950): Economía, Empresas y Territorio. Fundación
de los Ferrocarriles Españoles, Madrid. |
4 |
Memorias
de Sur de España (1907). Archivo Histórico Ferroviario. |
5 |
Navarro de Oña, Constanza
(1984): El ferrocarril Linares-Almería (1870-1934).
Editorial Cajal, Almería. |
6 |
Archivo Histórico Ferroviario,
A-0127-7. |
7 |
Más datos en
Gómez Martínez, José Antonio y Coves Navarro, José Vicente
(2000): Trenes, cables y minas de Almería. Instituto
de Estudios Almerienses, Almería, pp. 312-315 |
|
8 |
Sánchez Picón. Andrés (1992):
La integración de la economía almeriense en el mercado
mundial (1778-1936). Instituto de Estudios Almerienses,
Almería. |
9 |
Archivo Histórico Ferroviario,
A-0031-10 y A-008-19. |
10 |
Biblioteca Ferroviaria,
A-01, Memorias de Andaluces, 1930. |
11 |
Más datos en Gómez Martínez
y Coves Navarro (2000), pp. 315-317. |
12 |
Inventario
de los Poblados Ferroviarios en España. Instituto
del Patrimonio Histórico Español y Fundación de los
Ferrocarriles Españoles, 2003. Más datos en Cuéllar
Villar. Domingo; De Luis Roldan, Elena; Jiménez Vega,
Miguel; Polo Muriel, Francisco (2003): "Los poblados
ferroviarios en España: historia y patrimonio". Patrimonio
Cultural y Derecho, n° 7, pp. 159-207. |
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