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Acerca del CATÁLOGO
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Nicolás Salmerón
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y Alonso (1937-1908)
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El día en que Zapatero
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redescubrió a Salmerón...
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José A. Martínez Soler
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Y fue entonces cuando Zapatero me preguntó "¿qué llevas
ahí?".
-"No, nada; bueno, un libro", le respondí.
Estuve a punto de perder mi oportunidad de pegar la hebra
para hacer méritos, en ocasión tan singular. Pero, al instante,
dije para mí:"esta es la mía".Y me lancé a chupar cámara
en aquella improvisada tertulia:
-"En realidad, es un catálogo muy bueno -le dije con firmeza-sobre
la vida y la obra del hombre más admirado por mi padre,
el único almeriense que llegó a ser Jefe del Estado. Deberías
haber visitado su exposición antes del mitin".
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José Luis Rodríguez Zapatero, líder del PSOE, visitaba ese día
nuestra capital, acompañado por Manuel Chaves, presidente de la
Junta de Andalucía, para apoyar la candidatura de Martín Soler
a la alcaldía de Almería.
Por su mirada comprendí que no tenía ni idea de a quién me refería
y, para ganar puntos, miró de reojo la foto de la portada."Es
natural", pensé."¿Por qué ha de recordar uno de León que don Nicolás
era natural de Alhama de Almería? ¿Qué alménense sabe hoy día
el lugar de nacimiento de Figueras, de Pi y Margall o de Castelar,
también presidentes de la I República Española?". Me convenía
perdonar, en el acto, su ignorancia o descuido.Así lo hice y proseguí:
-"Hoy mismo, José Luis, has dicho en el mitin muchas cosas que,
quizás sin saberlo, están inspiradas y entroncadas directamente
en el pensamiento y en las obras de don Nicolás Salmerón".
Al oír este nombre se le iluminó el rostro, alargó su brazo y,
en un santiamén, me quitó el catálogo de la Exposición de Salmerón,
que esa tarde había recorrido y disfrutado en compañía de varios
colegas de la Universidad (los profesores Sánchez Picón, Aznar
y Uclés) y de la mismísima comisaria María Carmen Amate. Mientras
Zapatero repasaba las fotos y las citas del grueso catálogo (me
había costado cuarenta y pico euros), aproveché la ocasión, por
si acaso era irrepetible, para soltarle precipitadamente algunas
pildoras de doctrina salmeroniana.
-"Es nuestro santo laico, ¿sabes?, para algunos es "San Nicolás",
un ejemplo de la ética republicana, un ciudadano honrado, un hombre
cabal, un filósofo de verdad y un luchador por la libertad y contra
la intolerancia de la España negra y oscurantista".
Se me agotaba el tiempo y me faltaba mucho por decirle."Mira
que si éste -pensé de pasada- llega algún día al Palacio de la
Moncloa, sin saber, por mi culpa, lo importante que ha sido nuestro
Salmerón para la democracia española..." De pronto, me vino a
la mente -y repetí mecánicamente- algo que nos había recitado
horas antes la comisaria de la Exposición:
-"Salmerón llegó a redactar -y ahí lo tienes- un "Catecismo republicano",
con unos mandamientos que debería cumplir todo demócrata que se
precie. Ríos Rosas -fundador del diario El Sol en 1842, antes
que Ortega y Gasset en 1917 y que yo mismo en 1990- le llamó nada
menos que "apóstol" de la democracia. En ese catálogo tienes los
principios del humanismo racionalista que te pueden inspirar muchos
discursos y muchos proyectos de ley".
Creo que, enfrascado en la revisión de aquel libraco, Zapatero
no se enteró ni de la mitad de lo que, atropelladamente, le estaba
diciendo. Miró a los demás almerienses que nos acompañaban -todos
ellos certificaron allí mismo la importancia de don Nicolás para
la historia de la democracia española- e hizo un gesto que parecía
decir "me gusta este libro", ante lo cual me apresuré a regalárselo
para que le acompañara en su despacho de La Moncloa cuando fuera
presidente del Gobierno. En ese momento, leyó la dedicatoria que,
horas antes, Maria Carmen Amate había manuscrito para mi, con
letra inescrutable, y dijo: ¡"Vaya! Viene incluso dedicado".
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Mi amigo Diego Asensio, que no pierde ripio, estuvo al loro
e inmortalizó aquel instante sacando allí mismo una foto de
Zapatero y de Martín Soler inspirándose con aplicación en
el catálogo de la Exposición "Semblanzas de don Nicolás Salmerón
(1837-1908)". Hasta ahí, ningún problema. Todo había salido
a la perfección. Al día siguiente, compraría otro catálogo
y le pediría a la comisaria Amate que repitiera, más o menos,
su generosa dedicatoria. Todo a pedir de boca.
Pero no siempre llueve a gusto de todos. Allí estaba frente
a mí -¿olvidé mencionarlo?-, sentado en el mismo sofá que
Zapatero, el presidente de la Junta de Andalucía, mi presidente,
puesto que soy andaluz, quien rompió mi raro silencio con
toda la socarronería de que es capaz Manolo Chávez:
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Nicolás Salmerón en el
transcurso de un acto político acompañado de relevantes personalidades
del republicanismo. Colección particular Familia
Salmerón, Alhama.
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-"Muy bonito, hombre, pero que muy bonito", me dijo muy serio el
presidente andaluz poniéndose casi en jarras ysacando pecho."De
modo que le regalas un libro a un candidato forastero, que viene
de León, y a tu presidente que le parta un rayo. Ya verás, ya verás;
te vas a enterar".
Para cualquiera que no conozca el sentido del humor y la capacidad
de interpretación de Manolo Chávez, aquél hubiera sido un momento
de pánico. Incluso conociendo su carácter burlón y apreciando un
afecto personal que creo que es mutuo, me sentí pillado en una trampa
saducea, como si hubiera metido la pata inconscientemente en un
charco y sin posibilidad de arreglo. No se si llegué a ruborizarme,
pero aquel segundo de silencio espeso podía cortarse en el aire
con un cuchillo. De pronto, el recuerdo de la comisaria Amate, mostrándome
la lista de autoridades y patronos de la Exposición, acudió en mi
ayuda y me batí como pude contra aquella extraña sensación de ridículo.
-" Perdona, presidente, pero te hubiera ofendido si hubiera llegado
a pensar que no tenías ni habías leído hasta hoy un libro como éste,
tan importante para los almerienses y para los andaluces. ¿Cómo
iba yo a regalarte un libro que ya tienes?. Estoy seguro de que
como presidente de todos los andaluces y como amante de las cosas
de Almería ya lo tienes - incluso repetido- en tu despacho. Estaría
bueno que nadie te hubiera enviado este catálogo hasta hoy siendo
tú mismo uno de los principales patrocinadores de la Exposición
de Salmerón. ¡Pero si estás en lista de honor...!"
El presidente andaluz cerró el incidente con una buena y sonora
carcajada y corroboró ante Zapatero las excelencias que yo había
destacado de nuestro "santo" laico alhameño y del cariño y respeto
que le profesamos los almerienses. "Ojalá, pensé entonces, lea Zapatero
la recomendación que nos hace Salmerón cuando escribe el moderno
lema ilustrado "piensa y trabaja" para hacer frente al arcaico "cree
y ora" de los beatos.Y recordé a mi padre -¡que gran republicano
y que hombre tan cabal y salmeroniano !- diciéndome a menudo que
don Nicolás -"fíjate, hijo, lo que es tener conciencia de verdad"-
había dimitido del cargo de Presidente de la I República Española
por no firmar una sentencia de muerte.
Hace poco leí una referencia de Fernando Savater a un filósofo
europeo que definió Europa como "ese lugar donde no hay pena de
muerte". ¡Qué gran precursor de esa Europa fue nuestro Nicolás Salmerón!
¡Y cuanto le debo a mi padre, por haberme iniciado en la lucha salmeroniana
por la libertad y la justicia y en la ética laica de los republicanos
de bien que sueñan con adelantar la civilización en España!.
Disfruta del libro, Zapatero, y utilízalo si quieres servir bien
a España.
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