El año
2003 ha sido testigo de tres exposiciones de grandes políticos españoles:
Campomanes para el siglo XVIII y Sagasta y Salmerón para el XIX.
Estas dos últimas, coincidentes en el tiempo histórico y en gran
parte en su concepción expositiva, nos han acercado a un periodo
del pasado español que, por desgracia, sigue siendo desconocido,
en gran medida, del público en general. De ahí el acierto de los
organizadores de la Exposición: Nicolás Salmerón y Alonso (1837-1908)
"Semblanzas", y en especial de sus comisarias María Carmen Amate
Martínez y Ma Desamparados Martínez San Pedro que han sabido combinar
con maestría el bosquejo biográfico con el retrato literario, la
dedicación universitaria y la entrega política del que hoy hace
130 años fue efímero Presidente de la República, pero consecuente
con su ideología y convicciones de respeto a la vida y por la abolición
de la pena de muerte.
La Exposición, modelo de pedagogía, amenidad e interés, ofrece
la semblanza de Nicolás Salmerón de forma ordenada y coherente.
Y lo hace ofreciendo al visitante las múltiples facetas que constituyen
la inigualable personalidad de Salmerón: la familiar y humana con
una escogida y novedosa colección de fotografías y objetos personales
que nos acercan al hombre y su entorno más íntimo; la ideología
como filósofo y profesor de Metafísica en la Universidad Central
de Madrid y su identificación con el krausismo y la Institución
Libre de Enseñanza, a la que se adelantó con la fundación del colegio
El Internacional en 1866, aspecto éste perfectamente resuelto y
visualizado con pensamientos y frases lapidarias de Salmerón y sus
filósofos más queridos. La faceta política, el eje de la vida y
de la exposición salmeroniana, está descrita con gran acierto y
agilidad alternando retratos, cuadros, fotografías, prensa (magníficamente
seleccionada en función de las cabeceras y primeras páginas de gran
valor iconográfico histórico-político), cartas, discursos... en
los que la figura de Salmerón se nos presenta en mítines republicanos,
manifiestos electorales, actas de diputados, intervenciones parlamentarias,
integrando gobiernos de la primera república española, con el nombramiento
como Presidente del Poder Ejecutivo y su renuncia a los pocos meses,
para continuar el compromiso político posterior como jefe de la
Unión Republicana y de Solidaridad Catalana.
Finalmente, y como digno colofón, la sección dedicada a los homenajes,
que ka comisaria María Carmen Amate define "de recuerdos y olvidos",
con las necrológicas de la República, El Radical, y Las Dominicales,
fotografías de su entierro y del panteón del cementerio civil
de Madrid (de gran sabor masónico, aspecto éste que subyace en toda
la exposición, sin estar manifiestamente expresado dada la ausencia
de pruebas fehacientes de su pertenencia real que no ideológica).
La inauguración del monumento que Alhama le dedicó en diciembre
de 1928 y los posteriores avatares del mismo, el nuevo protagonismo
de Salmerón durante la segunda república (con presencia filatélica
incluida), y el homenaje del 20 de Septiembre de 1931 en Alhama,
con Unamuno, Marcelino domingo e Indalecio Prieto como invitados
de honor, son algunos de los aspectos más destacados.
Resulta difícil reflejar en breve síntesis el impacto que el Salmerón
de mirada profunda, a través de la voz cálida y el entusiasmo contenido
de María Carmen Amate, ha ido dejando en tantos y tantos visitantes
privilegiados para quienes la Exposición ha sido una lección magistral
de historia y un acercamiento a uno de los hombres más notables
y consecuentes con su ideario de la historia republicana de Almería
y de España.
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