Es una pena que ya casi
no se escriban cartas, porque a las palabras se las lleva el viento
y las cartas transmitían calor personal y humanidad.
Me refiero aquí -concretamente- a una carta fechada en París a
23 de setiembre de 1.884, firmada por " Nicolás ", que es nada más
y nada menos que D. Nicolás Salmerón y Alonso, la cual ha figurado
en la reciente y magnífica Exposición instalada en el Patio de Luces
de la Diputación Provincial de Almería, exaltando la presencia de
Salmerón en el campo de la Política, la Enseñanza, el Derecho, la
Filosofía y la Convivencia. El destinatario de la carta era su sobrino
José Ibáñez Salmerón, abuelo de mi mujer. La misma revela un contenido
ético y humano que no siempre aflora en los sentimientos de los
grandes personajes de la Historia. Se trataba de un sobrino que
pedía ayuda y consejo y Don Nicolás escribe muchas cosas entrañables.
Recomienda que, previamente, para estudiar una Carrera se precisa
" afición y aptitud " y agrega que debe aprovechar sus estudios
en su propio bien y en el de su familia, cultivando los actos intelectuales
para "el progreso de la sociedad por el cual debe interesarse
vivamente todo hombre medianamente culto ". Es una reflexión
seria sobre el sentido social de cualquier actividad que los hombres
desarrollemos a lo largo de nuestra existencia. Vivimos en sociedad
y como seres sociables debemos comportarnos.
Más adelante, el sentido de la responsabilidad : "Debes imponerte
como regla constante trabajar en la Ciencia a que te dediques, y
esa será la condición que te exigiré para ayudarte en cuanto pueda
y mientras lo necesites". Se deduce que no basta con "ser" sino
que se precisa el trabajo a fondo y la responsabilidad personal,
es decir, el trabajo bien realizado.
La carta tiene además sus efectos de ayuda personal en lo que se
refiere a cuestiones económicas. Pese a que Don Nicolás era una
persona cargada de hijos y, además, no abundaba en medios, cita
personas de Madrid a las que el destinatario podrá pedir dinero,
para que él lo reintegre después. Incluso incluye a una persona
de Alhama - Antonio Marín, "un buen amigo" - con el cual
mantenía relación frecuente, lo que demuestra que, aun desde París,
Don Nicolás seguía unido a los amigos de su pueblo natal. Se trataba
de un familiar - su sobrino - que necesitaba ayuda y él trataba
de proporcionarla valiéndose de todos los medios a su alcance.Viene
también un consejo entrañable :" Por amor y veneración a la memoria
de los nuestros que ya no existen debemos conservar esas cordiales
relaciones entre los que quedamos." Esto es una muestra precisa
del sentido que Don Nicolás tenía de los vínculos familiares.
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Pese a ser una carta familiar, no deja de contener
hermosos consejos fruto de una ética personal inalterable.
Amor familiar,sentido social,responsabilidad en el trabajo
.entrega a los demás, son principios vertidos en el
papel, signados con letra que retrata la personalidad
intima de Don Nicolás.
El destinatario supo asimilar los consejos, se licenció
en Medicina y en la célebre epidemia de gripe murió
cumpliendo su sagrada misión de entrega a los demás.
Es uno de los dos médicos que han dado su nombre a una
calle principal de Alhama...
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Carta de Nicolás
Salmerón a su sobrino José Ibáñez Salmerón de Alhama,
ofreciéndole ayuda para continuar sus estudios en Madrid.
París, 23 de septiembre de ÍS84. (Colección
particular José Fernández Revuelta,Almería)
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Decía, al principio, que es una pena que ahora escribamos tan pocas
cartas y lo ratifico al final. La carta es una forma cálida y humana
de comunicarse, buena prueba de ello es la que comentamos en este
artículo.Ahora en nuestra sociedad tan deshumanizada, enviamos correos
electrónicos que se transmiten a las pantallas y se reproducen por
impresoras.. ¿ Y qué decir de esos mensajes con abreviaturas y signos
que se transmiten los jóvenes ?. Estamos sustituyendo lo cálido
por lo frío, lo personal por lo colectivo, lo descriptivo por lo
esquemático, lo desinteresado por lo pragmático. No sé qué opinaría
Don Nicolás.
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