La rentabilidad de estos cultivos intensivos hizo que poco a poco se le fueran ganando terrenos a las laderas de la Sierra de Gádor paralelas al río, de forma que se configurara el espectacular paisaje de las terrazas que todos conocemos. La comarca vive entonces una época de esplendor económico, que tiene un dramático parón con las crisis, prácticamente simultáneas, de la exportación de la uva Ohanes, y de la naranja Castellana; aunque a partir de ahí hay notables intentos de diversificar e instaurar otros cultivos, la realidad es un paulatino abandono de bancales con el consiguiente impacto negativo, tanto social como medioambiental. Algunas fincas se intensifican hasta situaciones extremas con el uso abusivo de abonos y biocidas de síntesis, y aun así están al límite de la rentabilidad, pues si bien aumenta la producción, también aumentan exponencialmente los gastos. Se está intentando el cultivo en invernadero, la cría de caracoles, de avestruces, etc., por ahora con resultados inciertos.

A nivel mundial los pasos hacia el futuro se están dando ya. La agricultura, como otros campos de la vida tiende a bipolarizarse cada vez de forma más marcada. Por un lado se alían los Estados en organizaciones supranacionales: UE, OUA, Mercosur, etc., y por otro surgen los nacionalismos más excluyentes. A la vez que las grandes compañías transnacionales imponen sus criterios y su poder en los mercados, el desarrollo endógeno va tomando más fuerza en los' programas de desarrollo de mayor número de países. Y junto a una agricultura casi de laboratorio, muy productiva por el uso casi exclusivo de