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Doña Socorro |
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Rosa
María Rodríguez López
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Maestra
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Al escuchar este
nombre a todos los que fuimos niños en un tiempo, sin duda se nos
vienen unas palabras a nuestra memoria ¡mi maestra!. Pues sólo ella
era la maestra de Infantil, o mejor dicho de parvulitos.
Durante esa época cada comienzo de curso escolar recibía a todos
los niños de una generación de 4 años, más los de 5 años que permanecían
del curso anterior; así pues, en la clase de Doña Socorro se podían
encontrar unos 50 o 60 niños que por primera vez tomaban contacto
con la escuela: sus primeras letras, sus primeros números, sus primeros
pasos en la socialización con otros niños,...
En los años 60 ya había tres maestras de párvulos, una de 3 años,
otra de 4 años y Doña Socorro en 5 años.
Su formación la realizó al principio de la República cuyo ministro
era Don Marcelino Domingo, habiendo pasado por todos los cambios
políticos de mediados del siglo XX.
Tanto los cambios sociales como el ambiente republicano que se
respiraba en su casa, pues su padre era un salmeroniano entusiasta
de la primera generación y amigo de Salmerón, hasta el punto que
al morir Don Nicolás, él cedió al municipio todo el terreno situado
delante de su casa para que en él se erigiera una estatua que perpetuara
su memoria donando además el agua que se precisara para mantener
el jardín que rodeaba el monolito, y es lo que hoy conocemos como
"el paseo" (Paseo de Don Nicolás Salmerón).
Todo el ambiente dicho anteriormente influyó en sus enseñanzas
y en su aplicación al magisterio, siendo su docencia muy similar
a la que se imparte hoy en las aulas, en cuanto a ideas progresistas;
no así en relación al material, porque no existía, ni tampoco los
medios técnicos modernos que tenemos hoy para llevarlo a cabo. Lo
más digno y curioso a resaltar es que la metodología docente que
ella empleaba era muy similar a la que se lleva a cabo en el Sistema
Educativo Actual, como queda claramente reflejado en las siguientes
ideas que impregnaban su docencia:
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- "Cada niño tiene su nivel madurativo y no hay que agobiarlo" |
- "El juego es importante para la felicidad del niño"
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- "La poesía y la conversación son importantes para fomentar
su forma de expresión" |
- "Importancia del dibujo como forma de expresión en
el niño" |
En su clase se respiraba libertad y autonomía que se comprende
si se compara con el ambiente social de la época (pues nos estamos
moviendo en las décadas de los años 50 y 60).
De espíritu inquieto e innovador, abierto a todas las tendencias
que surgían en todo momento. Así como una incansable viajera, decía
lo mucho que se podía aprender en los viajes y en la observación
de otras culturas y tradiciones, para poder apreciar a valorar y
conservar nuestra cultura e identidad. Bagaje que se lleva en la
maleta de la vida y se transmite a todas las personas que nos rodean,
principalmente sus niños.
Su naturaleza tolerante le permitía tomarse licencias inusuales
en aquella época; así, al comienzo del curso escolar cuando observaba
niños que con su llanto expresaban su inadaptación a ese ambiente
desconocido, ella intentaba evitar esa situación traumática permitiendo
que su acompañante, madre o cualquier familiar, se quedara allí,
en clase, hasta que el niño se sintiera integrado.
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Tenía en su forma de educar una obsesión que transmitía a
sus alumnos con verdadero ahínco y era fomentar la capacidad
de decisión e independencia que se iría fraguando a través
de pequeñas responsabilidades, comprar o caminar solos por
el pueblo,..., vivenciar ambientes nuevos, aprender a apreciar
el entorno que nos rodea, haciendo excursiones al "Olivillo",
"las Eras", Piedras del Conjuro", ...Y, después, de regreso,
expresar y contar cada experiencia, con lo que el niño iría
modelando una personalidad firme y fuerte frente a un futuro
favorable u hostil.
Como docente era una psicóloga muy hábil para conocer la
mente de un niño/a, casi augurando su trayectoria y comportamiento
futuro.
Su escuela estaba situada en la calle García de los Salmones.
A través de unos cuantos escalones se accedía a ella: un salón
enorme, desde los ojos de un niño, nos impresionaba, lleno
de pupitres y mesillas redondas con sillitas pequeñas, nos
daban la bienvenida. Ese iba a ser nuestro mundo durante un
tiempo.
La clase estaba dividida en grupos con diferentes niveles,
dependiendo de la edad cronológica y madurativa de cada niño.
Entrando a mano derecha estaba su mesa y un sillón de madera
redondeada con asiento de rejilla. La pizarra estaba situada
enfrente de ella y en una de las paredes colgaba el mapa político
de España con la distribución de las provincias.
En un entrante de la clase, situado a mano derecha, se elaboraba
de manera ritual todas las tardes la ansiada "toma de la leche
en polvo", que cada niño recogía y batía trabajosamente en
un "jarrico" de porcelana o de plástico que cada cual portaba.
La clase era alegre: para decir una poesía el niño protagonista
se situaba encima de una mesa. Todos los demás lo mirábamos
con admiración; ese día el niño elegido era especial. Una
canción era el lema en las tardes de excursión "A mi burro,
a mi burro..." sonaba por las calles del pueblo camino muchas
veces del "Moralillo".
Socorro Rodríguez Lázaro nació en Alhama la Seca un 11 de
Enero de 1907, hija de Don José Rodríguez López-Calvache y
Doña Rosalía Lázaro Lara, siendo la penúltima de ocho hermanos.
Formaba parte de una familia acomodada de finales del S.
XIX y principios del XX. Su casa era "la casa del paseo" como
la llamaban y al terreno que la rodeaba es lo que se le conoce
en el pueblo como la huerta de Pepe Rodríguez. Su padre no
creía necesario que sus hijos estudiaran para hacer frente
a los negocios existentes. Pero Socorro, debido a la influencia
de Doña Micaela gran amiga de la familia, hizo que despertara
en ella esa gran vocación, así como un espíritu solidario,
que se manifestaba en las ayudas que hacía a los necesitados
y en darse a los demás.
La vida de su familia se vio envuelta en los avatares de
los distintos momentos políticos, económicos y sociales que
se sucedieron en el país y, aunque no tomaron parte activa
en los movimientos políticos, se vieron afectados por sus
consecuencias económicas y sociales al igual que mucha gente
del pueblo.
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Así pues, durante la Guerra Civil, el 6 de Enero de 1936 llega
como maestra a Paterna del Río, siendo muy bien acogida y querida
por los habitantes del pueblo, al que siempre le uniría los difíciles
momentos pasados durante la Guerra Civil. Después, desde 1943 a
1945 ejercería en Bédar, pueblo de la sierra de Filabres. Pasando,
asimismo, un año, en 1946, en la Rambla de Gergal. Ella contaba
que para llegar hasta su pueblo de destino los caminos eran duros
y difíciles, pues el acceso se hacía mediante caballerías que llevaban
al lugar de trabajo. En estos lugares alejados y solitarios el papel
de la maestra era muy diferente al de hoy; todos confiaban en ella
para consultas de todo tipo, desde pequeñas riñas a las que ella
ayudaba a solucionar, hasta la forma de preparar una papilla,....escribir
una carta,...
El 31 de Agosto de 1948 la trasladan como maestra Nacional a Lubrín,
pueblo en el que imparte la enseñanza hasta 1952, años que, tras
concursar, le dan su pueblo -Alhama de Almería-. De este modo, el
17 de Junio de 1953 toma posesión en el pueblo como maestra de párvulos,
trasladándose a vivir aquí. Docencia que desempeña hasta 1974, año
en el que, en plenas facultades físicas y mentales, durante un viaje
a Granada, le sorprendió la muerte, sin haberle dado tiempo a terminar
el curso que con esmero había planificado realizar.
Quién conoció a Doña Socorro la recuerda como una persona seria
pero cariñosa, recta pero cercana, exigente pero servicial y sencilla,
distinguida pero actual y, sobre todo, independiente y libre conforme
al espíritu abierto inculcado en el seno familiar y que conservaría
y transmitiría como una verdadera joya durante toda su vida.
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