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Lo primero que quiero dejar claro, en nombre de sus hermanos
y demás familiares, en nombre de los feligreses y párroco
de esta Iglesia de Alhama, en nombre de toda la Diócesis y,
como no, en nombre mío, sacerdote, que pasé la última etapa
de mi formación a su lado empapándome de todo su ser de pastor,
es nuestra gratitud a EL ECO DE ALHAMA en las personas que
lo confeccionan, por haber deseado unir a tantos ecos y voces
del pueblo, la Voz y el eco de D. Andrés por su vida al servicio
de Dios, y de las personas en la Iglesia y de una forma preferente
por sus 11 años, buen jirón de vida, al servicio de Dios y
de la Iglesia en Alhama.
Buen acuerdo el de ofrecerle este cordial homenaje al que
nos unimos todos y en el, yo siento la satisfacción, y a la
vez la gravedad, de llevaros con mi pluma a desgranar unos
recuerdos, afianzar unas actitudes.
D. Andrés fue el hombre que, forjado en una familia íntegra
cuajó en el adulto que todos conocimos, austero, laborioso,
sencillo, amable, acostumbrado al sufrimiento, jovial, solidario
en las alegrías y en las penas, emprendedor, tolerante.
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D. Andrés fue el sacerdote formado y acompañado desde niño en el
amor a Dios y a la Iglesia, que nos vino desde Extremadura, se plantó
y floreció en esta tierra, y nosotros lo hemos gozado unos años.
Dijo que "Sí" al Señor y fue, decía antes, el sacerdote que todos
conocimos. Sacerdote joven en aquellos años, que gastaba y desgastaba
todas sus energías en la formación de los niños, su catequesis,
su coro infantil, sus monaguillos, sus escuelas; su celo en promover
la cultura: teatro, escenificaciones de pasajes bíblicos..., en
el contacto y formación de los jóvenes, esperando de ellos, con
la paz de sembrador, la mejor respuesta, en su trabajo con los adultos,
los enfermos; predicador incansable de la Palabra de Dios y de la
doctrina de la Iglesia; cantor competente y celebrante devoto de
todos los Sacramentos, de la Eucaristía en particular. Pastor orante
por la conversión y el cambio de sus feligreses; comunicador transparente
de la alegría de la Fe humilde y prudente.
Y a esta altura de estas líneas quiero hacer caer en la cuenta
de que no se puede hacer separación entre el hombre y el sacerdote:
toda su humanidad al servicio de su gran ideal; la grandeza de la
fe para enaltecer la condición humana.
Es, hecho vida, el pregón provocante del Concilio Vaticano II:
"Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los
hombres de nuestro tiempo, lo son de los discípulos de Cristo. Nada
hay verdaderamente humano que no encuentra eco en su corazón.
Entre muchos, un botón de muestra: ¿Recordamos aquellos meses
movidos y cruciales del agua nueva de los Decididos? ¿Recordamos
a D. Andrés entre las gentes del pueblo, cosa natural, llevando
mezcla y agua cuando se quería acelerar lo más posible la colocación
de las tuberías? ¿Recordamos también que después, en el mismo lugar,
celebró, y nosotros con é I, la Santa Misa para dar gracias a Dios,
y explotó, recuerdo, al final cantando y animando aquella hermosa
canción "VIVA LA GENTE", muy cantada por entonces.
Tenemos que brindar nuestra gratitud a Da María Luisa, brazo seglar
a su lado desde dentro de la comunidad y desde su labor docente.
Recordemos con cariño a sus padres y hermanos, que supieron estar
con él en todo momento también en Alhama.
¡Hay que ver! ¡Qué difícil es encerrar a una persona en una página,
imposible!
¡GRACIAS!, D. Andrés; descansa en la Paz hasta que resucites a
la Vida; a pregustar esta Vida y a enseñar a pregustarla, dedicaste
tu vida terrena.
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