EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 13 |
Educar para la salud |
Antonia Ordoño Muñoz
En el fenómeno del "botellón" -la utilización de la vía pública por miles de jóvenes y adolescentes para consumir bebidas alcohólicas- se cruzan dos problemas: el consumo de alcohol a edades cada vez más tempranas y las molestias para los vecinos.
Se han abierto amplios foros de debate a raíz de las últimas medidas tomadas por el Gobierno y que pretenden resolver ambos problemas, Pero, ¿son estas suficientes? Porque parece demostrado que lo que se prohibe, se suele a veces seguir haciendo, y con un "morbo"añadido, el que procede del peligro que conlleva el desafío a las autoridades.
En principio, todo lo que sea retrasar la edad de inicio en el consumo de alcohol es positivo. Pero no olvidemos que las cifras sobre el consumo de alcohol en España y sus efectos sobre la salud y la conducción son hoy tan alarmantes como hace 10 ó 15 años. La diferencia que es la edad de iniciación ha retrocedido hasta los 13 años.
¿Alarma justificada?¿Qué nos dicen las estadísticas oficiales?
Recientes estudios del Observatorio Español sobre Drogas 2000 arrojan unos datos preocupantes (1):
Las cifras no son especialmente preocupantes entre los menores a los que, en teoría, no se debe vender bebidas alcohólicas. Ha cambiado el modelo con el que los jóvenes acceden a la bebida, hoy los que beben lo hacen compulsivamente, asumiendo un patrón importando de los países nórdicos, en el que el joven bebe para emborracharse.
Según el Plan Nacional sobre Drogas, "los jóvenes beben teniendo como objetivo la borrachera. Un 42% de los consumidores menores de edad se ha emborrachado alguna vez, mientras que un 22% reconoce hacerlo de forma habitual".
Es más, si nos fijamos en el aspecto de Salud, aparecen a finales de 2001 los primeros daños hepáticos graves en jóvenes españóles de 16 a 18 años debidos al alcohol. (2)
¿Qué nos dicen los profesionales de la rehabilitación de Drogodependientes? (3)
Pocos jóvenes acuden a los Centros para solucionar un problema de alcohol, pues no existe la conciencia de que el uso de esta sustancia pueda convertirse en un infierno. Sin embargo es siempre la puerta de entrada a otro tipo de drogas (hachís, cocaína, pastillas )
El inicio del consumo se suele situar a los 14 años y, en general, se mezclan todo tipo de sustancias (policonsumo). Es frecuente, por ejemplo, acompañar la coca con el alcohol.
No olvidemos que la cocaína tiene la "virtud" de "eliminar la borrachera" y el cansancio; desaparecen en apariencia los efectos del alcohol para dejar paso a un estado de euforia y de sensación de plenitud y de energía.
Si añadimos a esto que la cocaína no crea apenas dependencia física (lo que llamamos "mono"), el sujeto puede pensar que no está "enganchado", que puede dominar perfectamente la situación Pero esto sería sin contar con la dependencia psíquica fortísima que crea la coca y el alcohol. Cuando se quiere dar uno cuenta ya está "enganchado".
Esta potente adicción psíquica, que se inicia primero en consumos de fines de semana, pasando a convertirse en consumos diarios, se traduce rápidamente en depresiones cuando desaparece el estimulante. Es una reacción lógica después de un estado artificialmente estimulado.
Siempre en el contexto de las salidas nocturnas en fin de semana, se ha incrementado un 18% (sobre el año anterior) el consumo de cocaína unido a la ingesta de alcohol con el consiguiente daño, en general irreversible, a nivel psiquiátrico, que produce la cocaína.
¿Unas medidas legales oportunas?
Estas suponen indudablemente un intento serio por parte del poder de invertir la cultura de la tolerancia hacia el alcohol.
Prohibir el consumo de alcohol en la calle, elevar de los 16 años a los 18 años el límite de edad para su compra, endurecer el régimen sancionador contra los establecimientos que incumplan la normativa y restringir la publicidad de bebidas son medidas ya vigentes, y ensayadas con escaso éxito en algunas Comunidades Autonómicas.
La experiencia de esas Comunidades indica que las soluciones drásticas no siempre son las mejores y que es difícil acabar con el problema. Pero también que es posible aminorar sus efectos colaterales, especialmente si las medidas coercitivas se combinan con otras tendentes a estimular cambios en los hábitos de ocio juvenil, diurno y nocturno.
Alternativas saludables de ocio y tiempo libre: Las Casas de la Juventud
No cabe la menor duda de que, si el joven que quiere divertirse el fin de semana no tiene lugar adonde ir, utilizará los espacios públicos, bancos, descampados, parques , para pasarlo bien con sus amigos. Todos sabemos cómo los suelen usar y la estela de desperdicios que deja tras de sí el "botellón".
"Pero si se le ofrece un local donde reunirse, una Casa de la Juventud por ejemplo con actividades de Ocio y Tiempo Libre, el local se volverá pronto pequeño, lo estamos experimentando -nos relata un miembro de la directiva de la Asociación de Ayuda y Prevención a la Drogodependencia de Alhama de Almería, voluntario en los turnos de permanencias para mantener abierto el local-. Alhama puede alegrarse de tener en su Casa de la Juventud donde confluyen 138 jóvenes apuntados como usuarios de la misma. Y, cada fin de semana, una media de 35 a 40 la frecuentan. Y, mirad, si dejamos que sean ellos los protagonistas, se les puede ocurrir ideas geniales, iniciativas estupendas como hacer una película: 60 chavales alhameños implicados en la película que estamos rodando o publicar una revista. "Juventud Magazine" acaba de salir y son 14 jóvenes los que escriben en ella Se animan unos a otros y están sacando ideas nuevas a cual más emocionante. Es verdad que para eso tienen que apoyar desde arriba. Aquí, tenemos suerte porque tanto el Ayuntamiento que se ha comprometido a no cerrar el local bajo ningún concepto, como Diputación que nos ayuda con alguna subvención y la Junta están alentando y apoyando el Proyecto" (4)
La familia, un modelo que el joven imita.
Sin embargo no olvidemos que en nuestra cultura del "uso social del alcohol", esta sustancia está ampliamente utilizada por los mayores. Cualquier trato o cualquier reunión se prepara o se celebra pasando por el bar. Y los adultos, los padres especialmente, son siempre un referente que el joven imita. ¿Qué uso hacemos nosotros del alcohol?¿En qué espejo se están mirando nuestros hijos?
Posiblemente, este problema del "botellón" exija unas respuestas combinadas en las que estén implicados todos los estamentos sociales - no sólo policiales y coercitivos- y que necesariamente pasen por una sustitución de hábitos - los que están demostrando ser dañinos por otros que juzguemos más deseables-. Puede que sólo así estemos dispuestos a cumplirlos.
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