EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 2 | ENTREVISTA |
El Eco de Alhama se enriquece con una nueva sección. Con ella pretendemos acércanos a una serie de personas, bien, nacidas en Alhama, bien, en cualquier otro lugar de nuestra geografía, pero siempre ligados por lazos de afecto a nuestro pueblo. Como personas vinculadas a Alhama y a sus gentes, nos interesan sus vivencias, su sentir, sus recuerdos en las distintas facetas de su vida. Sin duda sus aportaciones enriquecerán el conocimiento que de ellas tenemos.
Dª Rosalía y Dª Catalina
Salmerón García
NIETAS DE D. NICOLAS SALMERON Y ALONSO
Mª Carmen AMATE MARTÍNEZ
Iniciamos la andadura con la entrevista realizada a Dª Rosalía y a Dª Catalina Salmerón García, a las que agradezco la buena disposición que manifestaron para su realización y el cariño con que me recibieron en su casa.
Si bien Dª Rosalía y Dª Catalina, hijas de D. José Salmerón García y de Dª María García Sardinero, vieron la luz en Madrid en el primer cuarto del presente siglo, su vinculación afectiva con Alhama arranca desde los primeros años de su existencia a través de los recuerdos de sus familiares más directos: padres, abuela paterna y otras personas de su entorno familiar relacionadas con el pueblo.
Pregunta.- ¿Cuántos hijos tuvo D. Nicolás Salmerón, y qué lugar ocupaba su padre (D. José) entre ellos?
Dª Catalina.- Mis abuelos tuvieron muchos hijos aunque alguno murió en los primeros meses de vida, como era bastante corriente en aquella época.
Dª Rosalía.- Nosotros hemos conocido a siete de ellos. Mi padre era el quinto de los que alcanzaron la edad adulta.
¿Recuerdan ustedes alguna anécdota que nos ilustre sobre el perfil humano de D. Nicolás?
C.- Mi abuelo murió antes de que nosotras naciéramos, por tanto no lo conocimos, pero la imagen que de él nos transmitieron fue la de una persona cariñosa, tranquila y muy familiar. Le pedía constantemente a sus hijos que estuvieran unidos.
R.- Sus últimos recuerdos antes de morir fueron para pedir a sus hijos que siempre fueran honestos y que no hubiese problemas entre ellos. Que fueran tolerantes unos con otros, que siempre permanecieran unidos.
¿Pervivía el espíritu de su abuelo en su ambiente familiar?
C.- Totalmente. Las referencias a su persona y a sus ideas eran constantes, tanto por parte de nuestra abuela como de nuestro padre y el resto de sus hijos. Nosotras tuvimos con la abuela, que vivió hasta los 92 años, una relación muy intensa.
R.- Nosotras todos los días al salir del colegio pasábamos por la casa de la abuela. Ella vivía con una hermana de mi padre, Catalina, la mayor. Pasábamos la tarde con ella, hasta que nos recogían. Vivíamos muy cerca.
Vista general de la casa de D. Nicolás Salmerón (a la izquierda, busto sobre pedestal de D. Nicolás) |
¿Su
abuela en esas tardes les hablaba de la figura de D. Nicolás?
C.- Era un recuerdo constante. R.- Sentía por su marido verdadera adoración. Siempre estaba recordándole, contando cosas suyas, hablándonos muchísimo de él en todos los sentidos. ¿Les transmitió ideas acerca del pensamiento político de Salmerón? R.- Por nuestra edad eran temas que no hablábamos con ella, pero todos sabíamos que esa casa era del abuelo y que la abuela había luchado con él siempre. Habían vivido juntos todos los avatares políticos de la época, el destierro en Galicia, y más tarde el exilio en París. |
Sabemos de la estrecha vinculación que une a su familia con Francia. Cuando D. Nicolás murió en ese país ¿Cuál era el motivo de su estancia allí?
R.- Mi abuelo murió efectivamente en Francia, en Pau, donde la familia se había trasladado a pasar las vacaciones de verano, y allí murió a los 72 años. Su relación con Francia siempre fue muy estrecha. En París, donde vivieron algunos años, el abuelo fue amigo de Víctor Hugo, Clemenceau y otras personalidades del mundo de la literatura, de la política, del arte.
C.- Mi abuela contaba anécdotas de las visitas de estos personajes.
¿Influyeron en su educación las ideas liberales de D. Nicolás?
C.- Constantemente. Siempre hemos estado relacionadas con una serie de personas e ideas afines al talante progresista y liberal de nuestro abuelo. Azaña, Marcelino Domingo, eran amigos de nuestra casa, de nuestra familia. Manteníamos una estrecha relación con ellos a través de nuestro padre. Sin embargo, al morir él, ya todo fue distinto. Muchos de nuestros amigos tuvieron también que exiliarse. La guerra, lógicamente, significó una ruptura con respecto a nuestra vida hasta ese momento.
R.- Respondiendo a la pregunta concreta te diré que el pensamiento l 1000 iberal de nuestro abuelo se materializó en nuestros estudios en el Instituto Escuela, centro dependiente de la Institución Libre de Enseñanza. Académicamente fue la consecuencia de sus ideas liberales. Allí nos educamos mis hermanos Pepita, Nicolás y yo. También en nuestros estudios de francés. Desde pequeños nos educamos en los dos idiomas. En el caso de Catalina hizo el bachillerato en francés.
C.- Estudié en el Licée Française. El conocimiento de este conocimiento de este idioma me permitió salvar a mi marido de un campo de concentración en Francia.
¿Le
ha condicionado de algún modo pertenecer a la familia de tan insigne
personaje, llevar el apellido Salmerón?
C.- Nos ha hecho ser muy liberales y muy tolerantes y siempre, siempre recordando la República. R.- En todo momento. Por llevar el apellido que llevamos nos tuvimos que marchar exiliados a Francia. Mi padre tenía un expediente por responsabilidades políticas. Durante la República había sido Director General de Obras Públicas y Subsecretario de Agricultura. Del expediente de responsabilidad políticas. Sin embargo, todo se solucionó en poco tiempo y no se nos puso gran inconveniente para volver a España. C.- Nuestra casa en Madrid nos la habían confiscado con parte de lo que allí teníamos. Pasado un tiempo, pudimos recuperar algunas de nuestras cosas. R.- Nuestro apellido condicionó toda nuestra vida. Significó por causa de la guerra, la separación de toda la familia, el exilio, el regreso, mi hermano fuera de España. En general, todo. C.- Para mí significó, además el exilio en Chile. |
Salida a la huerta |
¿Cuándo regresaron ustedes de nuevo a España?
R.- Estuvimos en París hasta que estalló la 2ª Guerra mundial. En Bayona, yo vi la entrada de los soldados alemanes hasta la misma frontera española.
Regresamos a España en el año 1941. Primero fuimos a San Sebastián donde estuvimos algún tiempo. Luego regresamos a Madrid y vivimos en casa de un hermano de mi madre. Mi madre murió al poco tiempo, en 1944, con sólo 57 años. Dos años más tarde también murió mi hermana que ya estaba enferma. Desde entonces y hasta que me casé, mi vida transcurrió en Madrid, pero siempre teniendo mucho contacto con Alhama. Con mi prima Margarita y mi tía Esmeriee que vivían aquí.
C.- Nosotros regresamos de Chile en el año 1965.
Biblioteca-Estar casa Salmerón
¿Desde qué fechas mantuvieron ustedes una relación directa con Alhama?
R.- Ya desde nuestro regreso a España, pensábamos en traer a Alhama a mi hermana, que estaba enferma. El clima le vendría bien para su enfermedad. Al fi f8a nal decidimos quedarnos en Madrid. Sin embargo, yo he pasado, desde entonces, largas temporadas en Alhama. Alhama me gustó desde el primer momento en que vine. Su clima, la casa, mi prima Margarita y mi tía Esmeriee que eran tan buenas y encantadoras. Ellas tenían excelentes relaciones con todas las personas del pueblo. Todo el pueblo las conocía y las quería.
C.- El padre de Margarita, el mayor de los hijos de D. Nicolás, tenía un problema de bronquios y no le convenía vivir en Madrid. Le recomendaron que viniera a vivir a Alhama. Estando aquí podía ocuparse de nuestras fincas.
A través de ellos nosotros teníamos mucha relación con Alhama aunque durante nuestra infancia, al ocupar mi padre cargos públicos, no veníamos. De cualquier modo, se hablaba de Alhama constantemente. Recuerdo cuando vino mi padre con motivo de la inauguración oficial del monumento al abuelo. Se le hizo un gran homenaje al que asistieron múltiples personalidades: D. Miguel de Unamuno, Marcelino Domingo, entre otros personajes públicos de la época.
Mi marido y yo vinimos a vivir a Alhama en 1969, en ese momento se creaba el Instituto de Alhama y a mi marido le nombraron profesor de matemáticas y francés.
R.- A partir de los años cuarenta yo venía a Alhama en cualquier época: San Nicolás, la recogida de la cosecha... He venido siempre y tengo buenas amistades aquí. Quiero mucho al pueblo de Alhama y creo que el pueblo me quiere de igual modo.
Además, he tenido la suerte de que a mi marido y a mis hijas les ha gustado mucho venir. Podíamos haber pasado los veranos en otro sitio, pero no, a ellos les gusta mucho esto. Estamos muy contentas en esta casa y en este ambiente. Conocen a muchísima gente del pueblo.
A mi marido, que era médico, le gustó Alhama desde el primer momento en que vino y creo que si él viviera pasaríamos mucho más tiempo aquí. Mantuvo una gran amistad con los médicos de Alhama, también con el farmacéutico D. Gabriel López, al que le unía una amistad grandísima. En fin, creo que todos lo apreciaban. Se integró plenamente en la vida del pueblo.
¿Perviven en sus hijos las ideas liberales que ustedes recibieron?
C.- Totalmente. Deseamos que las ideas del abuelo sigan vivas en sus descendientes.
R.- En ello estamos y tratamos de transmitirlas a nuestros nietos.
Las horas transcurrieron a gran velocidad con tan encantadora conversación. No quisiera abusar de su amabilidad y decido que es el momento de finalizar esta entrevista. El sol ya se había escondido detrás del Cerro de la Cruz en una tarde de finales de agosto.