EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 24 Y ADEMÁS...
 

Pedro Pardo Moreno

In Memoriam

Porfirio Marín Martínez


Pedro Pardo Moreno, Don Pedro para la mayoría de los que le conocimos, fue médico de cabecera de toda una generación de alhameños y alhameñas, ya que ocupó una de las dos plazas existentes de médico titular durante más de diez años, desde septiembre de 1962 hasta finales del año 1972. Durante su estancia en Alhama dejó una huella imborrable, porque además de médico, fue concejal del Ayuntamiento, profesor del Instituto y porque se ganó el respeto y el cariño de todo el pueblo.

Acercándonos un poco a su biografía, comenzaremos indicando que Pedro vio la luz en Partaloa, un pequeño pueblo del valle del Almanzora, en 1934 en el seno de una familia humilde. Estudió medicina en Granada entre 1954 y 1958. Antes de incorporarse a Alhama ejerció de médico en los pueblos de Bacares, Sierro y Suflí, aprobando las oposiciones a médico titular en este último pueblo. Trasladado a Alhama se casó con Carmen, con quien tuvo cuatro hijos, naciendo tres de ellos durante su estancia en Alhama. Pronto sumaría a su cupo de Alhama el correspondiente a las localidades de Huécija y Alicún.

Como compañero de profesión, tuvimos varias conversaciones. Una vez me comentó que sus años en los pueblos del Almanzora fueron muy difíciles para ejercer la profesión. Debía de estar las veinticuatro horas de servicio, a veces sin vacaciones y debía desplazarse a las distintas pedanías y cortijadas, en muchas ocasiones a caballo, a visitar a los enfermos y las parturientas, haciéndolo gratuitamente en muchas ocasiones, ya que muchos de los atendidos apenas tenía para la subsistencia.

Su destino en Alhama coincidió con unos años de mejora paulatina de las condiciones de vida de la población. Aunque para entonces aún no había llegado el agua corriente a las casas, seguro que puso todo su empeño como concejal para propiciar e iniciar las obras de abastecimiento de agua, sabedor de que suponía una mejora sustancial en la prevención de muchas enfermedades.

Le recuerdo en aquella consulta en los altos de la Fábrica de Artés, para la que había que acceder a través de unas largas escaleras, con todo el mobiliario blanco, con su martillo de reflejos encima de la mesa y un aparato de rayos X en una habitación anexa. Su recuerdo me trae a la memoria su andar rápido por las calles del pueblo, maletín en mano, realizando las visitas domiciliarias una vez acabada la consulta y alrededor de la una, cuando en todas las casas se olía a comida. Esta imagen suya me impactó tanto que, en las múltiples ocasiones que he escuchado hablar de conceptos como médico de cabecera o medicina rural, siempre los he asociado a la práctica médica de D. Pedro en Alhama.

Le recuerdo también cuando a varios alumnos del Instituto de Alhama en sus inicios, allá por los años 1968 ó 1969, nos realizó el preceptivo reconocimiento médico. Ya entonces nos recordaba lo dañino que era el tabaco para la salud, distinguiendo a través de los rayos X quienes fumaban.

Tras su estancia en Alhama, su deseo de promocionarse profesionalmente le llevó a superar unas nuevas oposiciones restringidas a la Seguridad Social, para lo que debió de trasladarse a Madrid durante unos meses para de intenso estudio y posteriormente realizar unas prácticas en el Clínico de Granada, desembocando finalmente en una plaza de médico titular y de Seguridad Social en el Consultorio Gerona de la capital, plaza que ocupó hasta su jubilación.

Durante su estancia en Almería consiguió la especialidad de medicina interna. También tuvo ocasión de dedicarse a la medicina privada. Y no perdió la ocasión en participar en el Colegio de Médicos. En 1973 lo hizo dando una conferencia sobre brucelosis, enfermedad muy extendida entonces en el medio rural almeriense, en una mesa redonda sobre medicina preventiva. También formó parte de la Junta Directiva del Colegio en 1976, haciéndolo con el cargo de tesorero, siendo además vocal de la sección de médicos titulares.

Una vez en Almería no perdió el contacto con Alhama, manteniendo los amigos que hizo durante esos años y practicando con varios de ellos una de sus grandes aficiones, la caza. En otra ocasión, al poco de instalarse en Almería, aceptó la oportunidad que se le brindó para dar una conferencia en Alhama con ocasión de unas jornadas culturales.

Por su trato amable y cariñoso, muchos de los alhameños continuaron manteniendo su amistad y acudiendo a su consulta de Almería. Dos hijos suyos han seguido su senda vocacional. Tras una larga enfermedad, Pedro nos ha dejado hace unos meses. Se nos ha ido un compañero y un amigo. Descansa en paz.