EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 21 ETNOGRAFÍA
 

Domingo Ortiz Soler: Historiador Etno-arqueólogo

Estudio inventario de la arquitectura agrícola en la provincia de Almería. Alhama de Almería y el Andarax

Recientemente la Dirección General de Arquitectura y Vivienda de la Consejería de Obras Públicas de la JJAA ha editado una serie de libros monográficos de cada una de las provincias estudiadas. Este exhaustivo estudio-catalogación ha supuesto la oportunidad única de realizar un "corpus" de la arquitectura vernácula de la provincia de Almería y, por tanto, también el objetivo de acercarnos a un patrimonio arquitectónico rural no suficientemente reconocido y valorado, que es parte integrante y fundamental de las señas de identidad almeriense y de su cultura popular, economía rural e históricamente ejemplos de patrón de asentamiento en el medio ecológico desde la antigüedad más ancestral y cercana a la vez. Aprovechamos para reivindicar el interés y el contenido cultural de esta parte integrante del Patrimonio Cultural y Arquitectónico de interés etnográfico que definen a su vez un espacio de ocupación humana en el medio ecológico, y que a lo largo del espacio y del tiempo histórico ha creado en el mundo mediterráneo una arquitectura específicamente similar y con tradición mediterránea.

 

 

En esta modalidad de arquitectura lo mismo encontramos ejemplos constructivos de unas construcciones eminentemente populares -arquitecturas sin arquitecto- que las ligadas a diseños de época de la burguesía rural, que pobló el agro para su explotación sistemática, enriquecida por estas producciones agrarias, sobre todo de la uva, que crea una específica construcción que denominamos como "cortijos uveros", específicamente diseñados para estas funciones de producción y transformación, que funcionaban a su vez como áreas residenciales estivales o de temporada de recogida de cosecha de los grandes terratenientes, con su hábitat de aparcería, zona de recreo como ampliación de la vivienda, conjuntada a su vez con los espacios dedicados a las tareas agrícolas -áreas de trabajo-. La arquitectura popular en el medio rural es la que nace del pueblo, de la tradición constructiva en contraposición a la arquitectura de diseño que es producto de una determinada ideología. Con ello tratamos de mentalizar a los ciudadanos y a los propietarios de estas arquitecturas de la necesidad de difundir y valorar estos inmuebles como parte integrante del conjunto de elementos culturales en los que un determinado grupo de personas ha plasmado sus modos de vida, sus señas de identidad, y como consecuencia de esta mentalización, tratar de revalorizar estas construcciones destinándolas a actividades distintas a las que constituyeron origen, tal puede ser la conversión en alojamientos rurales que respondan a la creciente demanda de esta modalidad de turismo: el turismo rural.

 

 

Con este trabajo de campo se han seleccionado una muestra de 423 edificios de interés general, 105 seleccionados específicamente por su relevancia arquitectónica entre las miles de construcciones de este tipo que pueblan la provincia repartidos entre 75 municipios almerienses. Desgraciadamentee observamos que, desde 1997, fecha en la que iniciamos este trabajo de campo, han desaparecido un 30% de ellos y el resto muestra un progresivo deterioro por falta de atención para su rehabilitación y puesta en valor como alojamiento público, o segunda residencia de los propietarios.

Para lograr la rehabilitación de este tipo de construcciones se hace necesaria la participación de los particulares y de las administraciones competentes. Pues desdichadamente, de continuar en esta línea, cuando desaparezcan estos edificios sólo nos quedará como recuerdo de consulta este u otro libro dedicados a aportar una muestra de esta tipología de construcciones. Es el caso de "Cortijos, Haciendas y Lagares. Arquitectura de las grandes explotaciones agrícolas de Andalucía. Provincia de Almería", al tiempo que su destrucción impedirá a las futuras generaciones disfrutar con el uso de estos inmuebles, que tuvieron vida propia en un pasado no tan lejano.

Sirva esta argumentación para unirnos a la reflexión generalizada en defensa de este patrimonio arquitectónico en pro de su conservación y desarrollo. Y valga este artículo como apunte y aportación para la potenciación de los valores culturales y turísticos de las manifestaciones arquitectónicas del medio rural y urbano de la geografía almeriense. Y es precisamente en la Comarca del Andaráx donde también nos encontramos con una arquitectura vernácula digna de ser conservada y constituida por una serie de construcciones rurales, destinadas para vivienda que se han ido transmitiendo a través de generaciones junto a los modo de vida rural constituyéndose en alternativa al turismo convencional.

 

EL INVENTARIO ARQUITECTÓNICO RURAL DE ALHAMA DE ALMERÍA

En el territorio de Alhama ha convivido la arquitectura "monumental" y la popular desde siempre, de la que hay ya escasos y mal conservadas muestras, unas correspondientes a cortijos burgueses, otras al estamento de pequeños propietarios y al obrero, pero todas con la característica fachada simple o compuesta y distribución interior e interiorismo mueble y unas variantes autóctonas de viviendas cueva también dedicadas a la producción agrícola, pastoril y uvera. Nos encontramos ante una armoniosa síntesis de naturaleza, arte e historia en el corazón geográfico del valle del Andaráx. Además de su adscripción a determinadas tradiciones constructivas, el aspecto funcional de las edificaciones de esta Comarca constituye otra de las claves esenciales de su fisonomía, al determinar las exigencias a las que se han de subordinar las construcciones. A grandes rasgos la viña y la huerta han sentado las bases de la producción zonal. La dedicación específica, la escala y el grado de especialización o de otras combinaciones de aprovechamiento en cada unidad arquitectónica ha tenido una repercusión directa en su configuración, junto con los condicionantes físicos y socioeconómicos de su entorno. Desde la óptica funcional se constata un uso relevante de la producción uvera como enclave de producción comercial. Puede hacerse referencia a las edificaciones ligadas de modo predominante, o en origen, a la explotación de la uva, que forma un grupo muy numeroso, junto con un notable contraste en el tamaño de las propiedades y explotaciones, caracterizadas por la dicotomía latifundismo-minifundismo. Esta es pues la distinción funcional de los edificios agrícolas de esta comarca.

 

EL PAISAJE AGRARIO HABITADO

En el origen de la organización territorial musulmana medieval se encuentra la actual pervivencia de articulación del espacio agrario, que constituiría el punto de partida de la posterior evolución del territorio para persistir durante estos siglos en mucho de sus aspectos. Con la época islámica se acometieron una profunda transformación del paisaje actual, creando uno nuevo y característico con respecto a la época anterior romana. Se asiste, pues a la construcción del terreno agrícola en aterrazamientos en ladera en valles y vegas. Precisamente para soslayar las duras condiciones impuestas por el relieve y la faltar secular de agua, se emprendió el aterrazamiento de vertientes en pequeñas parcelas -bancales- con muros de contención -caballones de tierra, balates de piedra que ha caracterizado el paisaje de este territorio y la pervivencia de un oficio de "pedreros" "balateros", muy tradicional en esta zona de Alhama. El cultivo en parrales de la uva de mesa ocuparía estos espacios del agro que se convirtió en el ramo más dinámico de la agricultura del Andarax, y uno de los pilares de la economía provincial, desde mediados del siglo XIX hasta la década de 1930, llegándose a implantarse casi como un monocultivo de especulación comercial en el valle del Andarax y las cuencas vecinas, de donde desplazó al tradicional poli cultivo alimentario, exportándose a mercados internacionales como Inglaterra, Alemania, Europa del Norte y Estados Unidos. Todo este complejo dinámico articulado dio lugar a la implantación de cortijos de tipología uvera, permitiendo que estas edificaciones rurales sirviesen de centro productor al tiempo que transformador de estos cultivos. Así pues, en el XIX, el aumento de la riqueza y los intercambios propiciados por el auge y ascenso de los cultivos especulativos comerciales como la uva de embarque principalmente, que dio lugar a la formación de algunas grandes explotaciones, abrieron ya una nueva etapa con palpable repercusión en el horizonte constructivo de las unidades agrícolas, plasmándose ya las nuevas corrientes arquitectónicas. Desde mediados de dicha centuria, y de manera acelerada a partir del último tercio, se consta la multiplicación de nuevas construcciones y la exhaustiva reforma de muchas otras, en un proceso de colonización intensiva del medio agrario y de modernización de sus edificaciones que se prolongaría hasta mediados del siglo XX.

En este momento las manifestaciones de la arquitectura burguesa, desde perspectivas de corte academicista, modernista, regionalista dejaron su impronta en multitud de edificaciones agrícolas, hasta el punto de marcar un sello característico al conjunto de la arquitectura rural. La influencia de los lenguajes cultos del cambio de siglo se produjo, en primer lugar en la racionalización de las edificaciones, concebida ahora con intervenciones planificadas con mayor sentido unitario y no como resultado de la paulatina adición de piezas según las necesidades, dando lugar a plantas de un desarrollo más regular y ordenado y a piezas más especializadas y diferenciadas según su jerarquía y función, incorporándose elementos propios del diseño de las tendencias de procedencia urbana, frente a la parquedad de la construcción vernácula que se remodela para su readaptación a las nuevas necesidades de producción, sin apenas variaciones tipológicas tradicionales. El grado de penetración de estas tendencias en la arquitectura agrícola fue a su vez muy diverso en cuanto a su distribución e intensidad. En este trabajo centrado fundamentalmente en las arquitecturas de las explotaciones agrícolas, se ha recogido un nutrido repertorio de edificios en los que prima ambas intenciones: las estilísticas y las populares. En su mayoría se concentran en las vegas de cultivos especulativos cerca de los principales núcleos urbanos, o en caso más dispersos Y he aquí, pues un ejemplo de pervivencia de la arquitectura vernácula y las de difusión de determinados lenguajes cultos, materiales tradicionales e innovaciones tecnológicas, conjunción de soluciones y estilos, que en un dilatado proceso que el curso de varios siglos consolidó el panorama de la arquitectura de las grandes explotaciones agrarias de Almería hasta mediados del siglo XX, para caer en el últimos tercio de este siglo en un rápido e irreversible declive al trastocarse por completo las bases de la economía agraria que lo sustentaba.

 

LA REPRESENTATIVIDAD DE LOS CORTIJOS DEL ANDARAX

Dentro del paisaje agrario conformado y sus características genéricas como uno de los ejes agrícolas más productivos de regadío y uva y alguna alternancia de secano en agricultura de montaña, en la comarca del Medio Andaráx, han sido registrados una serie de cortijos de obra de fábrica con otra variante que es el hábitat troglodita del cortijo-cueva, con sus característicos respiraderos y chimeneas que sobresalen de las estancias subterráneas. De esta tipología son varios las edificaciones agrarias en esta zona con dependencias excavadas en el terreno, un peculiar sistema constructivo difundido tanto en el medio urbano como rural, que ha sido interpretado como una respuesta de particular adaptación al medio geográfico. Generalmente -de tradición medieval- existen en zonas de barrancos o terreras compuestas de depósitos geológicos fácilmente excavables. En el siglo XVIII el Catastro de Ensenada constata su existencia en el Andarax y valle del Nacimiento. Su número se multiplicó durante el XIX y el XX, concentrándose su mayoría en este valle del Andarax. Dentro de su tipología y uso uvero se distinguen diversas configuraciones estructurales de cierto desarrollo únicamente excavadas, aisladas, de reducidas dimensiones y carácter complementario de cultivos y cortijos y combinaciones de sectores excavados con edificaciones de obra de fábrica. En esta zona se ha comprobado que la incidencia de las cuevas en relación con las unidades agrícolas aisladas es muy significativa, con respecto a las concentraciones del resto de la provincia. En el caso de pertenecer a conjuntos agrarios dispersos e el medio rural, en su mayoría, se asocian más a unidades de pequeña entidad que a núcleos de medianas y grandes explotaciones, sirviendo casi siempre como dependencias auxiliares de limitado desarrollo, a veces a distancia de las construcciones destinadas a cortijos, también a almacén uvero, pajares, alojamiento de aparceros, cuadra, etc. Pero, igualmente se localizan obras de cierto porte por completo excavadas precedidas de porches como áreas de trabajo de limpieza de la uva, junto a otros ejemplos con una equilibrada conjunción de cuevas y edificios, con un cuerpo de obra en fachada, con porche, que aloja las principales estancias de habitación, tras la cual se distribuyen los almacenes, corrales y otras piezas de labor excavadas.

Esta arquitectura de los ponches se da también en los cortijos de obra de fábrica actuándose espacios intermedios entre el exterior y las viviendas. Porches que conforma terrazas y que puede ser adintelados con techo plano de launa o bien conformado con emparrados y otros elementos. También asociándose los de mejor factura constructiva sobre todo a los frentes de las viviendas de carácter burgués. Estos porches son una formula que alcanza a todo tipo de unidades, constituyendo un rasgo característico de la arquitectura agrícola de esta zona de Andaráx y Nacimiento. Espacios abiertos o cubiertos, al abrigo del sol y las inclemencias del tiempo, habilitados como vívideros -de descanso, comida...- y de trabajo -para labores relacionadas con aperos y la cosecha, la preparación de la uva de embarque y del esparto... Así, la extensión del cultivo de la uva impulsaría su difusión, incremento de dimensiones y variaciones desde mediados del siglo XIX. En Alhama de Almería encontramos el cortijo de la Almazara, situado en una ladera, cerca del casco urbano. Es un cortijo para la uva de mesa con cubierta plana y porche dintelado rodeado de parrales. El cortijo de Careaga está situado sobre un cerro relacionado directamente con la explotación de la uva de mesa. Es de carácter burgués, de dos plantas, con cubiertas planas y dos porches adintelados, rodeado por un jardín con arboleda y plantaciones de parrales en producción actual. Y el cortijo Galachar, enclavado sobre una terraza en un farallón rocoso del río. Es un edificio de carácter popular que se atiene a las características de la arquitectura tradicional de la zona. Dispone de un porche con arcadas, como es usual en los cortijos uveros de los valles bajos de los ríos Andaráx y Nacimiento.

 

A MODO DE REFLEXIÓN SOBRE LA ARQUITECTURA TRADICIONAL, MEDIO NATURAL Y TURISMO RURAL

Uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es la falta de conocimiento del Patrimonio etnohistórico de carácter arquitectónico que nos rodea y de la normativa que lo rige y las obligaciones que conlleva su conocimiento, respeto, conservación y uso.

Objeto de estudio y reflexión inamovible, el Patrimonio etnohistórico y ecológico -medio este en que se desenvuelve a aquél-, no es una invención cultural, es algo que ha ido con el hombre desde siempre. Este es un discurso propio de nuestra época que nos ha tocado vivir: realidades sociales, culturales y ecológicas. No hace falta insistir, pues, en la necesaria protección del Patrimonio arquitectónico en el medio rural -tan problemático o más que el urbano, que al menos se rige por una normativa también interpretada por los intereses de turno- por su desconocimiento y abandono secular en estos tiempos que corren.

A este respecto necesitamos un proceso de reestructuración de la situación de este Patrimonio rural, en base a su revitalización, reciclando, revalidando el mismo para un uso práctico y rentable, es decir, ofertable.

La arquitectura popular tradicional en su diversidad, y en cualquier tiempo y cultura siempre es una respuesta a las necesidades humanas y el entorno donde se ubica, pues la Naturaleza prepara el lugar y el hombre lo modifica, lo transforma o se adapta a él. Específicamente la arquitectura almeriense supone un gran esfuerzo de adaptación a las condiciones del medio natural y climático. La construcción tradicional es, pues, un auténtico museo impregnado de un profundo sentimiento de nuestro pasado. Y para ser más preciso, la construcción popular autóctona en el medio rural es la más original de las formas que asume la Naturaleza de esencia antrópica . Una arquitectura merecedora de ser respetada y conservada con su entorno natural. Estas construcciones y su espacio de explotación son como un libro abierto que ofrece múltiples lecturas, a pesar de las inexactitudes de interpretaciones no antropológicas.

Esta arquitectura tradicional también está incluida en la Legislación de Patrimonio y la Ley del Suelo, como componentes de lugares de interés etnológicos y no como una visión aislada de tales bienes inmuebles, sino como categoría patrimonial. Los lugares de interés etnológico son la figura legal de más reciente creación ya que aparece con la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía en 1991.

Aunque no todo el Patrimonio se encuentra recogido bajo figuras legales de protección su presencia debe tenerse en cuenta a la hora de planificar la política de estudios de impacto ambiental, y es importante a su vez en la caracterización territorial. Resulta obvio que este tipo de Patrimonio sin figura de protección es el peor documentado y conocido, lo que no obsta para que no sea percibido como un elemento de interés en la creación de señas de identidad en la escala local.

Aparte de otro tipo de Patrimonio, deben tomarse estos elementos patrimoniales sin figura de protección expresa, integrando buena parte de la arquitectura popular del territorio, elementos de producción y transformación, elementos de ingeniería dispersos, etc., pues es este Patrimonio una especie de reserva de elementos aún no conocidos o sin el grado de valoración necesario, pero que, sin duda, debe también ser tenido en cuenta, tanto respecto a la citada caracterización como a su posible consideración y potencialidades futuras.