EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 19 ALHAMA Y SUS CALLES
 

Los comercios

esos fragmentos de historia

 

La tienda de Pepe

"el de El Estanco"

En los inicios del siglo XX, Alhama incrementa notablemente la actividad agrícola y, al mismo tiempo, todas aquellas actividades que se derivaban del cultivo de la uva del barco. Las barrilerías constituyeron, entre otras industrias auxiliares, una de las de mayor implantación en el pueblo. Tanto es así que dieron lugar al nombre de una calle. La calle Barrilerías conserva hoy el recuerdo de una de las actividades que mayor raigambre tuvo en el municipio.

Precisamente para trabajar en la construcción de barriles llegó a Alhama, con apenas veinte años, José Pérez Pérez, barrilero, natural de Vélez de Benaudalla, pueblo de la provincia de Granada muy próximo a Motril.

         
Unos años más tarde se casa con la joven alhameña Carmen López López, y de esta unión nació el 5 de abril del año 1908 José Pérez López: Pepe el del estanco. Muy joven, cuando finalizaba la década de los años veinte, José Pérez abre al público una tienda de comestibles que, también ofrecía a sus clientes el servicio de bar. Después incrementaría el negocio con la venta de tabacos y timbres al obtener la concesión o estanco, en la ya denominada calle de los médicos Rodríguez e Ibáñez. Debía resultar usual el alternar, en un mismo establecimiento, la venta de aceite y otros comestibles con las de bebidas, esta misma situación se producía en otros establecimientos del pueblo por estas mismas fechas.

Durante los años de la República, el matrimonio recién formado entre José Pérez y Carmen Pérez Gálvez gestionan el negocio y allí, entre barricas de vino, damajuanas de aguardiente, sacos de azúcar, de harina, de legumbres... nacen sus hijos José, Juan y Carmen.

La guerra civil del año 1936 y los años que le siguieron, la posguerra, fueron un desafío para el comercio. Pese a la escasez de alimentos, a las cartillas de racionamiento, al estraperlo, a la falta de casi todo lo necesario, la tienda de Pepe el del estanco se mantuvo ofreciendo sus servicios y era, en esas fechas uno de los comercios más relevantes del pueblo.

Al iniciarse la década de los años sesenta, años de bonanza para el pueblo por la recuperación del cultivo de la uva y por los ingresos procedentes de la emigración, el bar de Pepe El del Estanco cesa su actividad como despacho de bebidas. Una nueva generación, la formada por Carmen, hija del fundador del establecimiento y su marido José Amate Jiménez, continua la tradición en este establecimiento. Los comestibles y el estanco son la base de su actividad y así se mantiene hasta los años finales del pasado siglo XX.

Ya en el siglo XXI, una tercera generación toma las riendas del negocio. Minerva Amate Pérez será la responsable del comercio familiar y, una vez más, "el estanco" modifica su actividad al eliminar la venta de comestibles.

Atrás queda la etapa del aceite a granel, de las matanzas de los cerdos criados en Alhabia, de las ristras de chorizos dispuestas para su venta, de las piezas de bacalao saladas colgadas en el mostrador sufriendo el acoso de las bandadas de moscas tan características de los veranos alhameños allá por los años cuarenta.

Algo más de setenta años han transcurrido desde su apertura. Hoy El estanco es uno de los establecimientos comerciales más antiguos del pueblo; y bajo su techo, una fría tarde de invierno, Carmen Pérez, "Carmen la del estanco" va hilvanando para mí sus recuerdos. En silencio, atónita, la pequeña Julia escucha con sumo interés el lento discurrir de estos recuerdos. Es posible que un día, aún muy lejano, ella sea también protagonista de las historias del negocio, de las historias de esta calle dedicada a los dos médicos.


"La esquina de Tomasico"

       

Una pareja de residentes en el balneario pasea por la calle de los Médicos y preguntan cómo llegar a la Plaza de la Iglesia. -Lleguen hasta la esquina de Tomasico y suban la calle hasta encontrar la Iglesia- les contesta un alhameño que, por su edad, parece improbable que hubiese conocido el negocio que dio nombre a esta esquina de la calle.

Pese al tiempo transcurrido, la memoria colectiva de los pueblos sigue conservando recuerdos, anécdotas, vivencias, que forman parte de ese disco duro colectivo que singulariza a un pueblo y le presta una de sus señas de identidad. Posiblemente la esquina de Tomasico sea uno de esos recuerdos que aún perviven en esa memoria colectiva de varias generaciones sin necesidad de contar con el soporte de una placa que lo atestigüe.

El origen de este nombre se encuentra en el establecimiento de comestibles y que ocupaba la esquina intersección entre la calle que nos ocupa, la de los médicos Rodríguez e Ibáñez, con la avenida de Pablo Iglesias o calle de acceso a la plaza de la Iglesia. Su historia comprende los primeros cincuenta años del pasado siglo XX. Inicia su actividad hacia 1916, coincidiendo con una etapa de profunda crisis económica propiciada por la primera gran guerra -I Guerra Mundial- que tan nefastas consecuencias tuvo para la economía uvera de Alhama, para concluirla en el inicio de la década de los años 60, época también de fuerte emigración hacia los países de América Latina y del centro y norte de Europa.

En el transcurrir de ese medio siglo la esquina de Tomasico ha sido un lugar de encuentro, de reunión, de confidencias y de juegos para varias generaciones de alhameñas y alhameños.

Hoy una moderna cafetería ocupa este espacio y, como si de una imagen fija se tratara, un grupo de jóvenes siguen compartiendo confidencias y juegos, ajenos a las vivencias que ese lugar atesora.