EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 15

HOMENAJE A DON NICOLÁS SALMERÓN Y ALONSO

 

KRAUSISMO Y POLÍTICA EN LA TRAYECTORIA de NICOLÁS SALMERÓN

Octavio Ruiz-Manjón Cabeza

 

Octavio Ruiz-Manjón Cabeza es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid. Investigador del republicanismo, historia intelectual e institucionismo. Autor de numerosos estudios sobre la historia política española durante el periodo de la Restauración

La introducción que el autor hace en su artículo resume de manera magistral el contenido del mismo, indicando como la corriente de pensamiento krausista, en la que dio sus primeros pasos filosóficos Nicolás Salmerón, tuvo una prolongada presencia en la vida española de la segunda mitad del siglo XIX y sus huellas son fácilmente apreciables hasta el desencadenamiento de la guerra civil de 1936.

El krausismo fue una corriente importante de pensamiento para toda una generación de filósofos y políticos que comenzaron a intervenir en la vida política española en los momentos finales del reinado de Isabel II con el propósito de dar un nuevo contenido ético y filosófico a las filas del liberalismo español y al progresismo decaído. Este movimiento krausista pretendía, además, ofrecer una profunda moralización de la sociedad a partir de la renovación pedagógica y científica.

Todo se inició cuando Julián Sanz del Río (1814-1869), profesor del Colegio del Sacromonte, de la Universidad de Granada, inició un viaje en 1843 a Alemania donde conoce a discípulos de Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832). De vuelta a España se dedicó a escribir y a difundir esta corriente filosófica en los círculos universitarios.

Fue en 1855 cuando Salmerón llega a Madrid a continuar sus estudios de filosofía y conoce a Sanz del Río. Junto a él, otros compañeros, como Francisco Giner de los Ríos y Gumersindo de Azcárate, constituían la segunda hornada de los discípulos de Sanz del Río, quienes asumieron el papel de desplegar la proyección social de dicha doctrina e intervenir en la vida política en unos tiempos difíciles, consiguiendo el mayor protagonismo en el Sexenio revolucionario. Es de destacar la adaptación del Ideal de la humanidad para la vida, de Krause que significa el inicio del apogeo del krausismo y la respuesta desde esta corriente filosófica a muchos de los males que aquejaban al país en estos años centrales del siglo.

Fue precisamente en estos años, años difíciles para estos jóvenes profesores krausistas, cuando Nicolás Salmerón, tras ser separado una vez más de su puesto en la universidad, funda el Colegio El Internacional, que se considera la primera respuesta de estos filósofos en el campo de la enseñanza privada a la política represiva del Gobierno. Fue El Internacional el antecedente directo de la Institución Libre de Enseñanza. En sus aulas se instauraron, por vez primera en la enseñanza española, los principios pedagógicos más innovadores y que años más tarde constituirían el fundamento pedagógico de la Institución. Fue director del mismo hasta 1874 y desde 1869 vivió en el propio Colegio con su familia en Madrid.

La revolución de 1868 brindaba a los krausistas una oportunidad única para aplicar sus ideales en la sociedad española. Salmerón tras la revolución se decantó por el republicanismo federal, pero contrario a su implantación inmediata. Entendía que antes debía de realizarse una pedagogía social y política. Estas posturas no eran muy populares, y así en las elecciones constituyentes de 1869 algunos krausistas, como Salmerón, no recibieron el apoyo popular necesario. Salmerón, que podría haberse revelado como líder de los krausistas tras la muerte de Sanz del Río en octubre de 1869, no lo hizo ya que se encontraba inmerso en la actividad política, dejando el lugar a Giner de los Ríos.

Elegido parlamentario en 1871, pronunció en las Cortes uno de sus discursos memorables, el que ofreció por la defensa de la legalidad de la Asociación Internacional de Trabajadores. En referencia al mismo, dijo Salmerón que fue la obra "más sustantiva" en su carrera política.

Tras proclamarse la República, tanto como ministro de Gracia como cuando ostentaba la presidencia de la misma, Salmerón buscó el apoyo de algunos elementos krausistas, como Gumersindo de Azcárate o Giner. Como presidente del poder ejecutivo actuó con una cierta imagen de moderación y de posibilidad de fortalecimiento de la autoridad y hacía propuestas de conciliación entre federalismo y reformismo... y no quiso sacrificar a esa tarea sus convicciones más intimas cuando se le planteó la posibilidad de modificar la legislación para que se llevaran a efecto unas condenas de muerte.

Establecida la Restauración monárquica, Salmerón fue destituido de su cátedra, viéndose obligado a huir a Portugal para, posteriormente, vivir durante varios años exiliado en París. Desde allí, colaboró, junto a Giner de los Ríos, en la fundación de la Institución Libre de Enseñanza, inaugurada en 1876 y con vida hasta 1881.

De vuelta a España en 1884, Salmerón creó el Partido Reformista, el periódico La Justicia y se dedicó a la vida política hasta su muerte.