EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 13

Historia


HISTORIA Y VIDA EN LOS ESCUDOS DEL ANDARAX


Miguel Navarro Gámez

Los escudos nacieron como armas defensivas destinadas a proteger a los combatientes en batallas y torneos; el espíritu diferenciador del hombre, que en todo momento ha buscado símbolos con los que identificarse, hizo que sobre las superficies de los escudos de defensa se pintaran determinados signos que denotaran el valor, la fiereza o el arrojo con que los combatientes se lanzaban a la lucha. Águilas con grandes garras y picos amenazantes, leones en actitudes feroces, osos, lobos, etc., eran signos que exteriorizaban el carácter de sus portadores.

Los escudos de los que voy a ocuparme distan mucho de aquellos simbolismos aterradores. Son escudos que, en los reducidos límites de su campo, recogen las señas de identidad de un pueblo porque encierran en ellos los símbolos representativos de su historia y de su vida; son signos de paz y de trabajo, que nos hacen pensar que los emblemas heráldicos y la ciencia que los regula son más cercanos a nosotros de lo que pudiera pensarse.

La referencia geográfica de los blasones municipales que son objeto de estas líneas es la cuenca del río Andarax, que a pesar de sus diversas denominaciones, ha quedado siempre perfectamente delimitada y que supone para Alhama de Almería su entorno más cercano.

A lo largo y ancho del Andarax han nacido asentamientos humanos que constituyen hoy nuestros bien conocidos municipios. A buena parte de ellos se ha concedido en épocas recientes su escudo municipal privativo. De entre los que aquí se exponen el de Canjáyar es uno de los de mayor antigüedad y ya existía en 1952 cuando pasó a integrar el escudo de la Diputación Provincial. Le precede en el tiempo, con varios siglos de ventaja, el de Laujar de Andarax del que ya existen antecedentes en el año 1684, fecha en la que aparece labrado en la fuente existente junto a la Casa Consistorial.

A estos dos escudos les supera la antigüedad del escudo de la capital, Almería; sus símbolos han sido objeto de sucesivas concesiones, según Tapia Garrido. En 1147 Alfonso VII concede la cruz roja, de Génova como reconocimiento a la ayuda prestadfa por esta república a la conquista de Almería; los demás del escudo, incluida la leyenda que lo circunda, son aportaciones sucesivas de los Reyes Católicas, Felipe V y el gobierno liberal presidido por Joaquín María López.

El resto de los escudos del Andarax han sido objeto de concesiones del gobierno iniciadas por el escudo de Alhama, en 1965 y continuadas hasta finalizar el año 2000. Son pues escudos modernos, ajustados en forma y procedimiento a las disposiciones vigentes.

¿Qué dicen esos símbolos al ciudadano, vecino de cada uno de los municipios, que los contempla?.

Vaya por delante la afirmación de que un escudo municipal no es un jeroglífico que hay que desentrañar, ni un compendio de geografía, historia, economía o sociología del municipio al que representa. Todos esos blasones han de sujetarse a una regla elemental de heráldica: la sencillez; han de recoger en uno o dos cuarteles no todo cuanto pueda referirse a un municipio, sino lo más sobresaliente de él. Las opciones que se barajan con más frecuencia son los antecedentes históricos y las características geográficas, económicas, sociales o culturales.

A este esquema han respondido los escudos del Andarax. Veamos como.

Se han estudiado dieciséis escudos de municipios situados en la cuenca del río, comenzando en Laujar, donde nace, y terminando en Almería, donde desemboca.

Los símbolos laujareños son exclusivamente históricos en sus dos cuarteles y aluden al Hizán de Laujar, mencionado por Tapia, dentro del cual, como defensa y doblamiento, estaba su castillo. ¿Qué hace un barco en Laujar?. La respuesta más coherente lo relaciona con un símbolo de la Armada Invencible, cuyos barcos se construyeron con maderas de los bosques de Laujar, bárbaramente esquilmados -como tantos otros en España- con esta finalidad.

Fondón, ostenta, en el primer cuartel de su escudo, una encina, "La Encina de las Paces" existente en el cortijo de Hadid, en el que Don Juan de Austria y Aben Aboo, firmaron en 1570 la paz que puso fin a la guerra de las Alpujarras.

Íllar y Bentarique recogen, en el segundo cuartel de sus respectivos escudos, una alusión a su integración en el pasado en la Taha de Marchena, concedida como señorío al Duque de Maqueda; en el escudo de Bentarique se recogen sólo parcialmente las armas de los Cárdenas y así aparece una S entre dos veneras o conchas. En el de Íllar se recogen las armas completas, incluidos los dos lobos cárdenos característicos de la familia Cárdenas. Huécija ostentó la capitalidad de la taha y los dos municipios citados formaron parte de la misma.

La bordura en el escudo de Terque está cargada de la leyenda TERQUE 889 ERA DE VIDA Y ANDARAX. La fecha - el año 889 - alude, según Albarracín Pascual autor de la memoria, al año de creación de la Taha de Marchena que constituyó, sin duda una importante división administrativa en el Al Andalus.

El escudo de Gádor, obra de Juan Aguilar Plaza, ostenta varias referencias históricas; el pequeño castillo rememora a El Castillejo, torre vigía del siglo IX. La cruz recuerda la ermita abierta al culto en el pago de Quiciliana en el siglo IV aproximadamente y la leyenda de la bordura es una clara alusión a la Augusta Merced por la que se declaró Gádor villa independiente de la ciudad de Almería. Tal merced fue concedida por Carlos III y ratificada en 1800 por Carlos IV.

Benahadux nos remonta a la prehistoria evocada por un vaso similar a los hallados en el actual emplazamiento de la villa.

Pechina rememora su pasado asentado entre la cultura romana de Urci, y la árabe de Bayyana, con dos columnas rematadas respectivamente por la mitra episcopal de San Indalecio y el brazo de traza árabe; dos culturas que han dejado vestigios en este municipio y en España toda.

Huércal de Almería evoca el pasado musulmán simbolizado por la media luna, y el asentamiento de la torre de Cárdenas, como vigía contra incrusiones no deseadas.

Por fin, la ciudad de Almería, superpone en su escudo un conjunto de símbolos exclusivamente históricos que abarcan un largísimo periodo que se extiende desde el siglo XII -la cruz de Génova-, hasta el XIX -la leyenda DECIDIDA POR LA LIBERTAD-. Todo nos trae a la memoria la lucha por la libertad en cualquier época. Bien merecía pasar a integrar su escudo municipal privativo.

A caballo entre la historia y el desarrollo vital de los pueblos, se halla, en los escudos de Rioja y Alhama, la representación de un puente. En el primer caso se trata de recordar el hermoso puente de nueve ojos situado a la entrada de Rioja, otrora medio obligado de comunicación de nuestra provincia con todo el levante peninsular; hoy, en cambio, constituye más bien un serio obstáculo para la fluidez del tráfico rodado que impone la necesidad de unas vías de acceso más amplias.

Alhama trae en el segundo cuartel de su escudo lo que los Alhameños, con curiosa construcción gramatical, denominan "La Puente". Según Tapia Garrido constituyó parte integrante de una vía romana que se iniciaba en Cástulo para terminar en Urci. La bella construcción que hoy podemos contemplar, parece ser una reconstrucción del siglo XVIII, coincidente con la época de las grandes obras públicas realizadas por Carlos III.

Estos son, a grandes rasgos, los recuerdos históricos de nuestros blasones.

Pero ¿y la vida?, ¿cómo asoma la vida de los pueblos y sus gentes entre los crípticos emblemas heráldicos?

El municipio nace donde la vida existe, donde hay asentamiento poblacional y donde éste lucha ayudado por la naturaleza, en unos casos, o contra ésta, en otros. La cuenca del Andarax, vivificada por el río, es un buen ejemplo, de ahí que el río se halle presente en diez de los escudos estudiados. Las ondas de plata y azur o las de plata sólo -como en Benahadux el Íllar - o la alusión del escudo de Terque: "Era de vida y Andarax", son testimonio incontrovertible de que los pueblos han sabido agradecer al río que los baña su fuerza vivificadora. Era cierto que el esfuerzo humano ha sabido captar esa fuerza, domeñarla y hacerla elemento consustancial de su vivir diario. El río y sus gentes cooperan a la producción de riqueza que se plasma en los blasones municipales con símbolos diversos.

Ejemplo de riqueza fueron antaño los parrales productores de uno de nuestros más delicados frutos, las uvas de mesa. ¡Cuántos afanes pusieron los Alhameños y sus vecinos del río en cultivar con primor los tapices verdes extendidos en sus vegas!. Padules, Rágol, Terque, Alhama y Huércal de Almería ha llevado las uvas a los cuarteles de sus escudos. Tal símbolo rememora el enorme esfuerzo -mal pagado, a veces, e ignorado, otras- de los parraleros que hacían del cultivo de la uva su único medio de vida.

Otros frutos, no menos preciados, obtenidos con el esfuerzo de las gentes del río han sido las naranjas. Dos naranjos recuerdan, en el escudo de Rioja, esta producción, vital para el desenvolvimiento de muchas economías familiares.

 

Rágol no ha olvidado la exquisitez de sus peras y las ha hecho figurar en su escudo municipal.

Cultivos ya desaparecidos, como las moreras encargadas de suministrar alimento a los gusanos de seda, base de una productiva actividad en el pasado que dio lugar a la existencia de una ruta de la seda almeriense, se reflejan en el escudo de Benahadux; otra producción menos característica de nuestro entorno, el cereal, aparece simbolizada en el bello escudo de Canjáyar mediante una gavilla de otro en campo azul.

La riqueza de las aguas medicinales de la Sierra Alhamilla, asoma al escudo de Rioja en forma de esquemático surtidor de chorros azules; la belleza artesana de la cerámica la ha recogido Alhabia en su blasón local, acertadísimo por la sencillez de su diseño.

No sólo la producción diversa de nuestros pueblos tiene su reflejo en sus escudos locales. Características de sus pobladores se simbolizan y tiene asiento en las composiciones heráldicas. Rágol ha llevado a su escudo un tributo a la peculiar afición de sus moradores a la música. Baste decir que ha llegado a tener hasta dos bandas nutridas exclusivamente por sus vecinos; la actualmente existente -he tenido ocasión de comprobarlo- tiene una rara calidad y un singular empaste en sus actuaciones.

Gádor ha querido simbolizar con una colmena la laboriosidad de sus gentes. Este atributo es predicable, sin excepción, de los vecinos del río; el cuidado de sus vegas, el primor de sus cultivos y, a veces, la lucha encarnizada con el medio natural frecuentemente hostil, lo pone de manifiesto.

Otros símbolos utilizados requieren una explicación que no se desprende con facilidad del conocimiento de nuestros pueblos.

El sol radiante que aparece en los escudos de Pechina y Terque tiene un significado común de elemento vivificador si bien en las memorias de un escudo y otro aparecen distintas matizaciones. En el de Pechina quiere representar el esplendor de la villa entre dos épocas bien definidas; en el de Terque, además de la luminosidad y benignidad del municipio, se considera como elemento que pone en sazón las uvas de sus parrales.

En un caso y otro, es la vida misma la que se desprende de los rayos del astro rey.

El primer cuartel del escudo de Bentarique representa un ángel cabalgando sobre un dragón que nada sobre las olas de plata y azul. No responden estas figuras a ningún arcano difícil de desentrañar. Simplemente rehabilitan un sello municipal utilizado por el Ayuntamiento en el siglo XIX, igual exactamente al que también utilizaron los Ayuntamientos de Berja y Canjáyar posiblemente por mero capricho de las casas suministradoras, aceptado por los ediles entonces gobernantes.

Los álamos arrancados que figuran en el primer cuartel del escudo de Íllar responden a la representación plástica y esquemática de los que bordean el río a su paso por el término municipal.

El león rampante que abraza el hermoso racimo de uvas del blasón de Padules sólo resulta justificado por un breve párrafo de la memoria redactada para su adopción en el que se menciona que "en los últimos años ha venido utilizando un escudo que podría ser rehabilitado". No recuerdo haberlo visto antes de la adopción del escudo en 1995.

Por último, Fondón ha pintado en su escudo municipal tres llaves que simbolizan, al decir de Aguilar Plaza autor del boceto, los tres núcleos que integran el término municipal: Fondón, Fuente Victoria y Benecid.

El río, los frutos, los árboles, las torres… la vida, en fin, se asoma a los blasones locales de los pueblos de nuestro río. Hay en todos ellos un canto a lo cotidiano, a lo más próximo a nuestro vivir diario que debe hacernos pensar cuando nos enfrentamos a un emblema heráldico, que detrás de los enrevesados términos de la ciencia heráldica, que ha merecido el calificativo de abstrusa, se hallan las raíces de nuestra historia, la mirada hacia el pasado, y el aliento de vida que nos mantiene siempre cara al futuro.