EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 11

ETNOLOGÍA

INVENTARIO DEL PATRIMONIO HISTORICO DE LA ALPUJARRA-SIERRA NEVADA

"PATRIMONIO MONUMENTAL, ARQUEOLOGICO Y ETNOLOGICO DE NUESTRA COMARCA"

Agustín Sáches Hita. Coordinador del grupo de trabajo  

Europa, exhausta tras la Segunda Guerra Mundial, se ve obligada a poner el acento en el aumento de la producción agrícola, a través de la mejora de sistemas y estructuras, con el fin de superar los déficits de abastecimiento. Este esfuerzo, junto con el desarrollo tecnológico que propició la llamada revolución verde, genera en el continente una era agrícola completamente distinta. De los tradicionales déficits de algunos países, la dependencia exterior de su área de influencia de otros y de la suficiencia de algunos, se llega en pocos años de aplicación de una Política Agraria Común a una eficacia productiva caracterizada por la generación de grandes excedentes, los cuales introducen graves desequilibrios en el presupuesto de una Unión Europea que contempla cómo la parte del león del mismo va precisamente destinada a subvencionar a un sector paradójicamente excedentario.

Distintos intentos de controlar este exceso de gasto destinado a proteger la producción agraria, como son la asignación de cuotas y otras limitaciones productivas, no terminan de solucionar el problema, al contar con la fuerte oposición del sector afectado.


Detalles de chimenea y caracol
típicos de Alhama de Almería


Sin embargo, todo este proceso de éxito agrícola no se manifiesta en la misma forma en todos los espacios regionales. Si la producción ha crecido de forma importante en el conjunto, no es menos cierto que a medida que la agricultura de autoconsumo ha ido desapareciendo, arrinconada por la agricultura comercial, aparecen zonas donde la distancia al mercado, la orografía abrupta y las dificultades climáticas la sitúan en posición de desventaja frente a las grandes extensiones uniformes, mejor dotadas para una producción y comercialización industrializada. Estas áreas, normalmente situadas en zonas de montaña, aparecen entonces como nuevas zonas marginales, donde las diferencias en los indicadores económicos con respecto a otros espacios mejor ubicados, configurados para la producción masiva, son progresivamente mayores.

Excedentes productivos, por un lado, y marginalización de las zonas de montaña, por otro, son las razonas fundamentales que motivan a la Unión Europea a buscar caminos alternativos a la producción agraria tradicional que permiten a las comunidades de montaña evitar, en lo posible, un mayor alejamiento de las rentas urbanas.

El camino elegido para solucionar el problema pasa fundamentalmente por la dotación de una multifuncionalidad al medio rural que compatibilice una posible producción agrícola, escasa pero de calidad, con la transformación in situ de la misma y con la acogida a un turismo de interior en auge, el cual sale de las ciudades e incluso de zonas agrícolas altamente artificializadas, buscando desaforadamente un espacio rural donde los valores naturales y tradicionales les saque durante un tiempo de la pérdida de calidad de vida que supone un hábitat y forma de vida que se presentan como sumamente difícil.

Este turismo, en línea con sus motivaciones, va demandando, cada día en mayor medida, un medio y paisaje donde reconocer valores característicos, diferentes del espacio del que proceden. Valoran positivamente, por tanto, un medio natural conservado y un patrimonio histórico que, por encima de sus valores arquitectónicos, les introduzcan en la historia y modo de vida de las sucesivas culturas que han poblado la comarca elegida. Un conjunto de valores complejos que, en la medida que se encuentren mejor conservados y les sean mejor presentados, podrán generar un mayor interés en el visitante, dejando una huella más profunda que le incite a comunicar su experiencia a sus allegados.


Fachada de una de las casas mejor rehabilitadas de Alhama, ubicada en la calle San Nicolas, esquina con calle Barcelona.

Para alcanzar estos objetivos, las diferentes administraciones trazan sus planes de recuperación, gestión y puesta en valor de los distintos conjuntos y elementos, apareciendo, en muchas ocasiones, serios problemas de orientación. En lo que respecta al Patrimonio Histórico, objeto de nuestro actual trabajo, aparecen grandes lagunas derivadas de un posible error de interpretación sobre lo que representa este recurso y de los riesgos que sobre el se ciernen.

En primer lugar, una consideración que puede afectar negativamente al Patrimonio Histórico (en el que caben desde la monumental iglesia a la sencilla era de trilla, pasando por una balsa de riego, los restos de una antigua fundición minera o una típica vivienda) es completar estos elementos como construcciones aisladas merecedoras de menor o mayor grado de atención y conservación por su valor arquitectónico, sin percibirlas como parte de un conjunto que puede ofrecer un enriquecimiento patrimonial en la medida que se conserve como tal. Se trata de comprender que el primer valor que ofrece el Patrimonio Histórico, y por tanto el más rentabilizable a medio o largo plazo, es su integración en un paisaje urbano y agrario conservado.

También negativa sería la búsqueda de originalidad de muchos promotores y particulares, como factor que refuerce el atractivo de su construcción, sin comprender que la originalidad y la conservación del atractivo tradicional son aspecto incompatibles en gran medida. La originalidad puede ser un valor apreciable en un medio de nueva creación, pero su inclusión en un conjunto que tiene en sus valores tradicionales su mejor baza, juegan siempre a la contra.

Pero si citamos a la originalidad dentro de las influencias negativas que puede recibir un entrono tradicional, no es menos cierto que junto a ella debe aparecer otra líneas constructiva, que no por suponer el polo opuesto no deja de ser también un factor de pérdida de valor patrimonial y paisajístico. Se trata de la transposición mimética de modelos constructivos foráneos, que no hacen sino uniformar (globalizar como se dice ahora) los paisajes rurales, eliminando las peculiaridades arquitectónicas comarcales, las cuales representan gran parte del atractivo diferencial que permite al visitante aprecia con mayor profundidad un entorno. Un contagio de una estética foránea que llega de la mano, tanto de particulares como de programas oficiales de servicios o de promociones públicas o privadas de viviendas. Es ésta una transformación negativa criticada desde antiguo, que ha encontrado eco en muchos municipios de la Alpujarra granadina, pero escasamente tenida en cuenta en la zona almeriense, donde los pueblos pierden su carácter de forma aparentemente irremisible, a la par que las vegas, espacio paisajístico de primer orden, donde se refleja nuestra cultura histórica, se ven invadidas pro múltiples construcciones que generan un ambiente más propio del espacio periurbano despersonalizado de cualquier capital.

Ante esta difícil situación, es desde nuestro punto de vista necesario un esfuerzo de todos los estamentos gestores para asumir la conciencia de que no toda inversión es buena por sí misma. Una comarca que pretende encontrar un equilibrio ventajoso de futuro debe ser consciente de la incompatibilidad que unas actuaciones tienen con respecto a otras, no siendo posible pensar que elementos contundentes, como urbanizaciones, canteras, o invernaderos, son compatibles con un desarrollo turístico sostenible, basado en la conservación del medio rural y del Patrimonio Histórico, ya que los primeros aíslan y aniquilan irremisiblemente a los segundos.

Para abundar en la línea que permita a la comarca avanzar en un proceso de desarrollo que compatibilice la mejora en las concidicones de vida con la conservación de sus mejores valores. Iniciativas Líder Alpujarra está llevando a cabo un amplio trabajo que se presenta como una herramienta fundamental sobre la que pueden asentarse infinidad de posibilidades posteriores de cara a la conservación y puesta en valor de estos elementos y conjuntos históricos. Se trata del Inventario del Patrimonio Histórico de la Alpujarra - Sierra Nevada, que recogerá la mayor cantidad posible de elementos monumentales, arqueológicos y etnológicos de nuestra comarca.


Balsa de los Frailes. Siglo XVIII.

Pero si el estudio citado puede apreciarse como un instrumento de naturaleza económica, no es menos cierto que debe convertirse, no obstante, en un recurso útil para el desarrollo comarcal, en el sentido amplio del término. Desde este punto de vista, este trabajo perdería una parte fundamental de su sentido si se entendiese sólo como una posible fuente de riqueza económica a través de su influencia en la creación de posibles puestos de trabajo o influencia ventajosa en el sector hostelero, al mejorar la imagen del municipio o aumentar los elementos a visitar en el marco de una comercialización turística de moda. Muy al contrario, y por encima de todo ello, este trabajo debe suponer una importante opción para la satisfacción y formación de la población local, lo que implica tanto el desarrollo de nuestra sensibilidad, como la profundización en el conocimiento de nuestra historia, a través del reconocimiento de nuestras raíces y de la valoración del trabajo de nuestros mayores y antepasados.